Los cuidados no remunerados alejan a una gran cantidad de mujeres en España de la carrera laboral (un 25,1% alegan este motivo, un 2,6% en el caso de los hombres, según un reciente estudio de la OIT). ¿Y de la académica? ¿Qué sucede cuando una mujer se convierte en madre en medio de sus estudios obligatorios o postobligatorios? Ni en el INE, en el Instituto de la Mujer, el Ministerio de Educación y FP o el de Ciencia, Innovación y Universidades existen estadísticas de deserción de los estudios por este motivo, por tratarse de “datos privados”.
Conciliación estudiantil-familiar
Desde el campo de la investigación, al abordar el abandono universitario, Marina Elias Andreu, de la Universitat Autónoma de Barcelona, reconoce las cargas familiares como una de sus causas. Pero, sin duda, la investigadora que más se ha centrado en este campo ha sido Amparo Alonso-Sanz, de la Universitat de València, quien en un artículo publicado en 2015 junto con Inés Lozano y Marcos Jesús Iglesias acuña el concepto de conciliación estudiantil-familiar.
Según la investigación, “el colectivo de estudiantes con responsabilidades familiares y en estado de gestación, aunque pueda ser una minoría, ya resulta significativo y va en aumento”. Menciona cómo a raíz de la crisis se incrementó la edad de acceso a la educación superior. Según datos del Ministerio de Educación, en los últimos cinco cursos desde 2007-2008 la población universitaria de 18 a 24 años aumenta un 13,7%, mientras que la de más de 30, un 18,4%. “Ya no llegas solo recién salido del instituto, hay gente que accede tras un grado previo o tras un periodo trabajando o en situación de desempleo”, analiza Alonso-Sanz.
Justamente estos años de recesión han coincidido con la implantación el Espacio Europeo de Educación Superior, con mayor peso de la evaluación continua y obligatoriedad de asistencia a clase, entre otros. “Como consecuencia, nos encontramos con estudios de Magisterio o Enfermería, muy feminizados, o estudios de postgrado, donde la maternidad sí se hace presente. No solo la maternidad, las cargas familiares, el cuidado de personas dependientes, que recae más en las mujeres. Tenemos, por ejemplo, abuelas que no pueden asistir a la universidad de mayores porque han de ocuparse de sus nietos… Es necesario abordar el problema en su conjunto y con una perspectiva de género”, señala Alonso-Sanz, “Ya que la gestación, parto puerperio y postparto afecta solamente a las mujeres, no puede convertirse la opción de la maternidad en un factor de desigualdad”.
Freno a la penalización
Si para ella la maternidad en nuestro país puede ser causa de abandono de estudios, su ralentización, disminución del éxito académico y, en definitiva, autolimitación académica, insta a echar un vistazo al panorama internacional. Pese al vacío en nuestro país, fuera de nuestras fronteras hay ya universidades calificadas de family friendly, como la de Brighton, que facilita la conciliación de la crianza con los estudios. Escuelas infantiles, becas para acceder a ellas, modalidad a distancia o asociaciones de estudiantes en la misma situación, así como instalaciones habilitadas para menores, son algunos de los recursos con que cuentan los estudiantes padres en el Reino Unido. También en Holanda existen ayudas específicas para madres que están estudiando, “menos instalados como están en la tradición de aquí: ten un trabajo, una casa, cásate y ten hijos”.
En determinados países de América Latina prima una visión proteccionista del madresolterismo, y en ciertos estados de EEUU, como Utah, se protege la maternidad por cuestiones religiosas. La figura de las madres se suele contemplar como un colectivo con necesidades educativas especiales.
En España, entretanto, la legislación es ambigua, pues el Estatuto del Estudiante Universitario sí habla de “una atención y diseño de las actividades académicas que faciliten la conciliación de los estudios con la vida laboral y familiar”, pero no abunda más allá. Y se hace necesaria una mayor sensibilización del alumnado, del profesorado y del personal de administración y servicios sobre la posibilidad de compatibilizar la vida estudiantil y familiar.
“Nosotros no estamos animando a ser madres en edad temprana. Estamos diciendo que debe haber una estructura, de forma que quien desee ser madre mientras está estudiando pueda serlo con garantías de salud, sin llevar a cabo un sobreesfuerzo que acabe haciendo que a los dos años estas mujeres estén enfermas, con problemas de estrés o ansiedad, y sin que tengan que abandonar uno de los dos roles, generalmente el de estudiante”, matiza Alonso-Sanz, que cuenta con una propuesta de regulación en nuestro país con las adaptaciones pedagógicas, los recursos, los servicios y las medidas legislativas y fiscales que considera pertinentes en estos casos.
“Es una realidad que no aparece en las estadísticas, no se cuantifica, aunque se reconoce la existencia de estudiantes cuidadores cuando, por ejemplo, las escuelas de verano se ofrecen tanto a los hijos de docentes como a los de estudiantes”, insiste.
Acción-reacción
De momento, en nuestro país las medidas suelen llegar tras las quejas, tras casos concretos que en ocasiones trascienden públicamente.
El último ha sido el de María Cadierno, estudiante de 2º de Grado de Maestro en Educación Infantil en la Universidad de Oviedo, dado a conocer la semana pasada por la prensa local. A un mes para salir de cuentas –el nacimiento de Lucas se espera para noviembre– tanto ella, que estudia lejos de su familia, como su pareja, actualmente en el mundo laboral, se han encontrado con lo difícil que es hacer entender su situación. Aunque en un principio en la Universidad se le había garantizado flexibilidad, al acudir a informarse acerca de las medidas concretas ha dado con comentarios del personal de administración y servicios como “no existe ningún protocolo” o “no deberías haberte matriculado”.
Ahora, tras cierto revuelo mediático, el rector de la facultad, Santiago García Granda, se ha reunido con María y le ha explicado las zonas que se van a habilitar si en alguna ocasión, sobre todo los primeros meses, al no existir un permiso de maternidad para estudiantes, tiene la necesidad de acudir con el bebé. Habrá, además, dos cambiadores en los baños, un biombo en el comedor por si así lo prefiere la madre lactante y no habrá obstáculos para carritos de bebé en los accesos. Por lo demás, se ha dejado en manos de cada profesor, en virtud de la libertad de cátedra, las adaptaciones pertinentes. Se ha asegurado que el caso ya se estudia desde la Unidad de Igualdad de la Universidad y que el de María no ha sido el primero.
La estudiante, que se verá próximamente con una profesora para analizar las adaptaciones en su asignatura, tiene la sensación de que se ha intentado atajar este problema concreto, pero que poco ha cambiado. “Es una facultad de formación del profesorado, por lo que profesores y alumnos siempre están más concienciados con este tema. Si vas a hablar con el profesor concreto, puede que levante la mano en asistencia. Que haya un bebé en la facultad no está mal visto. Pero yo creo que hace falta un marco legal para que te aporte cierta seguridad estudies donde estudies, para que no tengas la sensación de que estás pidiendo un favor o te tengas que plantear abandonar el curso o posponer la maternidad”, reflexiona.
En su caso, se trata de una maternidad buscada, explica. Ha llegado a los 25 años, tras un periodo trabajando precisamente para costearse los estudios que ahora cursa, con beca. Para no perder esa beca, ha elegido la modalidad de evaluación continua, sin reducción: “Voy a por todas las asignaturas, no contemplo parar más años los estudios. He estado ahorrando para esto”, plantea María, consciente de las dificultades: “En Educación Infantil no existe la modalidad a distancia, y con Bolonia da igual que las faltas sean justificadas. En función de las que acumules, pierdes la evaluación continua”.
De momento, está en contacto con el Frente Feminista de la Universidad de Oviedo y con la Asamblea Feminista de la Universidad Complutense, que se movilizó al conocer el caso. Juntas van a elaborar un protocolo que presentarán ante la Unidad de Igualdad. “Yo solo he querido demostrar que este problema, aunque está tapado, existe. Que sientes que tienes que elegir entre una cosa u otra porque, si no, o eres mala madre o no has tenido cabeza”.
Imaginario social
“En el imaginario social, y en el de las universidades, prolifera la idea de que el embarazo joven en determinadas circunstancias necesariamente obliga a la interrupción. No se contempla el deseo de continuar con él y compatibilizarlo con los estudios”, plantea Raquel Hurtado, especialista en sexualidad y jóvenes de la Federación de Planificación Familiar Estatal. “El embarazo adolescente y joven siempre se ve como riesgo, no como posibilidad”.
Una posibilidad que, reconoce, penaliza. Citando el último gran estudio sobre el tema, de la investigadora del CSIC Margarita Delgado, el precio en muchos casos es el acortamiento de los estudios, un patrón de actividad de menor intensidad y menores porcentajes de empleos estables.
Hurtado echa en falta una mayor sensibilidad y políticas concretas que garanticen el acceso a la educación independientemente de la situación vital de la persona. Entretanto, desde la federación cuentan con un programa de acompañamiento a madres adolescentes y jóvenes en el que se incide en la opción de conciliar maternidad y estudios o desarrollo laboral, pese a las trabas.
Mientras, en las universidades, al preguntar si se contempla la maternidad como posibilidad, una respuesta habitual es “no nos enteramos de estas cosas”. En la Complutense de Madrid, las ayudas para situaciones sobrevenidas, que cubren al estudiante para que culmine al menos ese curso, protegen a la chica que se queda embarazada, como lo hacen en cualquier otra situación inesperada que pueda atravesar un estudiante. En la Autónoma de Barcelona, la matrícula a tiempo parcial, antes llamada “vía lenta”, es una posibilidad para estos casos. Además, el tercer Plan para la igualdad entre mujeres y hombres alude directamente a la conciliación “con perspectiva de género”.
Amparo Alonso-Sanz menciona cómo también el tercer plan de igualdad de la Universidad de Valencia está teniendo en cuenta algunos aspectos de la conciliación estudiantil-familiar. La Universidad de Alicante ha sido pionera con un reglamento que incluye adaptaciones curriculares para estos casos (englobando a las personas con cargas familiares con Erasmus, deportistas de élite y personas con discapacidad). En la Universidad de Barcelona, a raíz de una queja concreta, se prepara un protocolo para estos casos. Y en la Universidad de Murcia se ha creado una sala de lactancia, “que no ha sido exitosa, pues se encuentra en una facultad en medio de un campus gigante”.
Excepciones
Si se busca una universidad family friendly en nuestro país, por distintas razones, destacan dos: la UNED, a distancia con clases presenciales de apoyo, donde no es extraño que las estudiantes acudan a recoger el título con su bebé, y la Universidad CEU San Pablo. Como explica su vicerrectora de Estudiantes y Servicios a la Comunidad Universitaria, Mª Isabel Abradelo, en su “apuesta por la vida”, y dado que reconocen “las dificultades que un estudiante, hombre o mujer, debe afrontar cuando debe compaginar sus estudios con la maternidad o la paternidad”, el tutor personal con el que cuentan todos los estudiantes “ayuda al alumno a orientar su esfuerzo de manera que pueda compatibilizarlo razonablemente con sus obligaciones como padre o madre, especialmente en los casos en que se trata de una maternidad juvenil, a veces ni siquiera buscada”. Así “se anima a las madres jóvenes a continuar sus estudios y, a través de la figura del tutor, se informa a los profesores, con el consentimiento del estudiante, de las dificultades que pueda tener y, sin perder el nivel de exigencia, se facilita su asistencia a clases y la realización de pruebas y exámenes”, prosigue. Según los datos de la universidad, se dan dos casos anuales de embarazos entre estudiantes jóvenes, y habitualmente las alumnas continúan con sus estudios.
Frente a estas dos agujas en un pajar, la una por la modalidad de estudios que ofrece y la otra, por las convicciones religiosas que laten detrás, Alonso-Sanz aboga por iniciar un camino hacia una mayor naturalización y flexibilidad en el sistema universitario en general, empezando por la sensibilización -“Si no, cualquier medida legislativa va a ser mal entendida o no apoyada”- y teniendo presentes los derechos de todos (bebé, madre, padre, docentes, alumnos).
El biombo de la Universidad de Oviedo no le parece mala idea. En sus investigaciones recoge el planteamiento de Springer, Parker y Leviten-Reid: “No ofreciendo un espacio para la lactancia, las universidades y departamentos dan el mensaje de que las madres deben elegir entre el trabajo o la crianza”. O contar con un cambiador portátil en conserjería. O recurrir a clases grabadas. Pero para ella es necesaria una visión de conjunto: “En nuestra propuesta de legislación nos basamos en el convenio para mujeres trabajadoras y sus bajas de maternidad. Todos los puntos de remuneración económica trasladados a la educación se extrapolan al derecho a ser evaluada, a no perder la evaluación”, explica Alonso-Sanz.
“Sin lugar a dudas, para que se genere el cambio legislativo es necesario un colectivo numeroso y asociado de afectadas que se han sentido discriminadas para reunir firmas”, asevera. “Y las hay. Yo lo fui, ya no lo soy, pero sigue habiendo mujeres que a estas alturas han de escuchar ‘Haberlo pensado antes’. No es justo, y a nadie se nos pasaría por la cabeza espetar ‘Haberte pensado antes lo de trabajar si querías ser madre’”.
¿Y en el instituto?
Antes, en la educación obligatoria y postobligatoria, es competencia de cada comunidad autónoma. Hace tres años, se generó cierto revuelo en la Región de Murcia porque el PP introdujo la posibilidad para menores embarazadas de estudiar en casa. Hasta ahí todo bien, pero uno de los argumentos expuestos fue “evitarles la vergüenza” acudiendo a su centro. La moción salió adelante. Hoy, se sigue ofreciendo a las menores que así lo requieren (si el proceso de gestación conlleva la necesidad de reposo o resulta indicada la no asistencia al centro) la posibilidad del Servicio de Apoyo Educativo Domiciliario, con profesores de apoyo del ámbito sociolingüístico y científico-matemático acudiendo al domicilio de la alumna de seis a ocho horas a la semana, coordinados con los tutores y profesores de su centro para evitar que el proceso educativo se interrumpa. Cinco alumnas embarazadas se acogieron a esta modalidad el curso pasado.
Las Enseñanzas a Distancia, ofrecidas por el Centro para la Innovación y el Desarrollo de la Educación a Distancia del Ministerio, son una posibilidad en cualquier comunidad autónoma hasta los 16 años y, a partir de los 16, se puede cursar ESO o bachillerato a distancia a través de Educación para Adultos.
Galicia, por su parte, con una ley que regula una red de apoyo a la mujer embarazada, establecía en su decreto de atención a la diversidad de 2011, en su artículo 31, cómo se arbitrarán “las actuaciones o medidas de apoyo necesarias para hacer posible la continuación de los estudios por parte de la menor embarazada y, en su caso, del futuro padre en edad de escolarización obligatoria, de forma compatible con las exigencias derivadas del embarazo y con los deberes de la maternidad y de la paternidad”, con la “adecuación de los procesos de enseñanza y aprendizaje a sus necesidades durante su embarazo y en los dos años siguientes al parto”, contemplándose la asistencia intermitente, tanto en el caso de la madre como en el del padre, “de acuerdo con sus necesidades”.