El hashtag #yomequejo ha sido el último. Con él se producía una dura contestación a un tweet de David Calle en el que aseveraba: “Cada día más cansado de todos esos profesores que no paran de quejarse. Más autocrítica, menos quejas, más energía, más pasión y menos excusas para justificar su pereza. Porque ese es el ejemplo que dan a sus alumnos. Y así nos va”. Calle, profesor de apoyo –en academia y a través de YouTube– quedó entre los 10 finalistas el curso pasado al Global Teacher Prize, y, desde entonces, como le pasara a César Bona, se ha convertido en una especie de celebrity en el terreno educativo. Esa misma tarde, la del pasado 14 de junio, había participado en un debate retransmitido en directo en Facebook Live por Banco Sabadell, junto con Toni Nadal, ¿Cómo tienen que estudiar nuestros hijos?
Cada día más cansado de todos esos profesores que no paran de quejarse. Más autocritica, menos quejas, más energia, más pasión y menos excusas para justificar su pereza. Porque ese es el ejemplo que dan a sus alumnos. Y así nos va.
— David Calle (@davidcpvm) 15 de junio de 2018
A su tweet a modo de reflexión le empezaron lloviendo duras críticas. En los primeros momentos él trataba de responderlas, e incluso se mostraba satisfecho de haber abierto un debate pero, quizá por la intensidad que cobró la refriega en redes sociales, terminó bloqueando, abrumado, aquellas cuentas en las que se le afeaba su comentario. A raíz de la polémica, Calle vio incrementarse su número de seguidores en Twitter.
En cierto modo, es como si el tweet de Calle hubiera dado pie a una especie de catarsis colectiva, bajo el hashtag #yomequejo. La corriente crítica con la innovación educativa, con los influencers y gurús, saltaba a la yugular de Calle, que en un intento de apaciguar los ánimos se autojustificaba y se arrancaba tal etiqueta. A día de hoy prefiere no hacer valoración alguna de este episodio, pues no serviría, responde por teléfono, sino “para echar más leña a la hoguera”.
A veces, quejarse del sistema sirve para denunciar sus carencias. Quejarse del día a día sirve para descargar tensiones. Y nada de ello significa, que al día siguiente, no lo vuelvas a dar todo. Todo, y más. Pero quejarse de los compañeros, aprovechando tu posición mediática, uff
— Señorita Rotesmeyer (@larotesmeyer) 15 de junio de 2018
Y añado. Ni innovador, ni guru, ni experto en nada. Solo soy un padre de una niña de 15 años y un profesor de academia que dedica su tiempo libre, altruistamente, a grabar videos con un rotulador y toneladas de pasión para dar las mismas oportunidades a todos.
— David Calle (@davidcpvm) 15 de junio de 2018
Este intercambio subido de tono refleja bien lo que para el investigador Iñaki Murua es Twitter: una “gran taberna digital”. ¿Es o se ha convertido? “Mucho se habla del cambio (para mal), del ‘ambiente insoportable’ en este entorno, pero yo sigo pensando que depende a quién sigas, con quién te relaciones, de qué modo consigues evitar en la medida de lo posible el ‘ruido tuitero’ para que te resulte útil como parte de tu PLE (entorno personal de aprendizaje)”. En su caso, reconoce que no es mucho de meterse en ese tipo de batallas, “y además en muchas de esas controversias intuyo que hay más de uno y de dos trolls (perfiles anónimos), con los que no me gusta jugarme los cuartos”.
Nando J. López, profesor de ESO y Bachillerato en excedencia, y autor de Dilo en voz alta y nos reímos todos, Cuando todo era fácil o #malditos16, asegura, por su parte, que suele participar “poco o nada” en peleas tuiteras: “Son muy estériles. Al final son más una lucha de egos, y hay gente que las aprovecha para ganar seguidores y popularidad”. El #yomequejo ha sido, en cierto modo, una excepción, pues López también se ha sentido interpelado: “Me parece muy importante que se ponga de relieve la realidad de las aulas, sobre todo a raíz de las acusaciones de ciertos supuestos influencers, que hablan simple y llanamente por su propio interés y juzgan el trabajo de toda la comunidad docente. Ese hashtag ha demostrado las carencias que hay en nuestras aulas, sobre todo en la escuela pública, la necesidad de inversión… Quizá para mí lo más significativo de Twitter este año es que por primera vez se ha cuestionado de una manera rotunda y clara el concepto de gurú, toda esa filosofía fácil de gente que no está en el aula o la ha dejado pero que cree que puede dar recetas o fórmulas mágicas que realmente no son aplicables a la realidad. Lo segundo que destacaría es el reconocimiento del trabajo real del docente: frente al concepto de influencer, de gurú, de la charla magistral en que supuestamente se aportan métodos novedosos y rompedores, paradójicamente desde una charla magistral, se ha vuelto a poner de relieve el trabajo cotidiano, diario, práctico y a veces muy duro de muchos profesionales”.
Autocrítica, sí. Generalizaciones, las justas
Cuando hace publiqué #LaEdadDeLaIra, hubo quien me acusó de «desnudar las aulas» y «ser muy crítico». Me lo tomé como un elogio, pues detesto el corporativismo y creo que defender lo que se ama -la educación- exige ser crítico.
— Nando López (@Nando_J) 16 de junio de 2018
Según Toni Solano, que retrata aquí bien lo que está siendo este verano en Twitter, “hay varios debates continuos que, sin ser trending topic, acaban polarizando las discusiones. El de los influencers es quizá el más vistoso, pero hay otros: contenidos vs competencias, inclusión vs segregación, deberes sí, deberes no…”. El primero, señala Solano, director del IES Bovalar de Castellón, se trata de “un clásico que enfrenta a los tradicionales con los innovadores: quienes defienden un mayor peso de las competencias se ven acusados de renunciar a los contenidos y ofrecer un aprendizaje vacuo, mientras que los que defienden los contenidos reciben acusaciones de priorizar la memoria y saberes poco duraderos más allá del examen”.
-Lo peor, los flippers, esos sí que fastidian la educación
-Y los que gamifican
-Los gamificadores, uf, y los youtubers, qué asco…
-Pues anda, que la pedagogía tradicional
-O memorística, no te olvides
-Y ¿qué me decís de los astronautas?
…
(Verano en Twitter, fragmento) pic.twitter.com/LmVxBXNHqJ— Toni Solano (@tonisolano) 3 de julio de 2018
-Soy experto en flipped learning, coaching, gamification y gromenagüer
-¿En qué centro dices que trabajas?
-No, yo es que doy charlas y eso.— Maestra de pueblo (@maestradepueblo) 8 de mayo de 2016
El segundo enfrenta a quienes reniegan de la escuela inclusiva, “que alegan que la falta de recursos y formación provoca una igualación a la baja que, al tener en clase niveles y capacidades tan distintas, el profesor siempre tiene que avanzar al ritmo más lento”, y a quienes la defienden, con la igualdad de oportunidades y la necesidad de atender a la diversidad por bandera, “aportando más recursos para que todos puedan aprender a su ritmo”. En cuanto al debate de los deberes, siempre vuelve, “sobre todo al inicio de las vacaciones”: “No hay estudios que avalen la eficacia de los deberes, ni tampoco lo contrario. Así que ahí seguimos, con quienes piensan que los deberes marginan a los que menos ayuda familiar tienen y los que defienden su necesidad para asentar conocimientos”.
Si el tweet de David Calle encendió los ánimos de la corriente antiinnovadora, el discurso de Francisco Tomás y Valiente en la entrega de los premios a la Excelencia para estudiantes de ESO, Bachillerato, FP y Enseñanzas Artísticas Profesionales de la Comunidad de Madrid, hacía lo propio con el debate entre excelencia y equidad, y daba pie a interesantes hilos como el de Lucas Gortázar.
Para muchos, el debate sobre el bilingüismo, o mejor, el modo en que se está implantando, que ha dado pie a hashtags satíricos como #bilingüismoCañí, es la otra cara de la misma moneda, como muestra este hilo de Maestra enfurecida. Y en muchos casos, la defensa del modelo desde la Administración, no contribuye sino a reavivar la polémica.
A los docentes nos han acusado de adoctrinar en nuestras aulas.
Hoy respondemos.#YoAdoctrino pic.twitter.com/LPTgJTK5O7— YoAdoctrino (@YoAdoctrino) 22 de octubre de 2017
Por otra parte, al hilo de la actualidad de este último curso, al comienzo de este, y tras las acusaciones de adoctrinamiento en las escuelas de Cataluña, se creó una campaña pidiendo respeto por la labor de los docentes y que se les deje aparte de los conflictos políticos bajo el hashtag #YoAdoctrino. Un mes después, el hashtag #Fraudeinterino lograba una gran repercusión apostando por un plan para la estabilidad del colectivo. Fue el curso, también, en que al penúltimo ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, se le ocurrió por enésima vez rescatar el concepto de MIR educativo, que también dio lugar a un buen puñado de tweets a principios de 2018. Y el curso en que el penúltimo intento de pacto naufragó. Cuando nadie lo esperaba, a final del tercer trimestre, cambia el signo del Gobierno, y algunos se preguntan si esta vez sí. También a final de curso, Ciudadanos Madrid creyó que sería una buena idea mantener los colegios abiertos a los alumnos hasta el 1 de julio y desde el 1 de septiembre en aras de la conciliación, logrando un buen aluvión de críticas por parte de los docentes.
— Maestra de pueblo (@maestradepueblo) 27 de febrero de 2018
También a través de Twitter nos enteramos de historias, como esta, tan emotiva, que el periodista Eduardo Suárez compartía con motivo del 8 de marzo, que en este 2018 ha adquirido una significación especial. O de esta otra, bastante triste, que relataba Ester sobre el destino del IES Politécnico de Cartagena, historia finalmente, parece, con final feliz. De nuevo, la inclusión y la segregación en pugna.
Gracias a Twitter descubrimos estudios o nos reímos con propuestas como la de Maestro Jota bajo el hashtag #CuadrosDocentes. Siempre queda el humor, como ha sucedido este curso con el tweet de Maestra de pueblo sobre la organización de un autobús en las excursiones escolares, a veces sea fuente de polémicas también.
-Este trabajo lo haremos en parejas.
-¿Pueden ser de 3?#CuadrosDocentes pic.twitter.com/pdzF6t6yu0— Dilo en voz alta (@envozalta_libro) 18 de marzo de 2018