En los cursos posteriores a la pandemia, el debate educativo en Cataluña se ha ido alejando cada vez más de las reglas del juego que lo habían sostenido desde la llegada de la democracia y la transferencia de competencias. Los desacuerdos y las discrepancias han sido innumerables. Se han llevado a cabo muchas huelgas y movilizaciones. Pero nunca como ahora se habían visto campañas de desprestigio con tanto eco mediático, ni con tantas falsedades para atacar a personas o entidades que defienden posturas opuestas. La crítica constructiva ha ido disminuyendo al mismo tiempo que el debate educativo se ha visto contaminado por las formas destructivas en las que algunos ciudadanos entienden ahora la política y el periodismo.
Creemos en una discrepancia basada en argumentos y no en la propagación de tópicos inverificables o falsos, en el respeto al trabajo de todos los profesionales de la educación y en la necesidad de que la ciudadanía y los medios de comunicación tomen conciencia de cómo la creciente complejidad social afecta el día a día de la escuela. Necesitamos recuperar la serenidad, la escucha y el respeto mutuo a la hora de abordar el diálogo sobre los múltiples retos que enfrenta hoy la educación en Cataluña, con el propósito de poner fin a la imagen distorsionada, e incluso falsa, del trabajo que se realiza a diario en los centros educativos de nuestro país.
Por ello, desde El Diari de l’Educació y desde El Diario de la Educación –y desde la Fundación Periodismo Plural que edita ambos– proponemos este manifiesto a favor de una información rigurosa y un debate respetuoso. Este manifiesto nace con el apoyo de más de una treintena de referentes de la comunidad educativa. Y hacemos un llamamiento a todos los miembros de la comunidad educativa catalana para que se adhieran.
En este enlace podéis leer el manifiesto completo y adheriros a él.
https://diarieducacio.cat/per-un-debat-educatiu-responsable-i-respectuos/
Respeto por el alumnado
En las últimas semanas, la virulencia verbal, las malas formas y la desinformación malintencionada parecen haberse instalado en el debate educativo. Estamos ante un fenómeno más de desinformación, como ocurre en muchos ámbitos de la sociedad. Pero en el caso de derechos esenciales como la educación y la sanidad, la desinformación resulta especialmente grave.
Uno de los principales exponentes de este fenómeno ha sido la extraordinaria proyección mediática del libro Incompetències bàsiques, del profesor Damià Bardera. En las múltiples entrevistas que ha concedido, sostiene la tesis de que el sistema educativo es «una gran farsa», ya que, según él, «la escuela, como institución, ha abdicado de enseñar» y «se está convirtiendo en una gran fábrica de analfabetos», atribuyendo la causa a la supuesta imposición de metodologías por parte de lo que llama pedagogismo.
Esta tesis no es nueva, con diferentes matices la han defendido diversos autores desde los años noventa, como se explica en el libro de Jaume Trilla La moda reaccionaria en educación (Laertes, 2018). La novedad son algunos de los argumentos expuestos por Bardera en estas entrevistas, que han causado gran malestar dentro de la comunidad educativa, y que han elevado aún más la temperatura del debate educativo en las redes sociales. También es novedad el extraordinario eco mediático que han tenido sus planteamientos.
Prueba de ello son las cuatro entrevistas que ha concedido a medios de la corporación de medios audiovisuales, así como a numerosos medios privados, algo sin precedentes para un libro dedicado a la educación.
En estas entrevistas, este profesor de filosofía ha hecho afirmaciones como que el perfil del docente de primaria es «chica, académicamente justa, con algunos problemas de comprensión lectora y sin curiosidad intelectual o cultural»; que en los claustros de secundaria «hay mucha incultura, hay profesores que no tienen ni idea de la actualidad, ni quieren saber nada. Todo es educación emocional para que el alumno no salga de su miserable ego»; o que «el progresismo pedagógico parte de la idea de que los alumnos tienen ganas de aprender y son angelitos, que quienes los corrompemos somos los adultos. Y eso no es así. Hay alumnos que son unos malnacidos».
Bardera ha cargado contra todo y todos: contra la administración como primer responsable de este «desorden»; pero también contra las facultades de Educación, la inspección educativa, los tribunales de oposiciones, los que describe como alumnos perezosos, los que llama «profes guays», entidades de reconocido prestigio del ámbito educativo en Cataluña, a las que tilda de lobbies, e incluso contra los sindicatos de docentes, a quienes acusa de falta de creatividad.
Desinformación, crispación
Otra muestra reciente de este estado de tensión en el debate educativo ha sido la campaña de desprestigio que ha sufrido el programa Innovamat. Esta empresa nació en 2017 de la mano de dos doctoras en didáctica de las matemáticas de la UAB, cuenta con un nutrido equipo de colaboradores, todos ellos docentes de matemáticas en diversas etapas educativas, y ha llegado a acuerdos con más de 2.000 centros educativos de nueve países. Es una de las muchas propuestas didácticas que surgen del ámbito académico o de la iniciativa privada –como lo son también todas las editoriales de libros de texto–, pero se la ha querido presentar como ejemplo de metodología impuesta por el pedagogismo, una acusación sobre la cual no hay evidencia alguna.
Así, lo que podría haber sido un debate sereno sobre cómo deben enseñarse las matemáticas se ha convertido en un ataque feroz contra este programa, al que se ha querido ridiculizar mostrando fragmentos sesgados de algunas de sus propuestas didácticas y sobre el que han circulado supuestas informaciones sin contrastar y objetivamente alejadas de la realidad.
El elevado nivel de crispación del debate educativo se visualizó también hace unas semanas, cuando uno de los máximos dirigentes de Ustec –el principal sindicato de docentes de la enseñanza pública– denunció a través de un mensaje en la red social X que existe una ofensiva organizada de la ultraderecha para canalizar el malestar docente. Como prueba, reproducía una serie de tuits catastrofistas de cuentas anónimas que se retroalimentaban entre ellas. Poco después, el presidente del segundo sindicato en número de delegados en la enseñanza pública (Aspepc-SPS) reaccionó con otro tuit en el que, sin mencionarlo, lo calificaba de impresentable, mediocre y político fracasado. En un posterior intercambio de mensajes, la discusión se recondujo.
Hay muchos más ejemplos. Desde las interpretaciones a veces precipitadas sobre los resultados de las pruebas PISA y de competencias básicas, que son importantes porque indican tendencias pero que deben ponerse en contexto, hasta mensajes sin verificar que circulan por las redes y que desinforman al alumnado, dando lugar a una posverdad que dificulta separar entre falsedad y realidad.
Por ello, os invitamos a sumaros a esta iniciativa a favor del debate respetuoso y de los cientos de miles de docentes que cada día trabajan incansablemente por el aprendizaje de todo su alumnado.