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La violencia contra las mujeres no es algo inevitable, ni está provocada por las hormonas masculinas, aunque esta idea falsa se repite hasta hoy. Tener mayor fuerza física no implica necesariamente convertirla en agresividad contra otros individuos, ni mucho menos contra las hembras del grupo. De todos los animales, esto sólo lo hacen los machos de la especie humana.
Otra de las ideas falsas que se repiten es que la violencia machista es más frecuente en las clases sociales menos favorecidas y por hombres con menos formación, que no saben resolver sus conflictos y frustraciones por medio de las palabras y los argumentos, y que menosprecian más a las mujeres. Pero la realidad es que la violencia machista es transversal a todas las clases sociales, oficios, niveles de formación y orígenes culturales.
La violencia machista es la herramienta principal del patriarcado para mantener el orden injusto que sitúa a los hombres por encima de las mujeres y, si bien existen muchas formas de expresar esta violencia, todas se basan en la misma idea: el origen de la violencia es la idea de que las mujeres pertenecen a los hombres y que los hijos e hijas de las mujeres también les pertenecen.
Desde la violencia física y sexual a la violencia simbólica, pasando por la violencia reproductiva (“vientres de alquiler”), económica y jurídica, en todas las sociedades, culturas y épocas encontramos prácticas que expresan esta idea. Y siguiendo la distinción que hace la filósofa Alicia Puleo, la violencia machista se encuentra tanto en los patriarcados de coerción, donde la desigualdad entre mujeres y hombres es legal, como en los patriarcados de consentimiento, con leyes que proclaman, sobre el papel, la igualdad entre mujeres y hombres a todos los efectos y en todos los ámbitos.
Por un lado, se observa la prevalencia e incluso el repunte de prácticas tradicionales violentas como el infanticidio femenino (ahora, también, el feticidio femenino facilitado por las ecografías), los llamados “crímenes de honor”, los matrimonios forzados y las formas de manipulación y mutilación del cuerpo de las mujeres como la mutilación genital. Desgraciadamente, también observamos en nuestro país la conculcación de los derechos de las niñas y las chicas basada en creencias sexistas. Por otro lado, constatamos la persistencia y el ensañamiento de la violencia sexual contra mujeres y niñas a manos de ejércitos y milicias armadas de todo el mundo, denunciadas por los organismos internacionales y recogidas en el libro de la periodista Christina Lamb, de obligada referencia, Nuestros cuerpos, sus batallas. Lo que la guerra hace a las mujeres (2021).
Ante toda esta violencia, la lucha feminista ha reaccionado poniendo la violencia sexual en el centro de la denuncia de la 4a ola del feminismo, desde movimientos internacionales como el #MeToo hasta las mujeres de las Gulabi Gangs en la India, vestidas con saris rosas y armadas con bastones de bambú. India se considera el país del mundo más peligroso para las mujeres, según un estudio de la Fundación Thomson Reuters, con un alto riesgo de violencia sexual y esclavitud laboral, por encima de países como Afganistán o Siria cuando estaban en guerra, y seguido de Somalia y Arabia Saudí. En esta clasificación de países más peligrosos sólo figura un país occidental, EEUU, y España figura en el primer lugar de países más seguros del mundo (el índice se calcula sobre el riesgo que corren a las mujeres que viajan solas).
Pero la antropóloga Françoise Héritier, estudiosa de referencia sobre la violencia machista a través del análisis comparativo de diferentes culturas, llegó a la conclusión de que la violencia machista no es un déficit de cultura, sino un exceso de cultura, pero de cultura patriarcal. Es decir, es fruto de la socialización en formas de masculinidad definidas por la dinámica entre competición/solidaridad entre los iguales hombres y el sometimiento de las mujeres. La violencia contra las mujeres se aprende y, por tanto, se puede desaprender: se puede educar a chicos y hombres contra la violencia y a favor de la empatía y la cooperación hacia las mujeres. Éste es el principio de la Coeducación, la educación para la igualdad entre mujeres y hombres, imprescindible para hacerle frente.
Una de las formas de violencia sexual más graves, que está en aumento según todos los estudios e indicadores, es la que sufren niños y adolescentes en edad escolar, especialmente las niñas, que son el sector de la sociedad que sufre más violencia en todo el mundo. Los datos de los últimos años sobre Abuso Sexual Infantil (ASI) que sufren niñas y niños de todas las edades a manos de hombres de su entorno, así como los de la violencia sexual contra las niñas y las adolescentes por parte de sus iguales chicos son estremecedores.
Los informes de las unidades especializadas en la atención a las agresiones sexuales en Barcelona muestran un aumento anual exponencial de las agresiones. Según el Hospital Clínic, que atiende a población mayor de 16 años, las víctimas son chicas cada vez más jóvenes (entre 16 y 25 años) y el 100% de los agresores son hombres, más de la mitad de los cuales son menores de 25 años. En cuanto a los menores de 16 años, la unidad especializada del Hospital Vall d’Hebron atendió 304 casos en 2021, un 45% más que el año anterior; un 87% de las víctimas fueron niñas y un 13% fueron niños; el 42% tenía entre 13 y 16 años; el 34% tenía entre 8 y 12 años; y el 23% de las víctimas tenía 7 años o menos. El 100% de los agresores fueron hombres, la mayoría familiares cercanos, pero un 42% fueron compañeros y menores de edad. El Departamento de Derechos Sociales informa que en el conjunto de Cataluña en 2024 se atendieron 2.897 agresiones sexuales a menores, el 78% fueron niñas y el 33,5% tenían entre 1 y 7 años. Y estas cifras corresponden únicamente a los casos que llegan a las unidades especializadas.
Las nuevas formas de violencia sexual, como la violación en grupo y la ciberviolencia, también aumentan entre menores (de chicos a chicas), así como los casos de grooming (hombres mayores que simulan tener la edad de las menores en las redes y las seducen hasta tener encuentros cara a cara). Mientras tanto, también crece el negacionismo de la violencia entre chicos y chicas. Según el Informe Juventud en España 2024 publicado en 2025 por el Ministerio de Juventud e Infancia, el 23% de los chicos jóvenes y el 13% de las chicas jóvenes cree que la violencia machista es un invento ideológico (como sostiene la extrema derecha), unos porcentajes muy superiores a los de años anteriores.
La violencia machista como forma normalizada de “relación sexoafectiva”, que confunde y sustituye los vínculos emocionales positivos por el control y el sometimiento de las chicas a manos de los chicos, se está instalando por efecto de la pornificación de la socialización y los modelos de comportamiento que se difunden a través de las industrias culturales dirigidas a edades cada vez más jóvenes. Muchas niñas ya están socializadas en la violencia estructural y hay que prestar mucha atención al impacto de los contenidos “culturales” consumidos por las chicas y los chicos adolescentes, así como a la normalización de las plataformas de captación prostitucional como Only Fans entre adolescentes y jóvenes. De hecho, se calcula que entre un 1 y un 2.5% de la población general de menores de edad escolarizados sufren explotación sexual infantil y adolescente (ESIA), con un impacto muy superior en el caso de las menores-tuteladas.
Afortunadamente, la toma de conciencia sobre la gravedad de estas tendencias también crece. No es casualidad que este 2025 se hayan estrenado dos series de televisión imprescindibles que han puesto el foco en la violencia contra las chicas menores por parte de chicos de su entorno, como Adolescencia (Reino Unido, 2025) y Pubertad (Catalunya, 2025).
Compartiendo esta profunda preocupación, los días 21 y 22 de febrero de 2026, la asociación Docentes Feministas para la Coeducación (DoFemCo), presente en todo el Estado, organiza su III Congreso Internacional en Mollet del Vallès (Campus de la Fundación Sanitaria), con el lema La Coeducación frente a la Violencia contra las Niñas y las Mujeres y anima a presentar pósteres para dar a conocer e intercambiar experiencias entre docentes, instituciones y entidades que luchan por la igualdad y contra la violencia machista. Una cita importante ante esta emergencia social.


