“Si queremos que nuestros pueblos no se mueran, es preciso mantener y potenciar un modelo escolar que contribuya a fijar la población activa”, dice Ana Oviedo López, jefa de estudios del CRA Río Tajo-José Manuel Oviedo, en Toledo.
Desde que el colegio público abrió sus puertas en 2008, Ana siempre ha estado muy ligada a él. Su padre, que da nombre a la escuela, impartió clase durante muchos años en el centro, donde ahora ella es profesora y donde, además, su hija estudia. “Creemos en la escuela rural al máximo”, confiesa.
Por ello, porque sabe que “la escuela rural es necesaria”, decidió presentar el proyecto ‘La escuela rural como modelo inclusivo y elemento dinamizador de la cultura y el desarrollo del entorno’ a la convocatoria de entornos colaborativos que el Ministerio de Educación abre con el fin de promover proyectos innovadores e inclusivos.
No lo hizo sola, contó con la colaboración de los CRA de la Coroña de Ceceda, en Asturias, y de Lozoya, en Madrid. Todos los proyectos presentados a la convocatoria tienen la particularidad de estar desarrollados por agrupaciones de centros públicos de distintas comunidades autónomas. “El hecho de partir de distintos contextos nos permite enriquecer nuestras respuestas”, dice Ana.
El Ministerio de Educación no interviene en las agrupaciones. “Los centros tenemos la absoluta libertad para formar los grupos y presentar proyectos con aquellos centros que consideremos oportunos”.
En la convocatoria de 2021, en la que han sido reconocidos y premiados 30 proyectos, se registraron 700 profesores y profesoras. La convocatoria de 2022 ya está abierta y los docentes interesados ya pueden inscribirse de forma muy sencilla en la página oficial del Ministerio.
En la convocatoria finalizada se han repartido 10.800 euros a 105 centros de todas las comunidades, Ceuta y Melilla para financiar los proyectos colaborativos presentados, cuyo principal objetivo es potenciar la equidad y la inclusión educativa.
En el caso del proyecto de la escuela rural, cada centro participante ha recibido 9.000 euros para los dos cursos de duración del plan. El dinero va destinado a entradas a instituciones culturales, desplazamientos locales, actividades y material de formación, pero sobre todo a los viajes del profesorado y del alumnado.
Conocer la realidad de la escuela rural
El objetivo general del proyecto presentado por los CRA de Toledo, Asturias y Madrid es “fomentar y fortalecer un modelo de escuela inclusiva, comprometida con el medio ambiente, que fomente la sostenibilidad, abierta a la participación de la comunidad educativa y del entorno social en el que está inserta”.
“Queremos quitar el ‘sambenito’ de que la escuela rural es peor que la escuela urbana», dice Víctor, profesor del CRA La Coroña de Ceceda, en Asturias, donde estudian 98 alumnos de entre 3 y 11 años.
El proyecto se basa, principalmente, en el intercambio de experiencias entre alumnos y profesores de la escuela rural. A nivel específico, cada centro lleva a cabo una serie de actividades pensadas para concienciar sobre temas que afectan a la sociedad y que se deben trabajar desde la escuela. La elaboración de murales sobre el medio ambiente y la sostenibilidad, actividades grupales para fomentar la participación o talleres formativos sobre inteligencia emocional son solo algunos de los ejemplos de las actividades que están llevando a cabo.
El problema de la escuela rural es que “nadie te dice si lo estás haciendo bien o mal”. Proyectos como el presente permiten conocer realidades de otros centros rurales y “que los niños se conozcan entre ellos para que vean que no son los únicos que estudian en un entorno rural”, dice Víctor. España es muy diversa y, a veces, algunos olvidan que “en Madrid hay gente que también vive en pueblos”, bromea.
Visibilizar la escuela rural es lo que pretenden los CRA participantes en este proyecto. “Somos los grandes olvidados de la educación, así que o nos juntamos nosotros o estamos pérdidos”, asegura este profesor, que confía en que esta iniciativa sirva para adquirir nuevas prácticas y compartir distintas metodologías entre los CRA de las tres comunidades autónomas que participan.
“Cuando empiezas a trabajar como docente siempre te suelen tocar escuelas rurales. La ‘hostia’ de realidad que te llevas es grande”. Clases de alumnos con edades mezcladas y falta de recursos, “toca reinventarse sobre la marcha”.
En cuanto al alumnado, proyectos como este son importantes para que salgan de su núcleo y no se sientan diferentes. “Que vean que hay otras escuelas en el ámbito rural”.
Aunque los tres profesores de los CRA participantes ya se han reunido de forma telemática, el próximo mes de marzo lo harán en el CRA de Madrid. El tercer trimestre de este curso, los alumnos de los distintos centros harán un encuentro en el CRA de Toledo, que se repetirá al siguiente año en Asturias.
Necesidades básicas de la escuela rural
Aunque las escuelas rurales de las diferentes comunidades autónomas no tienen las mismas necesidades específicas, sí que comparten una serie de necesidades generales.
“Tenemos que estar reinterpretando las normas y adaptándolas porque nunca se nos nombra”, dicen desde el CRA de Asturias. Los tres denuncian la necesidad de tener una normativa específica, la mejora de la conectividad y la inversión en mantenimiento y arreglos de las instalaciones escolares.
Señalan como una de sus mayores necesidades la de establecer fórmulas que potencien la continuidad del profesorado en este tipo de centros. El gran porcentaje de interinidad conlleva la falta de estabilidad e influye en que, muchas veces, no se puedan llevar a cabo proyectos innovadores. “Nos tenemos que adaptar a todo”, dicen.
Y es que las escuelas rurales tienen problemas que las urbanas ni se imaginan. “Nuestras salidas, en cuanto al transporte, se disparan. Para ir a ver una obra de teatro o visitar un museo necesitamos autobuses e, incluso, taxis”, denuncia Víctor.
Los alumnos de las urbes y de las zonas rurales tienen las mismas necesidades educativas y, por tanto, deberían contar con los mismos recursos. Para Ana, la rural “es una escuela que desde el conocimiento de lo local aspira a conocer el mundo”.
Para conseguirlo, necesita que la Administración trabaje “en pos de la equidad social y no discrimine a los ciudadanos por su lugar de residencia”.
El futuro de la escuela rural
El futuro de la escuela rural no es del todo esperanzador. “Veo el futuro chungo porque no hay población”, dice Víctor, que, sin embargo, asegura que el coronavirus ha hecho un gran favor a las escuelas rurales cercanas a las urbes.
“Llevamos una década creciendo gracias a los neorurales y desde la covid no hay casas libres en la zona. Todo está vendido”, cuenta el profesor asturiano.
Por su parte, Ana piensa que la clave está en trabajar en pos de una escuela rural inserta en el siglo XXI, es decir, “conseguir un entorno sostenible en que los pueblos y su ciudadanía sean los verdaderos protagonistas en la construcción de su futuro, siendo la principal herramienta la educación de todos sus pobladores, desde los más pequeños hasta los más mayores”.
¿Quién tiene la llave para conseguir esta transformación? Las administraciones educativas, que deberían servir de “eje vertebrador de las comunidades educativas rurales y facilitar, en la medida de lo posible, recursos, asesoramiento y formación”. “Deben ser conscientes de la importancia de la escuela y de la existencia de servicios públicos básicos en las zonas rurales de nuestro país”, sentencia Ana.