La silueta de Charlot o el rostro de Keaton van a obligar a reconsiderar qué significaba leer, mirar, comprender, en definitiva, descodificar el complejo enigma de la conducta humana.
Manuel Vázquez Montalbán
Nacido en 2004, estos días se cumplen 20 años del proyecto Cinescola. En sus inicios apareció como una sección de la revista digital AulaMèdia, con el propósito de ofrecer recursos al profesorado que quisiera introducir el cine en el aula, para enseñar cine, para debatir cine, para usar el cine para aprender otras materias. Los impulsores de Cinescola fueron profesores de educación primaria, secundaria y del ámbito universitario que, partiendo de la realidad cotidiana de sus aulas, creían que la educación en comunicación audiovisual debía ser una prioridad dentro del sistema educativo catalán.
Un poco más tarde, Cinescola se transformó en una página web y luego prácticamente en un portal educativo sobre cine con vocación de constituirse en una herramienta cotidiana en el aula. Hoy contiene alrededor de 180 propuestas didácticas sobre películas y series, en catalán y de acceso libre; más de veinte libros editados por diferentes editoriales sobre cine y educación en comunicación; además de una línea de formación del profesorado que ha participado en la Escuela de Verano de Educación en Comunicación; en los cursos del ICE de la UB; en la Escuela de Verano de El Escorial de la Universidad Complutense de Madrid; en la Escuela de Verano de Rosa Sensat; o en el Getxo Linguae del País Vasco. A estas alturas, Cinescola es consultada diariamente desde todo el ámbito de los Países Catalanes y, un aspecto que siempre nos ha sorprendido, desde diferentes puntos de América Latina.
La integración en el aula del cine es una necesidad que no pocos profesores se han planteado desde hace tiempo
El cine como forma de reflexión para la vida, como incentivo vital e intelectual, como espacio de aprendizaje, como vía para la reflexión, como bote salvavidas… Esta ha sido la idea que nos llevó a poner en pie el proyecto de Cinescola.
La integración en el aula del cine es una necesidad que no pocos profesores se han planteado desde hace tiempo, aunque no han contado con los mínimos recursos necesarios para su uso didáctico, no solo en cuanto a espacios apropiados o a instrumentos de proyección, sino a propuestas didácticas viables para saber cómo usar y rentabilizar el cine con una finalidad educativa. Y es en este espacio donde Cinescola plantea su trabajo. Se trata de ofrecer propuestas de trabajo al profesorado, propuestas pensadas y ensayadas para tener la tranquilidad de que se introduce el cine en el aula con unas mínimas garantías pedagógicas.
Cinescola quiere que sea posible ver películas y series con toda la extensión de la palabra. Se trata de luchar por romper con el hábito de tragarse producciones audiovisuales sin pensarlas, sin acercarse tranquilamente, sosegadamente a ellas y disfrutar de sus imágenes y de sus propuestas visuales, de sus ideas y de sus advertencias. Se trata de dignificar el hecho de ver una producción audiovisual y de formar espectadores.
El cine tiene la capacidad de transmitir no solo información, cultura o expresiones artísticas, sino también una didáctica, una estética fundamentada en el potencial comunicador del hecho cinematográfico, que actúa, como todo arte, tanto en un plano consciente como en los planos inconscientes del ser humano. Por todo esto es necesario que integremos más en la práctica educativa diaria el conocimiento que encontramos en el lenguaje cinematográfico, así como en sus extensiones audiovisuales y digitales, en el cine de ficción y de no ficción, como formas que son de una expresión cultural que contribuye a entendernos mejor como seres en estado perpetuo de aprendizaje y formación que somos.
Es necesario que integremos más en la práctica educativa diaria el conocimiento que encontramos en el lenguaje cinematográfico
La incorporación del cine en el aula de forma permanente promueve, además del aprendizaje del lenguaje audiovisual y la construcción de un espíritu crítico sobre diferentes ámbitos como el mediático, la posibilidad de acercar al alumnado a las realidades sociales. Esto conecta de manera directa con el terreno de las emociones y sensaciones que desprenden los protagonistas del relato filmado, real o ficticio, lo que proporciona una experiencia educativa dinámica y una mejor comprensión de los fenómenos sociales. El cine nos permite educar nuestra mirada, entrenarla y ajustarla a la observación de la realidad social. Las imágenes proyectadas se transforman en un instrumento para la observación, para la descripción y para el análisis de la realidad social. Todo esto ha hecho que en los últimos tiempos, aunque de manera gradual, se haya aceptado que el cine favorece el aprendizaje y la discusión. La mirada cinematográfica se nos muestra como una herramienta que favorece el progreso del conocimiento sobre la sociedad y la cultura.
En el actual marco de preocupación de sectores familiares y educativos sobre las pantallas, y en el que a veces se rueda hacia ridículas actitudes inquisitoriales, hay que decir que la cuestión no es tanto prohibir el consumo de pantallas, como educar en ellas. Naturalmente, es más difícil educar que prohibir. Lo que hace falta es crear una formación, una cultura crítica en nuestros escolares en torno a las realidades mediáticas.
La mirada cinematográfica se nos muestra como una herramienta que favorece el progreso del conocimiento sobre la sociedad y la cultura
Pero, ¿cómo se seleccionan las películas para transformarlas en elementos educativos? ¿Cómo selecciona Cinescola las películas para crear propuestas didácticas? En principio, se trata de que la película o serie seleccionada sea atractiva a los ojos de los escolares, que tenga un cierto ritmo; que, globalmente, transmita valores cívicos y democráticos; que sea enriquecedora desde el punto de vista personal; que cinematográficamente sea una producción de calidad. Se trata, también, de que la producción audiovisual elegida ponga sobre la mesa motivos para la reflexión intelectual, para la interpretación del mundo, que,
por supuesto, sea capaz de generar un conjunto de propuestas conectadas con el currículum escolar.
Los materiales se presentan siempre con una sinopsis-comentario sobre la película, con una ficha técnica, con un conjunto de preguntas de actividades de comprensión general sobre la película y un apartado donde se trabajan el lenguaje y las técnicas audiovisuales, a partir de los recursos audiovisuales que se hayan visto en la película. A continuación, se sugieren diferentes lecturas sobre los temas aparecidos en la película o serie, ya sean comentarios críticos, opiniones del director, informaciones para conocer con profundidad la película. Se trata de textos de apoyo y actividades que ayudan a contextualizar la película, ya sean datos de interés o testimonios que hayan vivido la misma experiencia representada en la película o serie. Para finalizar, se incluye un apartado llamado Contraplano con aspectos didácticos para el profesorado como elementos de debate y relaciones que se puedan establecer u objetivos formativos.
A la hora del visionado, es necesario que el profesorado conozca a fondo la producción audiovisual trabajada, para poder elegir, por ejemplo, las secuencias en las que se quiera incidir especialmente. Proponemos, además, dividir las películas o episodios de las series en sesiones no mayores de media hora para conservar la atención de todos los alumnos. No debemos tener ningún problema en detener la proyección, volver a ver una escena o un plano, hacer preguntas y debatir un determinado elemento.
Con el cine en el aula se dispone de un elemento importantísimo de dinamización que favorece las tareas académicas básicas: comprensión, adquisición de conceptos o razonamiento. El cine potencia la reflexión, sensibiliza, puede hacer tomar posturas, formarse opiniones ante una historia de vida. Las producciones audiovisuales aparecen también como textos en las aulas, como forma de lectura (a veces a partir de fragmentos, no es necesario siempre usar películas enteras), donde lo que importa es el mensaje sin olvidar que su estructura, estilo y sintaxis son componentes del propio mensaje.
El trabajo con el cine y la comunicación en la escuela permite romper con el carácter habitualmente unidireccional que tiene la imagen audiovisual. El potencial motivador del cine en el aula puede generar dinámicas de diálogo, de confrontación y reflexión que nos puede ayudar a formarnos como espectadores, a tener criterio y capacidad crítica. Y, finalmente, con el cine también se puede evaluar: el alumnado podrá demostrar ante las imágenes de una película si sabe descubrir las incoherencias, las manipulaciones, si sabe contextualizar, si sabe extraer conclusiones o hacer deducciones.