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En el curso 2017-2018 la proporción de estudiantes con diversidad funcional en las universidades españolas era del 1.8% en los estudios de grado. Del 1,2% en el postgrado y el máster y del 0.7% en el doctorado. Muy similar a las cifras del curso anterior.
Un dato que contrasta con otro. Mientras, como explicaba Sonia Viñas, responsable de Fundación Universia en la presentación del informe, el porcentaje de personas con diversidad matriculadas en la universidad sobre el total de personas con diversidad está, aproximadamente, en el 42%, la proporción de alumnado universitario frente al total de la población general, está algo por debajo, sobre el 40%. Sería un dato positivo, en principio, aunque bien es cierto, que la población con diversidad supone el 10% de toda la población. El hecho de que menos de que tengan un peso menor al 2% en los campus españoles es mejorable.
Es uno de los datos registrados en el IV Estudio sobre el grado de inclusión del sistema universitario español respecto de la realidad de la discapacidad elaborado por la Fundación Universia en colaboración con la Fundación ONCE, Cermi y el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
El informe se ha elaborado recogiendo información de 72 universidades públicas y privadas de todo el Estado (la mayor muestra desde que comenzaron a hacerlo) y con entrevistas online a 1.72o estudiantes con diversidad funcional.
Retos
Además de recoger una gran cantidad de información sobre la situación de la diversidad en las universidades, cuántas personas con diversidad funcional trabajan o estudian en los campues españoles, el informe también se detiene en información sobre la percepción que tiene el estudiantado sobre su paso por las facultades.
Entre los retos que señalan se encuentra una mayor normalización de su presencia en las aulas, pero no solo. Además de reclamar una mayor y mejor información y formación de los docentes sobre su alumnado con diversidad, chicas y chicos también señalan la necesidad de que el resto de compañeras y compañeros les trate como iguales. El informe recoge algunos testimonios de personas que han pasado o están ahora mismo en los campus: «Más empatía por parte de las personas»; «Concienciar a los profesores de la universidad de que no todas las discapacidaddes tienen que notarse a primera vista. Y que si una persona tiene reconocida una discapacidad es porque su historial ha pasado por una seria de evaluaciones por parte de organismos correspondientes». «Que consideraran que la carga de trabajo para mí no puede ser igual que para el resto de mis compañeros, pero les da igual tanto a profesores como rectorado como administración».
«Es preocupante, decía Pilar Villarino, directora técnica de CERMI, esta percepción que tienen los estudiantes sobre el estigma social, que son ciudadanos de segunda. Reclamamos una toma de conciencia real».
A esto se suma otro reto de la inclusión más allá de los estudios y que tiene que ver con la participación de las personas con diversidad en la vida de los centros de estudios. Algo que va desde su presencia en los órganos de gobierno de las universidades hasta la posibilidad de acudir a actividades de ocio y deporte adaptadas dentro del campus.
Aunque las universidades han trabajado mucho para mejorar la accesibilidad, al menos en cuanto a barreras físicas, todavía quedan elementos que dificultan el paso y evolución de las personas con diversidad por las aulas. Desde más y mejores adaptaciones tanto de materiales como de evaluaciones, como más becas y ayudas hasta más apoyo para la inserción laboral.
El sesgo de género también apunta. Mientras que entre la población ‘general’, las alumnas suponen aproximadamente el 60% de las estudiantes universitarias, en el caso de las compañeras con discapacidad, ellas son algo menos de la mitad. Entre las causas, según apuntaba en la presentación Pilar Villarino, se encuentra un mayor nivel de abandono escolar en la secundaria de las chicas frente a los chicos.
Para Isabel Martínez Lozano, de Fundación ONCE, efectivamente es necesario mejorar el acceso a la universidad dado que hay una mayoría estudiantil que no pasa de la secundaria. Es necesario apostar por la educación inclusiva; «debe mejorar en primaria, en ESO y secundaria»
La experta señaló que la nueva legislatura es buen momento para acometer mejoras en la inclusión del alumnado con diversidad en la universidad dado el anuncio del presidente Pedro Sánchez de su intención de redactar una nueva ley de univeridades. Según Martínez Lozano, con la nueva ley «deben darse pasos más ambiciosos».