Persona anciana, sin redes familiares ―o muy pobres―, que vive sola y puede tener ciertos problemas de autonomía. Es el perfil clásico en el que se piensa al hablar de soledad no deseada. Ahora bien, un informe constata otro grupo vulnerable: los jóvenes.
El “Estudio sobre juventud y soledad no deseada en España”, realizado por SoledadES en colaboración con Ayuda en Acción, apunta que uno de cada cuatro jóvenes se ve afectado por la soledad no deseada. Es decir, el 25,5% de las personas de entre 16 y 29 años. Sobre el total de personas en situación de soledad no deseada, se encuentran factores diferenciales de mayor prevalencia sobre las personas que forman parte de grupos históricamente discriminados. Estos serían las mujeres (31,1%), las personas con discapacidad (54,4%), el colectivo LGTBI (39,7%), y quiénes son de origen extranjero (32,8%).
La calidad y cantidad de las relaciones sociales es determinante
La base de la soledad no deseada se encuentra en la calidad y cantidad de las relaciones. Durante esta etapa vital los amigos juegan un papel crucial, “las relaciones de amistad son las que tienen un mayor impacto en la soledad juvenil, por encima del ámbito familiar, de trabajo o de estudio”, explica el informe. Apunta en esta línea que tener menos relaciones con amistades de las deseadas es “un factor significativo, que aumenta la probabilidad de sufrir soledad no deseada más que ningún otro, en 4,7 veces”.
Toda esta cuestión está atravesada por las habilidades y actitudes sociales, las personas que se sienten solas tienen mucha menos confianza en los demás, y a su vez el escepticismo puede tener raíces en hechos traumáticos: “el porcentaje de personas que han sufrido acoso escolar o laboral alguna vez en su vida es casi el doble entre jóvenes que sufren soledad no deseada (un 58,1% ha sufrido acoso) que entre jóvenes que no la sufren (un 32,1% ha sufrido acoso)”.
Causalidades, una moneda con diversas caras
El fenómeno es multicausal. Desempleo y desigualdad son dos grandes ejes de relación directa: “las personas en desempleo sufren una prevalencia de la soledad 5 puntos por encima que las que estudian o trabajan […] la prevalencia en jóvenes de hogares con dificultades económicas es casi el doble que entre jóvenes de hogares que llegan con facilidad a fin de mes (36% frente a 19,4%)”, menciona el informe. Categóricamente añade que “el análisis multivariante considera significativa la relación entre la pobreza y la soledad”.
Un factor de estudio clave ha sido cómo afecta la digitalización, y es que la generación Z es la de los “nativos digitales”. Se ha detectado que la presencialidad sigue ganando a las pantallas: “las personas que tienen relaciones con amistades principalmente online tienen una probabilidad 2 veces mayor de sufrir soledad no deseada. Sin embargo, tener relaciones principalmente online o a distancia con familiares o con el entorno de trabajo o estudio no tiene un efecto significativo para la soledad”. La cuestión, pues, radica en la calidad del cara a cara, puesto que el mundo digital en ciertas situaciones puede ser un aliado.
Otra cuestión que incumbe a la gen z es la salud mental. En este caso, también influye de manera bidireccional, y una mala salud mental y un mayor riesgo de vulnerabilidad tienen relación directa: “Las personas que sufren soledad padecen en su gran mayoría algún problema de ansiedad o depresión, un 77,8% de los casos, frente al 34,8% entre las que no sufren soledad. Además, la juventud que se siente sola tiene un nivel de autoestima menor que la que no se siente sola”. Considerando la salud de una manera más genérica, otro dato relevante mostrado en el estudio es que las personas que “perciben su estado de salud de manera negativa o regular tienen un 42,2% más de probabilidad de sufrir soledad no deseada”.
Prevenir, detectar, intervenir: las tres herramientas de trabajo contra el fenómeno
Para paliar la soledad no deseada desde SoledadES se incide en la necesidad de la prevención, la detección y la intervención. El ecosistema educativo se convierte en clave para llevar a cabo este cometido, por ejemplo, apuestan por favorecer la educación emocional y la inclusividad en todos los tramos educativos. Sobre esta línea de trabajo, otro planteamiento del informe es “reforzar el personal educativo para mejorar las ratios, la calidad de la educación y con ello la equidad educativa y los niveles de éxito o reforzar y adaptar las políticas activas de empleo a la juventud”. Desarrollar servicios específicos de atención juvenil orientados a reducir la soledad, fortalecer los sistemas de protección y de alerta temprana vinculados a la salud mental, promover la participación de jóvenes en el diseño y ejecución de políticas públicas en la temática y favorecer espacios de interacción social son algunas más de las iniciativas de acción dedicadas a reducir el impacto de la problemática.