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Entre los elementos externos a una madre gestante que influyen en el desarrollo del feto se encuentra la contaminación atmosférica. Actualmente, ya existen evidencias científicas sobre un impacto negativo en la salud de los bebés. Y un reciente estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) relaciona la exposición al dióxido de nitrógeno durante los dos primeros años de vida (NO2, contaminante procedente sobre todo de las emisiones del tráfico) con menor capacidad de atención en niños y niñas de 4 a 8 años, especialmente en niños.
Según explica Anne-Claire Binter, una de las autoras del estudio e investigadora post-doctoral en ISGlobal, “la parte del cerebro responsable de las funciones ejecutivas, el córtex prefrontal, se desarrolla lentamente y va madurando durante el embarazo y la infancia. Esto lo hace vulnerable a la exposición a la contaminación atmosférica, que se ha vinculado en estudios con animales a inflamación, estrés oxidativo y deterioro del metabolismo energético en el cerebro”.
El estudio de ahora, en concreto, asocia una mayor exposición al NO2 a una peor capacidad de atención en niños y niñas de 4 a 6 años. Los resultados, que han sido publicados en la revista Environment International, también recogen que existe una mayor susceptibilidad a este contaminante en el segundo año de vida. Y esta asociación persistió en las edades de 6 a 8 años sólo en los niños –no en las niñas– con un período de susceptibilidad al NO2 algo mayor en la etapa que va del nacimiento hasta los dos años.
Anne-Claire Binter explica que “en los chicos, la asociación entre la exposición al NO2 y la función atencional puede durar más tiempo porque sus cerebros maduran más lentamente, hecho que podría hacerlos más vulnerables”. Para entenderlo mejor –añaden los autores del estudio–, debería hacerse un seguimiento de las personas para ver cómo la edad y el sexo afectan a la relación entre la contaminación atmosférica y la capacidad de atención, especialmente en los grupos de mayor edad. La función atencional, tal y como afirman los especialistas, es crucial para el desarrollo de las funciones ejecutivas del cerebro, que gestionan y controlan las acciones, pensamientos y emociones para conseguir un objetivo o propósito.
1700 madres
Los datos utilizados por el equipo investigador pertenecen a 1.703 madres y sus hijos e hijas, pertenecientes a las cohortes de nacimiento del Proyecto INMA en cuatro regiones españolas. El Proyecto INMA es una iniciativa de investigación que tiene como objetivo estudiar el papel de los contaminantes ambientales durante el embarazo y el inicio de la vida, y sus efectos en el crecimiento y desarrollo infantil.
En este estudio sobre contaminación y capacidad de atención de los niños, se procedió a partir de la dirección de residencia de las madres y niños y niñas estudiados. El equipo estimó la exposición diaria al NO2 durante el embarazo y los primeros 6 años de infancia. Paralelamente, se evaluaron la función atencional (la capacidad de elegir a qué prestar atención y qué ignorar) a los 4-6 años y a los 6-8 años, y la memoria de trabajo (la capacidad de retener temporalmente la información) a los 6-8 años, utilizando pruebas informatizadas validadas.
La información que se desprende de este estudio, pues, lleva a pensar que “la primera infancia, hasta los dos años, parece un período relevante para aplicar medidas preventivas”, afirma Binter. “Incluso un pequeño efecto a nivel individual de niveles relativamente bajos de exposición, como en este estudio, puede tener grandes consecuencias en el ámbito poblacional. La exposición a la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico es, por tanto, determinante para la salud de las generaciones futuras”, añade.
Esta investigación afina más resultados de un trabajo de investigación anterior sobre la exposición al NO2 durante el embarazo y la infancia y el deterioro de la función atencional en niños y niñas de 4-5 años. El presente estudio ha ido más allá y concreta que una mayor exposición al NO2 entre los 1,3 y 1,6 años de edad se asoció con un mayor error estándar del tiempo de reacción a un estímulo en la prueba de función atencional a los 4-6 años de edad. Éste es un indicador de la consistencia de la velocidad de respuesta. También se ha visto ahora que una mayor exposición al NO2 entre los 1,5 y 2,2 años de edad se asoció con mayor número de errores de omisión. E igualmente se ha podido precisar que una mayor exposición al NO2 entre los 0,3 y los 2,2 años se asoció con un mayor error estándar del tiempo de reacción a los 6-8 años sólo en los niños. Pero no se hallaron asociaciones entre una mayor exposición al NO2 y la memoria de trabajo en niños y niñas de 6 a 8 años.