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La formación profesional en España libra una larga contienda contra las ideas preconcebidas y los estigmas. Desde que hace décadas se considerasen estudios de segunda para quienes «no valían para estudiar» hasta hoy ha llovido mucho, pero algunas ideas permanecen en el imaginario de mucha gente. Al menos, en parte, es lo que viene a decir el Estudio sobre la percepción de la Formación Profesional de madres y padres, realizado por Educar es todo y CaixaBank Dualiza.
El estudio se basa en una encuesta respondida por 1.600 personas de todo el territorio enviada por correo electrónico el pasado mes de julio. Según las organizaciones, tiene un nivel de confianza del 95 %. La muestra se compone de personas de entre 35 y 65 años con hijos o hijas de 12 a 18 años.
Uno de los datos más llamativos del informe es que el 77 % de quienes la han respondido cree que existen prejuicios sobre la formación profesional, aunque tan solo el 23 % de la muestra asegura tenerlos.
Ahondando en este hecho, ese mismo porcentaje del 23 % es el de persona que preferirían que sus hijas e hijos estudiasen algún ciclo formativo frente al 57 % que preferiría que cursaran estudios universitarios. De hecho, otro 20 % asegura que se sentirían decepcionados en el caso de que fuera así. Y un 10% afirma haber realizado comentarios negativos sobre la formación profesional.
El estatus de las familias tiene un impacto importante en relación a las creencias sobre la FP. Según el estudio «cuanto más alta es la clase social menor es el porcentaje de familias que prefieren que sus hijos estudien FP». De igual manera, los comentarios negativos sobre estos estudios se hacen en mayor porcentaje en estas familias (28 %) que en las de clases más bajas (19 %). Algo parecido ocurre con el nivel de estudios. Cuanto mayor es el nivel de madres y padres menos se prefiere la formación profesional como opción posible.
«Tiene que ver con las expectativas», asegura Leo Farache, máximo responsable de Educar es todo,una de las dos entidades que han dado pie al estudio. «Cuando se tiene cierto nivel de estudios, asegura, se cree que la formación profesional no correspnde al estatus» que se tiene, «no corresponde a sus hijos».
En este sentido está de acuerdo Carlos Ruano, técnico de proyectos de CaixaBank Dualiza. Las expectativas marcan la diferencia a la hora de apoyar la orientación hacia determinados estudios, pero también tiene claro que hay ciertas muestras de cambio de tendencia puesto que, poco a poco, van cayendo las resistencias entre las familias y en relación a la formación profesional.
Farache defiende la necesidad de destacar el porcentaje de empleabilidad que otorga la formación profesional, así como el que se haga una mayor labor de información y concienciación, por ejemplo, de modalidades como la FP Dual y cómo es una vía más para llegar a la universidad.
Ruano insiste en la idea de que la formación profesional hay que entenderla como un itinerario formativo que puede empezar con algún grado medio que, más tarde, abra la puerta a uno superior y, de ahí, dar el salto a la universidad. También destaca otro de los datos del estudio que dice que entre las y los progenitores más jóvenes hay menos problema con la formación profesional e insiste en la idea de que este tipo de estudios ha cambiado mucho a lo largo de los años. «Ya no es la que conocimos» y que pudiera tener peor imagen social.
A las ideas preconcebidas y las expectativas se vienen a unir la falta de información sobre el impacto real de la FP. El 60 % de quienes respondieron a la encuesta cree que las empresas prefieren titulados universitarios; el 30 % cree que quienes hacen estudios profesionales tienen menos éxito; el 21 % que no tiene tantas salidas profesionales y el2 72 % opina que se valora más a los universitarios.
«Las familias son las primeras orientadoras», asegura Farache. No es que lo diga este informe, sino que, insiste, está patente en muchas otras investigaciones. Por ello es necesario que madres y padres estén lo mejor informados posible, así como es importante también que «escuchen a sus hijos». Ello frente a ese 6 % de familias que aseguran no informarse para orientar a sus hijas e hijos u otros que intentan influir, obligando a realizar determinados estudios. Hay que orientarles «sin prejuicios», afirma, de manera que, lo primero, es escucharles y comprender cuáles son las necesidades que tienen para, después, buscar entre toda la información posible, cuál es la oferta formativa que mejor se ajusta a ellas, independientemente de que sea la formación profesional.