«La norma es floja, aspirábamos a más», asegura Jordi Menéndez, portavoz de la oenegé Justicia Alimentaria que, junto a la Ceapa, ha presentado alegaciones para intentar mejorar un texto legal que, desde su punto de vista, «solo es una propuesta de mínimos» que, con suerte, supondrá una cierta obligación para aquellas comunidades autónomas que no han hecho nada en los últimos años pero que, en comparación con otras, «como puedan ser Cataluña o Comunidad Valenciana», se va a quedar muy atrás.
Olga Leralta, representante de Ceapa también muestra el descontento de la confederación con el decreto, aunque sí se alegra de que por fin se hayan puesto manos a la obra para elaborar una normativa que cree que es imprescindible.
Tanto para Ceapa como para Justicia Alimentaria el nuevo texto legal presentado a información pública adolece de varias cuestiones. Una de las primeras, explica Menéndez, es la falta de concreción de algunos términos importantes, sobre todo, cuando habla de productos de cercanía y de temporada. Parece baladí, pero la definición de ambos conceptos es importante. En primer lugar, por ejemplo, porque no todas las frutas y verduras tienen la misma temporada en todo el territorio del Estado. No es lo mismo la temporada del tomate en Euskadi que en Almería. Pero, además, debido al uso de invernaderos, las temporadas se han alargado, en algunos casos, hasta los doce meses del año.
Cuando alguien piensa en consumir verduras o frutas de cercanía piensa en que se han cultivado a pocos kilómetros de su casa, pero no tiene por qué ser así. Menéndez insiste en que las definiciones son importantes para aclarar las situaciones. ¿Los plátanos de Canarias son de cercanía por ser parte del territorio nacional? ¿100 kilómetros son cercanía? ¿pueden serlo 400? «Podemos ‘importar’ todo desde los invernaderos de Almería, pero eso no es proximidad», zanja Menéndez quien cree que es importante aclarar estas cuetiones porque la cercanía debería suponer, efectivamente, pocos kilómetros de distancia, lo que supondría un menor consumo de combustibles y contaminación o apoyar a la agricultura local. «Es más sostenible», afirma.
Cocinas y máquinas
El Real Decreto no contempla la recuperación de las cocinas in situ en los centros educativos. Simplemente, no aparece. Explica Jordi Menéndez que la excusa que les han dado es que esta cuestión no depende del Ministerio de Sanidad, quien lo ha redactado, sino de las comunidades autónomas en sus planes de infraestructuras escolares. En cualquier caso, él defiende, así como lo hace Ceapa, la reapertura de las cocinas y comedores que hayan quedado en desuso, así como que en la construcción de nuevos centros educativos se contemple esta infraestructura.
Ante la dificultad de que esta reversión hacia las cocinas en los centros, defienden posibles alternativas como la de los caterings de «línea caliente», es decir, aquellos que cocinan y distribuyen en el mismo día. Es bastante habitual que los comedores escolares funcionen con la «línea fría», comidas preparadas y congeladas que pueden distribuirse en cualquier momento.
Leralta asegura que entienden que no todos los centros educativos pueden tener su propia cocina, pero la línea fría no es la opción. Explica que toda la comida es congelada, se cocina dos veces en semana y resulta poco sostenible con el medioambiente cuando, asegura, han tenido conocimiento de centros educativos que reciben este tipo de caterings preparados en Portugal. En cualquier caso, suponen un mayor uso de transporte, de plástico y de energía en la refrigeración de los alimentos.
En una línea parecida, Menéndez preferiría que el Real Decreto eliminase de los centros de secundaria las máquinas expendedoras de comida tal y como son hoy día. El texto legal recoge la obligatoriedad de que estas máquinas salgan de las zonas más visibles de los centros educativos para quedar «escondidas». Desde su punto de vista, las opciones pasarían por llenarlas de productos frescos y no procesados o, simplemente, retirarlas de los centros educativos.
Leralta asegura que, mientras que en primaria la comida de niñas y niños está mucho más supervisada, en los centros de secundaria, ya sea en estas máquinas o en las propias cantinas, «tener acceso a ‘comida basura’ es lo habitual».
Algo parecido ocurre con las máquinas de bebidas. El Real Decreto contempla, por ejemplo, que las bebidas que tienen cafeína no puedan contener más del 15% por 100 gramos. Elcaso es que para Menéndez, es perjudicial que menores de 12 o 13 años puedan tener acceso sin restricciones a bebidas con menor contenido en cafeína también. Desde su punto de vista, sería suficiente con que en los centros educativos se contase con fuentes de agua accesibles para toda la comunidad educativa.
Transparencia
Esta es otra de las aportaciones que hacen desde Ceapa y Justicia Alimentaria. Quieren que el decreto, además de concretar algunos de los conceptos importantes cmo cercanía, temporada y demás, para poder aplicar, después, el régimen sancionador con garantías, tenga en cuenta el papel de las familias en el control de la alimentación en los comedores y centros educativos.
Leralta denuncia que las familias no conocen cuándo se realizan las inspecciones por parte de la Administración en los comedores y cocinas. No saben tampoco cuáles son los resultados de dichas inspecciones y quieren poder tener acceso a esta información.
Es más, quieren participar del control que se ejerce sobre las empresas de catering y sus servicios. Asegura que podría hacerse con comisiones dentro de los propios centros educativos, através de sus consejos escolares. Pero que también podrían actuar en el nivel provincial y autonómico. Entre otras cosas, comenta, para evitar situaciones como las que se han dado en bastantes ocasiones con empresas de catering que de un día para otro dejan de dar servicio a los centros educativos por diferentes problemas que se podrían haber evitado o, al menos, controlado.
«No queremos que nos pase, asegura Leralta, como con otras normativas como la de publicidad alimentaria. Hacemos aportaciones como organizaciones civiles que, después, se quedan en un cajón».