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Los recientes sucesos en Torre Pacheco, caracterizados por linchamientos y discursos racistas promovidos por grupos de ultraderecha1 ejemplifican una preocupante tendencia global hacia la ‘desdemocratización‘ y el auge del odio. Estos fenómenos no son aislados ni circunstanciales, sino que forman parte de un entramado sociopolítico que impacta de lleno en la vida escolar de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en la convivencia escolar. Estos escenarios afectan a la educación, pero la escuela puede y debe ser un espacio de resistencia democrática.
El antropólogo nigeriano-estadounidense, John Ogbu, decía que todas las ‘batallas’ que acontecen en la escuela tienen su origen fuera de esta.
Ogbu,2 en su enfoque ecológico-cultural, sostiene que las expectativas sociales y las percepciones culturales influyen directamente en la integración y éxito escolar de las minorías. No se trata solo de diferencias culturales o lingüísticas, sino de cómo las estructuras sociales refuerzan la exclusión. El modelo ecológico-cultural advierte del riesgo de interpretar las desigualdades educativas como problemas intrínsecos a las comunidades minoritarias, desatendiendo la influencia del racismo estructural y las dinámicas de poder3 que debemos tener en cuenta a la hora de analizar el impacto en la educación de lo sucedido en Torre Pacheco.
¿Qué sentido tiene la ‘cacería contra el migrante’, concretamente la minoría de origen magrebí, si la subsistencia de la economía local en Torre Pacheco depende principalmente de su trabajo y esfuerzo?
Un municipio de 40.000 habitantes, Torre Pacheco, ‘con un 32,2% de población de origen extranjero, cuatro mezquitas, colegios públicos donde van los hijos de campesinos magrebíes (y de otra decena de nacionalidades) y colegios concertados a los que van los hijos de los patronos; barrios donde viven “ellos“ y otros donde viven “los de aquí”. Decenas de jóvenes nacidos en España a los que en su pueblo los llaman “moros”, y forasteros en la tierra de sus padres.’4
No quiero dejar pasar el caso de desprotección de tantos niños, niñas, adolescentes y jóvenes, concretamente los que muchas comunidades autónomas se niegan a proteger. ¿Quién decide que unos niños, niñas y adolescentes, los nuestros, nuestros hijos e hijas son susceptibles de protección y los demás son ‘desechables’?
Cita Patricia Hill Collins5 a Zygmunt Bauman cuando habla de los excesos, de todo tipo, que produce el capitalismo contemporáneo, residuos que es preciso desechar cuando ya no son útiles: «Los residuos producidos por el progreso económico que perturban las formas de vida tradicionales, el exceso de población, como residuo de ese desarrollo, y los residuos literales, los vertederos en los que se desecha la basura en el marco del desarrollo capitalista global».
Esa metáfora del residuo según planteaba Bauman describe «las experiencias de los niños pobres a los que sus sociedades convierten en seres desechables. Muchos niños y adolescentes del mundo deben encontrar formas de sobrevivir en países en los que su presencia es vista como un problema social. Muchos de ellos viven a la sombra de grandes fortunas, tanto en países ricos como pobres, en el norte global y en el sur global, al igual que la basura excedente. Esos jóvenes constituyen un excedente de población que ha de valerse por sí mismos, sin tener ninguna culpa muchos niños y adolescentes se ven abandonados y deben arreglárselas por sus propios medios».
¿Como hacerse mayor, se pregunta Hill Collins, en unas sociedades que entienden que todo es desechable?
Si nos centramos en las vidas de estos niños y niñas en Canarias, en Ceuta, pero también de los que llegan a nuestros pueblos y escuelas, las ‘mochilas’ que cargan, nos permite atisbar las esperanzas y las posibilidades que traen consigo, pero también las dificultades a las que deben hacer frente y que son extremadamente difíciles de superar en esas intersecciones6 de clase, raza, género, sexualidad y origen étnico. Unos adolescentes y jóvenes que deben responder a la violencia, ya sea permaneciendo en su entorno, marchándose o luchando contra ella. ¿vamos a considerarlos ‘desechables’ como pretenden algunos discursos ultraderechistas o vamos a asumir nuestra responsabilidad de protegerlos?
Existe una ola de ‘desdemocratización’ global impulsada por fuerzas autoritarias, que en nuestro país tienen nombre y apellidos, fundamentalistas, grupos de ultraderecha y grupos antiderechos, que niegan las nociones de derechos en general, pero especialmente a mujeres, migrantes, personas gitanas, personas LGTBIQ+, entre otros, y que han construido una estructura internacional de influencia social enfocada en lograr hegemonía y la negación de derechos, como se ha visto en Torre Pacheco y que impacta directamente en adolescentes y jóvenes.
Las redes sociales merecen especial atención. El auge de discursos antifeministas, racistas y autoritarios, impulsados por la manosfera y movimientos de ultraderecha, ha encontrado en las redes sociales un canal de difusión sin precedentes7. Este fenómeno, lejos de ser periférico, se ha infiltrado en la cultura juvenil, banalizando la violencia y naturalizando la misoginia y el racismo. La construcción de masculinidades tóxicas y la negación de las violencias de género son síntomas claros de esta tendencia8.
La democracia debe ser vivida en la escuela. El catedrático Félix Angulo9, plantea la necesidad de entender la escuela como un espacio para la experiencia democrática, donde se practiquen la justicia social y la participación activa. En un contexto de creciente polarización, la pedagogía del cuidado y la creación de una cultura de respeto y reconocimiento son esenciales para combatir las lógicas de exclusión y violencia dentro de las aulas.
Los procesos educativos deben centrarse en los cuidados, en el acompañamiento educativo en la vida de las escuelas, que es el sentido de la docencia misma. No podemos permitir que este ataque ‘neoconservador-ultraderechista’ que permea en la educación, anule la pedagogía. No podemos sustituir el acompañamiento y el afecto por la producción y el rendimiento.
La justicia afectiva, dentro de las ‘justicias escolares’ de Angulo, se genera en el trato directo, en el derecho de todo niño y niña a ser querido, protegido, cuidado y amado. Es aquí en la justicia afectiva donde nos estamos jugando la justicia social, el cuidado de los otros, de las personas más desvalidas, de las que más nos necesitan.
No hay democracia si no me interesan las demás personas, si no las cuidamos, si no las acompañamos
Angulo va más allá, es lo que posibilita la democracia, que solo puede florecer cuando el cuidado por los otros se convierte en el centro de la reproducción social, en el centro de la sociedad.
No hay democracia si no me interesan las demás personas, si no las cuidamos, si no las acompañamos. Desarrollar el vínculo con los otros, el cuidado hacia los demás, seres humanos y pero también del resto de seres vivos no humanos (animales, plantas, rocas, agua…) posee una extraordinaria fuerza afectiva, y eso exige a los maestros, maestra, docentes en general, pero también Administraciones educativas y responsables de políticas públicas ‘pensar en lo importante’ en educación, donde ningún niño, niña o adolescente es ‘desechable’ sino un elemento clave en la construcción democrática.
Los acontecimientos de Torre Pacheco muestran cómo el discurso del odio puede permear la vida escolar, afectando la construcción de identidades juveniles y la convivencia en las aulas. La reproducción del racismo y la misoginia dentro del entorno escolar, si no se confronta, refuerza la marginación y la exclusión. Las escuelas corren el riesgo de convertirse en espacios inseguros si no se promueven activamente valores democráticos y prácticas inclusivas.
Algunas sugerencias pedagógicas y de intervención educativa no solo en Torre Pacheco podrían ser:
Educación en la diversidad y la justicia social
Resulta imprescindible diseñar proyectos educativos que aborden la diversidad y promuevan la justicia social, incluyendo la colaboración con familias y organizaciones locales para crear una red comunitaria fuerte y resiliente (Angulo, 2011).
Promoción de masculinidades igualitarias y prevención de la violencia
La implementación de programas que cuestionen las masculinidades hegemónicas y promuevan masculinidades igualitarias se presenta como un eje fundamental en la prevención de la violencia de género y del racismo (Fundación Cepaim, 2022).
Refuerzo de la participación democrática en la escuela
El fomento de asambleas escolares, espacios de diálogo y la formación docente en ciudadanía y derechos humanos son claves para construir comunidades educativas democráticas y participativas (Angulo, 2011).
La educación debe ser un agente activo en la defensa de la democracia y la justicia social. Frente a los discursos de odio y las tendencias desdemocratizadoras, es urgente consolidar políticas educativas inclusivas, formaciones docentes comprometidas y prácticas escolares que refuercen la convivencia y el respeto a los derechos humanos (Ogbu, 2003; García-Mingo & Díaz, 2022). Solo desde una pedagogía crítica y transformadora será posible construir una ciudadanía democrática antirracista y antifascista, frente a los acontecimientos vividos en Torre Pacheco. La escuela puede y debe ser un espacio de resistencia democrática.
Referencias
Angulo, F. (2011). La democracia vivida en la escuela. Revista de Educación.
Carrasco, S. & Abajo, J. E. (2003). La situación escolar del alumnado de minorías étnicas: El modelo ecológico-cultural de John Ogbu.
El Salto. (2025). La ultraderecha incentiva ataques racistas en Torre Pacheco.
Fundación Cepaim. (2022). Comparativa internacional en políticas de masculinidades.
García-Mingo, E. & Díaz, S. (2022). Jóvenes en la manosfera. Fundación FAD Juventud.
Hill Collins, P. 2025. Intersecciones letales. Raza, género y violencia. Paidós.
Ogbu, J. (2003). Minority Education and Caste: The American System in Cross-Cultural Perspective.
Redon Pantoja, S. (2024). «El denso y complejo significado del concepto Educación en el marco de la educación para la ciudadanía: algunas aproximaciones», en Ciudadanía y educación. ¿Utopía o realidad? Ediciones Universitarias de Valparaíso. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
STEs Intersindical, 2021. López B. (Coord.) Agenda de la Infancia. Para mejorar la vida y la educación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Ed. Confederación Intersindical.
Notas
1 El Salto, 2025
2 Ogbu (2003)
3 Carrasco & Abajo, 2003
4 EL PAÍS, 20.07.2025
5 Hill Collins.P. 2025. Intersecciones letales. Raza, género y violencia.Paidós.
6 La idea fundamental de la interseccionalidad es que los principales ejes de las divisiones sociales en una determinada sociedad, y en un momento dado, por ejemplo, la raza, la clase, el género, la sexualidad, la dis/capacidad y la edad no funcionan como ejes independientes y mutuamente excluyentes, sino que se construyen unos sobre otros y actúan juntos.
7 García-Mingo & Díaz, 2022
8 Fundación Cepaim, 2022
9 Angulo (2011)