Coral Elizondo (Zaragoza, 1965) dirige el Centro Aragonés de Recursos para la Educación Inclusiva (CAREI). Maestra de Música, Pedagoga Terapeuta (PT), futura orientadora, formadora de docentes y ahora también profesora universitaria, se ha convertido en una referencia en la inclusividad, que lamenta que no se implementó bien cuando se hizo. Tiene las ideas muy claras: menos PTs tal y como se entienden ahora, más apoyos para todos y una visión social (que es redundante con inclusiva) de la educación. También pide a los profesores un paso adelante en los factores sobre los que pueden decidir, como las metodologías en clase.
¿Se practica la inclusividad en España? ¿Se cumple la ley?
Se están empezando a hacer cosas, pero hay mucho camino por hacer. En el curso 85-86 empieza de forma experimental el programa de integración. En 2006, entra la LOE y ya pone como principio en el artículo 1 la equidad e inclusión. Pero en este paso de la integración a la inclusión nos ha faltado información y formación a los docentes. Así, en 2017 nos encontramos con que la inclusión se asocia a la integración, lo que es erróneo. Las políticas, las culturas, la normativa y las prácticas que tendrían que ser inclusivas son segregadoras.
¿Puede ser más específica con las normativas segregadoras?
Cuando hablábamos de integración hablábamos de un modelo basado en el déficit, en lo que el niño no sabe hacer. Entonces aparece el PT (pedagogo terapeuta), la palabra “terapia” ya se asocia con el déficit, con un modelo clínico. «No sabes hacer esto en el aula, te saco». Ese era el modelo de integración de finales de los 80.
El modelo de inclusión es social, no tenemos que fijarnos en lo que el niño no puede hacer. Se habla no de personas discapacitadas sino de contextos discapacitantes. Cambia. Yo abogo no por la figura del PT que saca al alumno fuera para enseñarle lo que no sabe hacer, sino por una figura que yo llamo de apoyo a la inclusión que entra conmigo en el aula, de modo que hay dos profesores apoyando a todo el alumnado de la clase, no solo al que no lo sabe hacer. No me apoya a mí como profesora, apoyamos entre los dos a todos los alumnos. Pero esto ni se ha informado ni se ha formado. No hay mucha formación en educación inclusiva.
Pero no todo el profesorado comparte esta visión inclusiva.
Sí que me dicen en redes sociales que lo que yo hago no se puede hacer o que no comparten mis ideas. Esta es la pena. Yo doy charlas de estos temas y cuando hablo de educación inclusiva hay mucha gente muy crítica. Todos los centros tienen el proyecto educativo de centro, donde se marcan las señas de identidad. Yo escribí este documento para hacerlo inclusivo, para hacer reflexionar a los equipos directivos de qué forma organizar tu centro para que sea inclusivo, equitativo y de calidad. Si eres equipo directivo te explico cómo puedes organizar tu centro; si eres un docente, te explico qué prácticas, qué cambio de metodología tienes que hacer en tu aula para que pueda atender a toda la diversidad. Y siempre acabo siempre diciendo: “Está en tus manos”. Y ahí me dicen que no. Que les ponen trabas, que la ley dice no sé qué… Me encuentro con muros, pero yo sigo.
Supongo que para muchos maestros con 30 alumnos en clase y sin ese profesor de apoyo les resultara difícil.
Eso es lo que me encuentro. Yo siempre digo: “Primero, te voy a enseñar qué es la educación inclusiva”. Detrás de esto están los valores humanos y lo primero es cambiar la mirada y empezar a verlo. Hay personas que dudan, que creen que no pueden. Les pido que empecemos con lo poco que tengamos. Ese apoyo de ese PT, que viene a tu clase y te saca a tu niño de tu aula, dile que se quede. En la medida que podamos, con los pocas ayudas que tengamos, que entren siempre al aula. Pero no para sentarse al lado del niño con dificultades sino, para entre los dos, dar una respuesta a todo el alumnado. Esto implica un cambio en la forma de dar las clases. Ese es el cambio fundamental. No puedo estar con clases magistrales, con 20-30 niños sentados, sin interacción, donde solo hablo yo y solo les dejo hacer ejercicios y, para tal día, el examen. Con ese modelo de escuela tradicional tenemos que romper. A veces los impedimentos son porque no quieren salir de su zona de confort, aunque cada vez hay más centros educativos que apuestan por la escuela inclusiva y más docentes que cambian sus metodologías en el aula. Igual que para explicar la diferencia entre integración e inclusión hay poca formación, en prácticas inclusivas hay mucha formación. Se trabaja mucho el ABP, el trabajo cooperativo, aprendizaje colaborativo.
Ha mencionado los recortes. ¿Se han notado especialmente en la atención a la diversidad?
Creo que se ha notado en todo. Si antes en un colegio teníamos, por ejemplo, dos-tres profesores con los que jugar por encima del cupo, ahora han ajustado tanto las plantillas que no hay margen para hacer apoyos. Los profesores van más saturados, no tienen horas para prepararse. Es un ciclo. No es que hayan recortado en PT, porque para tener un PT tienes que tener en tu centro un número concreto de alumnos con necesidades educativas especiales (NEE).
Volvemos a lo de antes, asociamos el PT con un alumnado NEE, pero hay otro alumnado que necesita apoyo y que no se contempla. El PT solo lo mandan para el NEE, no para el alumnado con necesidad de apoyo como los de alta capacidad, los que desconocen el idioma, alumnado de escolarización tardía, los TDH, etc. Ahí veo el problema. Y, ¿quién hacía estos apoyos? Los profesores ordinarios, a los que han subido las horas. Este es el quid de la cuestión, los recortes que ha habido en general; y a ese alumnado lo teníamos que apoyar todos los profesores. ¿Por qué condicionan los PT al alumnado NEE? Tendría que haber en los colegios un profesor de más por cada tantas unidades, y ese profesor sería el apoyo a la inclusión, pero para todo el alumnado.
¿Cree en los centros preferentes?
En Aragón tenemos centros preferentes TEA o motóricos. Y pueden ser inclusivos o segregadores, según tu concepción de la educación. Imagina un centro preferente TEA. Ese centro tiene un aula dentro del centro. Puedes pensar que son inclusivos porque los niños no irán a un colegio de educación especial sino a uno donde pueden ir sus hermanos o vecinos. Pero, ¿y si en ese colegio no se cree en la inclusividad y no lo sacan del aula? Eso sería segregador. Se puede legislar con la mejor voluntad del mundo, pero que los docentes le den la vuelta. O legislar mal y que los docentes le den el giro y lo hagan inclusivo. Lo normal sería que los niños que están en el aula TEA pasasen la mayoría del tiempo en el aula de referencia con su tutor, sus amigos.
¿Y los centros de educación especial?
Ahí hay un debate enorme. En los 80, cuando había centros con el programa experimental de integración, se integraba y normalizaba a determinado alumnado que estaba en centros de educación especial a centros de EGB. En ese mismo momento se regula que los de educación especial sean centros de recursos, única y exclusivamente, con la idea de que en un futuro todo el alumnado fuera a los colegios de infantil y primaria. Eso no se ha conseguido nunca. Esta es la apuesta, pero debe serlo de la Administración. Igual que en aula los profesores podemos cambiar metodologías, aquí va a ser muy difícil.
Da un poco la sensación de que al final todo depende de la voluntad de las personas.
Yo creo que es posible, y como yo lo pensamos un montón de gente en España. Creo en la proactividad interna, voy a intentar cambiarlo yo. Está en mis manos y que pese a las normativas puedo hacer algo, puedo cambiar las metodologías, y hay metodologías que me permiten dar una respuesta a toda la diversidad. También incluyo a los orientadores. Vamos a hablar de evaluación auténtica, que el alumno participe en el proceso de aprendizaje. Yo, como equipo directivo, puedo decir que esta escuela abre las puertas a la comunidad y las familias pueden entrar y vamos a aprender todos juntos.
Alude constantemente al cambio de metodología. Alguna pincelada ha dado, pero, ¿de qué hablamos en concreto? ¿Puede poner ejemplos concretos?
Lo explico con una metáfora: un árbol. En las raíces pongo un diseño universal del aprendizaje. ¿Qué es esto? Nace en el mundo de la arquitectura y viene a decir que en el propio diseño de la casa, hay que hacerla accesible. Pues lo mismo en la educación. En el diseño de la programación de aula ten en cuenta a todo el alumnado con el fin de no hacer después adaptaciones. Me fijo, por ejemplo, en que pongo un vídeo y hay un niño que no me va a entender porque acaba de venir a España y yo hablo muy rápido. Le pongo subtítulos sencillos. Si les doy un texto y hay niños que tienen dificultades de comprensión, les pongo un texto con lectura fácil.
Luego, el tronco. ¿Qué voy a hacer en el día a día? Trabajar con metodologías activas. Cambiamos el rol, no vamos a hacer esa clase tradicional. El profesor va a tener un rol más pasivo, de guiar. Yo voy a ir pasando por los grupos. El alumno tiene un rol activo, ya no va a estar en el pupitre escuchando y asimilado. Se usa la palabra “prosumidor”. Produce y no solo consume. Si estás sentado en la silla solo consumes información. Si estás creando, estás produciendo información y, además, se la estás explicando a los demás. Vamos a hacer que trabajen de forma colaborativa, a fomentar las interacciones dialógicas y a cambiar la cultura de la evaluación. Permitamos que reflexionen. ¿Qué has aprendido hoy? ¿Cómo podrías mejorar?
Por último, en las ramas, estaría el enriquecimiento. Cuando hablamos de enriquecimiento solo lo asociamos al alumnado de altas capacidades, pero yo lo asocio a todo el alumnado. El enriquecimiento es la cultura del pensamiento, es el uso de las TIC, es la flipped classroom, la realidad aumentada, el pensamiento computacional… Todo eso enriquece mi prácticas.