Las tasas de empleo de las mujeres en relación a los estudios que han alcanzado sorprende casi en cualquiera de los niveles, aunque cuanto más bajo, peor. Mucho peor. A ellas, también a ellos, les compensa mucho más llegar a la educación superior. Si en 2021 las mujeres con estudios inferiores a la ESO tenían una tasa de empleo del 31,8%, las que alcanzaron la etapa superior arrojaban un porcentaje de empleo del 78,7%: 47 puntos porcentuales de diferencia. Para el caso de los hombres, esta diferencia es de 31,5 puntos porcentuales y donde más alta es, precisamente, en las etapas inferiores. Ellos, con niveles inferiores a la ESO tienen una tasa de empleo del 53,1%.
Además de estas diferencias enormes y que dejan claro que las mujeres tienen tasas de empleo inferiores a pesar de alcanzar los mismos niveles educativos, también constatan que en los últimos diez años, a las mujeres que como muy lejos consiguieron la ESO, las tasas de empleo no han mejorado prácticamente nada. Para las que no llegaron a la secundaria obligatoria en 2011 la tasa de empleo fue de 31,1 y en 2021, 31,8. Para las que consiguieron la ESO, el primer porcentaje fue de 50,1 y el segundo, de 50,5%; es decir, una mejora de la tasa de 0,4 puntos. En el caso de ellos, para quienes no llegaron a la ESO, la mejora fue de cuatro puntos y en el caso de la segunda, de casi 3 puntos.
Eso sí, entre quienes alcanzaron la secundaria postobligatoria y la educación superior, las diferencias entre 2011 y 2021 fueron iguales para chicas que para chicos, un aumento en el primer caso de 2,8 puntos y en el segundo, de 2,3.
Más allá de estas cifras, las chicas con algo menos del 50% en buena parte de las etapas educativas. Al menos en infantil, primaria y la práctica totalidad de la ESO, salvo el 4º curso, en el que suponen justo el 50% según los datos de que dispone en Mininsterio de Educación. También son minoría en la formación profesional, sobre todo en la básica (29,8%), aunque disminuye en grado medio (43,8%) y, sobre todo, en el superior (48%). Unos porcentajes que se dan la vuelta en la educación para personas adultas. En los estudios formales, son el 55,9% y en los no formales, el 68,7%.
En el caso de las alumnas de origen extranjero, sucede algo similar. Mientras que en la educación infantil, primaria y secundaria obligatoria su porcentaje ronda el 48%, en bachillerato son el 57,8%. En FP básica son el 27,5%; 47,7% en el grado medio y el 55% en el superior.
Parece, en un simple vistazo a estas cifras, que ellas tienen claro que han de hacer lo posible por llegar lo más lejos en el sistema educativo. En este sentido, también tienen mejores tasas de idoneidad en todos los cursos, tienen menor tasa de abandono escolar temprano y, además, aprueban en mayor medida en la EBAU (57,9%). En relación a la universidad, también son ellas las que lideran el porcentaje de personas egresadas. De media suponen el 59,8% y salvo en los estudios de Informática (13.6%); Ingeniería, Industria y Construcción (30,8%) y Servicios (41.7%), son mayoría, especialmente en los estudios de Educación, en donde son el 80,7% de las egresadas.
Profesorado
Desde hace mucho tiempo se dice que la educación es una profesión feminizada en referencia a que ellas son franc mayoría. Lo son, desde luego, en la docencia, sobre todo no universitaria, en donde suponen el 72,4% de todas las trabajadoras. Eso sí, tan solo son el 42,9% de las docentes universitarias a pesar de contar con más estudiantes de grado, más egresadas y más personas que firman tesis doctorales. También son algo menos del 50% en las enseñanzas de régimen especial y un 65% en las de adultos.
En el régimen general, donde hoy suponen el 72,4%, ha habido un incremento con respecto a 2010, cuanto eran el 69,7%. Esto se traduce en que hay algo así como 50.000 maestras y profesoras más en una década, mientras que ellos con 4.000 menos. Estas medias esconden importantes diferencias, eso sí, según la etapa.
En cuanto a las mujeres en cargos directivos, las variaciones con respecto al año pasado sin mínimas y ellas siguen siendo la gran mayoría en todos los cargos directivos (directoras, secretarias y jefas de estudios).