Autoría: Miriam Campos Leirós, Abraham López Morales, Javier Zarzuela Aragón, Joaquín José Martínez, Mª del Rocío Gómez Vizcaíno y Ariadna Bonet Perot
Hablar de cambio climático, qué es y cómo se percibe
Queremos remitirnos a la la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992), en su artículo 1, para definir el el cambio climático como “cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”. A partir de ese momento se reconoce al cambio climático como problema mundial cuya responsabilidad principal recae en los países desarrollados, que deben velar por asegurar un desarrollo económico sostenible y adaptarse a los impactos del mismo.
Transmitir toda esta información en el aula, con las consecuencias físicoquímicas para el planeta y por lo tanto para las personas, sin generar ansiedad, no es tarea fácil. La envergadura del desafío que constituye el cambio climático genera algunos casos conduce a la “ecoansiedad”, o sensación de profundo desasosiego ante el futuro. Afortunadamente, no hay mejor antídoto para combatirlo que hacer activamente lo que está en nuestra mano, y en compañía de otras personas. Este activismo será tanto más empoderante cuanto más se ejerciten las dos vertientes para el cambio social: la reclamación de medidas (a los grupos entre los que nos movemos, a las administraciones, a los gobiernos…) y los cambios personales y familiares en nuestra vida cotidiana (decrecer, lentificar, rehabilitarse, relacionarse…).
Por otro lado, como docentes, podemos dar programas o formas de acción, enseñar no solo mediante formatos cerrados o programas concretos ( Recreos Resido Cero, movilidad sostenible, etc) sino también enseñar fórmulas de participación social, de reclamación y reivindicación como formas ciudadanas de participación en una sociedad democrática.
Cambio climático y ansiedad: pasar a la acción desde las aulas
En este sentido, la escuela es un entorno donde se pueden cultivar esas actitudes básicas hacia el medio del que dependemos y, por tanto, prevenir y reconvertir la ansiedad climática a partir de aportaciones tangibles para el cambio.
El alumnado recibe mucha información sobre los efectos negativos del cambio en el clima, mucha más de la que puede asimilar. Esto nos obliga a los docentes a dar salida a la energía que, de forma natural, se genera en niñas, niños y jóvenes ante situaciones que llaman a la acción. El profesorado consciente facilitará que puedan contribuir a las mejoras positivas, a sentirse parte de la solución, a aportar sus dones, su intención y esfuerzo, y a conectar con la comunidad que, al igual que ellas y ellos, se pone en pie.
El proceso de transformar la escuela necesita generar sinergias con las agencias de cultura ecosocial en nuestro barrio, municipio o comarca. Las capacidades del centro se multiplican por mil cuando conseguimos implicar no solo al ecologismo asociativo, sino también a las personas portadoras de una memoria ancestral sobre el cuidado de la naturaleza.
Esto último parece imposible en el medio urbano y en un entorno digitalizado. Sin embargo, hay mediaciones que lo facilitan: la cultura ecosocial es una tradición milenaria que se ha acrisolado en la poesía bucólica y contemplativa, el Nature Writing, los documentales y los videojuegos que han convertido en mecánicas y dinámicas las acciones del cuidado.
Programas educativos combativos: enseñar mientras se combate el cambio climático
Recreos Residuo Cero. ¿qué es y cómo funciona?
Cambiar algo que sea cercano y cotidiano, conduce a niñas y niños a revertir el desaliento y transmitir a su entorno familiar las claves de la esperanza. La forma en que consumimos comida en los recreos nos da la oportunidad de reducir drásticamente la huella ambiental, si desistimos de envases y empaquetados de un solo uso, apostando por el aumento en el consumo de fruta, frutos secos y alimentos elaborados en casa, utilizando para ello tápers y botellas rellenables. Cientos de colegios en España ya han adoptado el programa Recreos Residuo Cero, promovido desde Teachers for Future, y han conseguido así reducir drásticamente los desechos no biodegradables, al tiempo que suscitado un cambio de conciencia en las familias.
Correcaminos: movilidad sostenible y autónoma en la infancia
El diseño, creación y puesta en marcha de caminos y entornos escolares saludables y seguros es un factor clave a la hora de trabajar la movilidad sostenible y autónoma en la infancia, y para ello se pueden organizar acciones y actividades como los bicibús o lo pedibús, o bien proponer ciertas restricciones al tráfico motorizado en las cercanías de los centros.
Estas iniciativas, saludables y sostenibles, como pueden ser el bicibús o el pedibús, tendrían además el respaldo normativo por dos principales motivos:
- En los preámbulos de los Reales Decretos de enseñanzas mínimas, por ser común a todas las Comunidades Autónomas, se hace mención a la consecución por parte del alumnado de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre los que se encuentran, ligados a la movilidad sostenible, “Salud y Bienestar” (ODS 3), “Energía Asequible y No Contaminante” (ODS 7), “Ciudades y Comunidades Sostenibles” (ODS 11) y “Acción por el Clima” (ODS 13).
- A lo largo del desarrollo articular de las diferentes etapas, se habla de desplazamientos activos, sostenibles y autónomos, por lo que desde los propios centros se debería fomentar que el alumnado pueda desplazarse hasta el centro escolar, y luego hasta su domicilio, siguiendo estas indicaciones (competencias específicas y saberes básicos) que aparecen en la normativa, y teniendo en cuenta además lo que aparece recogido en:
-
- El artículo 110. de la LOMLOE en su apartado 3. “Con el fin de promover una cultura de la sostenibilidad ambiental y de la cooperación social para proteger nuestra biodiversidad, las Administraciones educativas favorecerán, en coordinación con las instituciones y organizaciones de su entorno, la sostenibilidad de los centros, su relación con el medio natural y su adaptación a las consecuencias derivadas del cambio climático. Asimismo garantizarán los caminos escolares seguros y promoverán desplazamientos sostenibles en los diferentes ámbitos territoriales, como fuente de experiencia y aprendizaje vital.
- El objetivo n) de Educación Primaria: “Desarrollar hábitos cotidianos de movilidad activa autónoma saludable, fomentando la educación vial y actitudes de respeto que incidan en la prevención de los accidentes de tráfico”.
Así, con todo este marco normativo, se sustenta y justifica no sólo la posibilidad sino también la necesidad de crear un plan de movilidad en el centro y que sea respaldado por el claustro de profesorado, el Consejo Escolar y el propio Ayuntamiento, esto puede ser además una forma de participación activa del alumnado y la comunidad educativa.
Ecocomedores: local, de temporada, raciones justas y con la proteína animal ajustada
En el servicio de comedor escolar se manifiesta especialmente qué actitud tiene una comunidad educativa ante la huella del consumo y la salud a través de la alimentación. Los centros educativos que apuestan por la sostenibilidad ponen su atención, en primer lugar, sobre el menú escolar: priorizando los alimentos de temporada, locales, orgánicos, equilibrados y elaborados in situ; ajustando la proteína animal según las recomendaciones de la OMS e introduciendo días de menú vegano. En segundo lugar, reduciendo los residuos que genera el comedor, apostando por envases de gran tamaño para los suministros, eliminando los de uso individual (tarrinas y envoltorios individuales), ajustando las raciones y compostando para uso del jardín todos los restos alimentarios.
En tercer lugar, desarrollando una intervención basada en la educación alimentaria, desde todos los ámbitos, a través de la propia autonomía, donde el alumnado pasa a ser protagonista activo. Esto implica un cambio de actitud y protocolos en el espacio del comedor escolar basada en la autogestión. Así, cada niña y niño, aprende a servirse él mismo la ración de comida en su plato, respetando siempre las cantidades mínimas y máximas aconsejadas y con un monitor como figura referente, pero con la responsabilidad de acabarse lo que se ha servido en el plato. De esta manera se hace partícipe al alumnado en la reducción del desperdicio alimentario, consiguiendo, por una parte educar en alimentación y sostenibilidad, y por otra parte, desarrollando su propia autonomía, reforzando la autoconfianza y la autogestión en los niños y niñas.
En cuarto lugar, elaborando los menús con alimentos suministrados por cooperativas o productores de proximidad, que facilitan a los comedores escolares productos ecológicos, de temporada y de Km 0. Todas estas dinámicas van acompañadas necesariamente de explicaciones al alumnado para conocer y concienciar sobre la educación alimentaria, entender porqué se hace y aprender a ser responsable en las propias decisiones y actitudes.
Reverdificación: huertos, jardines y patios inclusivos
Uno de los primeros pasos para transformar los bloques de hormigón consiste en renaturalizar los patios y construir nichos (por ejemplo, cajas-nido) para especies autóctonas (aviones, golondrinas y vencejos, murciélagos), además de otras acciones como los huertos escolares, que conectan el cuidado de la flora con el autocuidado por una alimentación saludable y sostenible, son fundamentales para proporcionar experiencias de aprendizaje competencial, práctico y significativo.
Para que un patio sea un espacio de convivencia entre la diversidad real del alumnado tiene que ser también un territorio recuperado para el encuentro con la biodiversidad. Los espacios sombreados y emparrados permiten organizar todo tipo de actividades al aire libre en cualquier época del año. Además, los patios de asfalto suelen ser destinados a pistas deportivas donde se practica fundamentalmente fútbol, hablamos de patios no inclusivos, patios que no dan cabida al alumnado con otras aficiones como la conversación o la simple convivencia en el tiempo de descanso. Transformar un patio de asfalto en un patio con zonas de sombra, bancos, zonas verdes, etc es hacer también un patio inclusivo.
El huerto escolar se enmarca dentro del proyecto educativo del centro y permite trabajar todo un conjunto de valores y actitudes dentro de la educación ambiental ecosocial, todo ello en el marco del respeto y la preservación del entorno natural, la responsabilidad, la cooperación, la participación y la implicación.
Se trata de un proyecto emocionante que se plantea como un aula abierta, al aire libre, que permite desarrollar una serie de conocimientos y habilidades básicas referentes a la creación de un huerto a escala pedagógica, como un pequeño ecosistema.
El huerto escolar es un espacio vivencial, en el que se realizan actividades que son transversales con el currículum escolar (como la influencia de las fases de la luna en los cultivos, mediciones y gráficas del agua de lluvia con un pluviómetro, dibujos y recreaciones artísticas de todo el ecosistema que representa un huerto, de la biodiversidad que habita en él, etc.) y permite al mismo tiempo, estudiar y convivir con los elementos, los procesos y los ciclos de la naturaleza. Se trata de un espacio muy importante para mostrar los efectos del cambio climático, desde donde se pueden fomentar actitudes de respeto, acciones de sostenibilidad y avanzar en la lucha contra el cambio climático.
Por otra parte, se trata de un contexto participativo, experimental, lleno de información y afectividad, donde afloran emociones, afecto y cooperación.
Un huerto nos aporta unos conocimientos que, muchas veces, provienen de nuestros antepasados, que forma parte de nuestra cultura y que nos enseña la gran importancia de la tierra, el aire, el agua, las plantas, en nuestra subsistencia y en la de las futuras generaciones.
Los huertos en los centros escolares constituyen una aula abierta, al aire libre,que promueven la motivación por aprender y conectar el alumnado con la naturaleza, admirarla y expresar nuestro agradecimiento a todo lo que nos ofrece, alimento, fuente de cultura, tradiciones, conocimiento y conexión con nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
Participación: educar para ser ciudadanía activa desde el respeto
El proceso de educación de la ciudadanía en nuestro tiempo comienza por elevar el rango de la comunidad educativa a una asamblea permanente por el clima.
Después de movimientos ciudadanos como el 15M, el feminismo inclusivo y Fridays For Future, en lugar de consolidar la educación para la ciudadanía global y local, se han creado obstáculos mentales e incluso legales para la autoorganización del alumnado y las prácticas de resistencia y resiliencia cívicas, como la Ley Mordaza. Se ha criminalizado la desobediencia civil no violenta, a pesar del evidente sentido artístico de la juventud ecologista rebelde, que ha recuperado las prácticas de la vanguardia conceptual y política.
El modo de superar tales impedimentos consiste en abrir cauces de participación democrática que tengan impacto público y modifiquen notablemente el entorno social. Por ejemplo, en vez de promover la transformación energética de las escuelas y su bioclimatización por cauces exclusivamente institucionales, como resultado de acuerdos entre equipos directivos, consejerías y empresas, cuánto mejor sería que la asamblea ciudadana climática de la escuela analizase las necesidades de energía del centro educativo y del barrio, así como los efectos de un verano ampliado y agravado por la arquitectura escolar o la falta de sombreado, antes de proponer alternativas. Asimismo, la transformación del patio que anteriormente se mencionaba puede hacerse mediante un diseño participativo abriendo canales de escucha con el alumnado para escuchar sus intereses y necesidades y acompañándolos en un diálogo disertivo desde el respeto para la toma de decisiones.
Ecoauditoria
La ecoauditoría escolar nos permite parar, observar, medir, valorar, reflexionar y actuar, tanto a nivel del alumnado como del profesorado, familias y ayuntamiento. Incorporamos con ella la gestión ambiental a los centros educativos. Flujo de agua en los grifos, apagado de luces, tiempo de ventilación, biodegradabilidad de los materiales que se compran, aprovechamiento de los recursos que ya existen, ruido en el comedor, huella ambiental de las excursiones, el cuidado de las cosas… son, todos ellos, elementos en los que enfocamos nuestra atención, nos permiten abrirnos a cambios que reducen efectivamente nuestra huella ambiental y son fuente de ricos procesos de aprendizaje individual y colectivo. Desde el contenido de la cesta de Navidad hasta el tipo de disfraces de Carnaval, todos los detalles de la vida escolar se ven atravesados por la ecoauditoría y esta se convierte en un elemento de participación y compromiso para el alumnado. En el caso del profesorado, la ecoauditoría plantea retos profesionales, algunos incómodos, que llaman a la coherencia con lo que proclamamos (el tipo de material supuestamente “imprescindible” que utilizamos en clase, los viajes de estudios en avión, el uso de tecnología digital, el modelo de consumo personal que transmitimos a los alumnos…). La ecoauditoría, por otra parte, es un proceso continuo y dinámico, que invita a dar nuevos y valientes pasos cada vez, y otro, y otro… en el proceso de transición a otro modelo de relacionarnos con el planeta.
Conclusión
Existen muchas formas de ecoalfabetizar, de reducir emisiones, de convertir los centros educativos en agentes de reducción de emisiones, pero llegar a una transformación social que implique cambios significativos en las formas de vida, en las formas de relación y trato, desde la colaboración y el entendimiento, desde un lado amable y el respeto, implica una educación ecosocial en todas las áreas de vida y mediante un cambio pedagógico que trabaje los contenidos desde el punto de vista ecosocial, pero también mediante formas colaborativas de trabajo en el aula. Desde Teacher For Future Spain se promueven programas educativos de ecoalfabetización y reducción de emisiones y de materiales, pero siempre con el foco en la transformación pedagógica que implica formar a personas colaborativas, empáticas y capaces de tejer redes de ayuda.
Referencias bibliográficas
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Art. 1. 1992. https://unfccc.int/resource/docs/convkp/convsp.pdf
1 comentario
Agradezco y destaco la ecoalfabetización que realizan desde estrategias pedagógicas donde «el trabajo colaborativo en redes» sustenta la transformación de la escuela como actor significativo en beneficio de la sociedad.
En nuestro centro escolar Instituto comercial «Crespo» D-33, localizado en Crespo, Entre Ríos, Argentina, con una población de 23.000, estamos desarrollando el «Centro del Ambiente ICC», creado en 1998, actualmente en el espacio curricular Principios de Economía, Teoría y Gestión de las Organizaciones y Tecnología de la Información, a partir de la necesidad de abordar “proyectos ambientales colaborativos” , desde la educación formal y no formal, y mediante una OSC simulada con el aporte de otras disciplinas que posibilitan abordar aspectos de la realidad intra e interinstitucional y de otros ámbitos nacionales e internacionales a fin de promover el desarrollo de una “educación ambiental” responsable, crítica, que interprete los retos de la complejidad ambiental y las visiones e intereses procedentes de los gobiernos, el poder económico y la ciudadanía sobre la complejidad ambiental.
Asimismo, el espacio curricular se enriquece mediante el intercambio de situaciones que requieren la integración con otros espacios curriculares y de la sociedad de Crespo para que cada integrante se involucre en su propio aprendizaje y accionar mediante una toma de decisiones acordadas y asumidas con otros.