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Equipo… una palabra que usamos mucho en el contexto de las escuelas, pero que a menudo tengo dudas respecto de la plena conciencia de su significado cuando se haga uso.
Si buscamos cuál es su significado nos encontramos con dos acepciones,
1 2 m. [LC] Con lo que se equipa alguien, especialmente la ropa, los utensilios. Un equipo de futbolista.
2 1 m. [LC] Grupo de personas organizado para un objeto determinado. La tarea de revisión, la hace un equipo muy numeroso.
Resulta que en ambos casos me siento identificado con alguno de los diferentes «equipos» a los que he podido pertenecer o que he conocido, porque hay algunos que están organizados por un objeto u objetivo determinado y otros en los que parece que sólo hay un «vestido» de equipo, es decir, que parece que es un equipo por el hecho de compartir algunos elementos comunes… ¿O tal vez es una agrupación de personas que, temporalmente, se encuentran juntas?
… ¿Nos vestimos de equipo o somos un equipo?
En una sociedad en la que se da tanta importancia a la imagen que proyectamos a los demás, y además, coincidiendo actualmente con la época en la que hemos mostrado las escuelas y los proyectos a las familias que quieren matricular a sus hijos e hijas, parece haber -hay- la necesidad de hacer una operación de estética epidérmica y superficial, que ya no solo afecta a los espacios y materiales (aspecto del que ya se ha hablado sobradamente), sino que es una intervención que incide también a la imagen de la equipo que se ofrece …
… ¿hacemos ver que nos vestimos?
Si tenemos la necesidad de dar una buena imagen de equipo es porque sabemos que es un elemento importante y muy valorado. De hecho, hace poco tiempo se hizo público el resultado del primer Edubarómetro, una macroencuesta hecha por la Fundación Jaume Bofill a niños, educadores, maestros y familias, donde uno de los datos indicaba que el 53% de los encuestados afirmaban que sus centros están inmersos en procesos de cambio y donde una de las principales preocupaciones es que las innovaciones son aisladas en el conjunto del centro. De este porcentaje, un 45% identificaban el trabajo colaborativo del profesorado como uno de los elementos clave para conseguir enderezar la situación. Es decir, en nuestro colectivo se ha despertado la necesidad de vivir procesos de cambio… y somos conscientes de que el trabajo en equipo es fundamental para conseguirlo y evitar que los cambios sean aislados y sin valor y repercusión en toda la escuela.
Atendida esta importancia y el valor del trabajo en equipo, nos afanamos a ofrecer situaciones de trabajo en grupo, trabajo cooperativo… a los niños y jóvenes de las escuelas e institutos. Y cuando se nos pregunta la causa y se nos pide el valor que tiene, a menudo hablamos desde un punto de vista claramente neoliberal y nos referimos a la necesidad de alcanzar un mercado laboral en que hay una demanda cada vez más grande de personas con capacidad para trabajar en equipo… Sólo habría que mirar un poco atrás, a principios del siglo XX, con la Escuela Nueva, para encontrar la respuesta: entonces se tomaba la educación como la investigación de unos valores democráticos que tenían que permitir a los individuos propiciar seres más libres, a partir de la confrontación del propio pensamiento con el de los otros y llegar a interpretar la realidad desde la riqueza que ofrece la posibilidad del encuentro entre diferentes personas.
Pero nos cuesta mucho mirar atrás… dejamos perder los referentes por la inmediatez que nos ofrece el neoliberalismo salvaje que nos rodea. En este momento caemos en la mayor de las incoherencias: decimos que es lo mejor para los niños y jóvenes, pero no somos capaces de hacerlo con el resto de compañeros de la escuela… Departamentos estancos, puertas cerradas que separan, especialistas en «sólo» una materia que se ocupan sólo de su área sin coordinarse con el resto, tutores de un grupo, mis niños, tus niños, sus niños. La escuela, todos los niños y la educación son responsabilidad de todos y sólo entre todos conseguiremos cambiarla.
Como dice Philippe Meirieu, hay que crear una pedagogía de la democracia que vaya en contra de actuar en solitario, de olvidar el patrimonio pedagógico y de ignorar las experiencias de los compañeros y compañeras.
Así pues, ¿vestimos a los demás pero no a nosotros mismos?
Por otra parte, vivimos el momento de las redes, bien variadas y de todo tipo… una necesidad desconocida prácticamente hasta el momento que provoca que cada escuela tenga que pertenecer a una, dos, tres redes… cuanto más mejor, y si puede ser también a alguna internacional. En cada centro, alguna persona que se encarga de asistir a los encuentros de las redes, a preparar, recibir, ofrecer… alguna persona que tiene que dedicar más tiempo a conectarse con personas de otros equipos que con compañeros de la propia escuela. Sentimos la presión de trabajar en red cuando menudo nos faltan las estrategias básicas para trabajar con el propio equipo.
¿Nos vamos a vestir con personas de otros lugares?
Si para trabajar en equipo entendemos que hay que compartir uno o más objetivos comunes, previamente habría que definir cuáles son, ¿no? Pero la realidad es la que es. Proyectos de direcciones hechos por una única persona (el director), que debe actuar como líder del equipo. Un equipo con un líder que también tiene el título de jefe de personal, con capacidad para reclamar o negar la continuidad de algunas de las personas que están en el equipo… ¿Es esta una relación realmente «horizontal», de igual a igual , que permite una discusión abierta, crítica y constructiva? Quizás deberíamos buscar una organización diferente que se base en «equipos de gestión» reales que se encarguen de gestionar aspectos que otros miembros del equipo por sus funciones no puedan o quieran hacer…
¿Nos vestimos de equipo desde arriba?
Tal como indica en el documento El compromiso ético del profesorado (Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Cataluña, 2011), es necesario tener un alto grado de compromiso ético no sólo hacia la infancia y el entorno físico y social, sino hacia el propio centro educativo. Hay que generar espacios de reflexión estables entre iguales sobre la propia práctica que estén en coherencia con el proyecto educativo, donde cada una de las personas que forman el equipo educativo tome un rol con valores de estima, respeto, convivencia, implicación, participación y cooperación. De esta manera hemos de concebir el trabajo en equipo del profesorado como un instrumento de enriquecimiento del trabajo diario y como elemento de coherencia y continuidad de las acciones que se derivan del proyecto educativo.
Así pues, cada miembro del equipo de una escuela debería reflejar todos y cada uno de los valores que se han construido con el resto del equipo, como explicaba Edgar Morin, en un principio holofragmático por el que cada parte contiene toda la información del todo. Porque si reflexionamos en equipo a partir de la propia práctica para dar significado a las experiencias que han tenido los niños estaremos construyendo conocimiento a partir de una práctica reflexiva y constante; pero es imprescindible que las reflexiones que se elaboran no queden en una hoja de acta olvidada. El conocimiento y los valores que hemos construido hay que ponerlos en práctica, es la única manera de encontrar la coherencia entre lo que el equipo reflexiona y lo que hace cada uno…
… ¿Pensamos cómo nos vestimos y luego nos ponemos lo que queremos?
Dejemos de vestirnos con aspectos superficiales que no nos ayudan a cambiar el pensamiento, buscamos un grupo de personas con las que sentir que cada uno tiene un papel único y fundamental, porque el punto de vista de cada persona aporta un nuevo significado a las interpretaciones que hacemos cada día. Vamos en busca de un equipo de maestros que en un momento determinado tenga la necesidad de plantearse cuál es el sentido de sus acciones, cuáles los objetivos que se plantean y de qué manera llegar.
Un equipo con quien poder compartir la emoción de descubrir cada día algo nuevo sobre los niños que tenemos delante, emociones compartidas que nos hacen sentirnos más cerca unos de otros. Una proximidad que nos permitirá ser capaces de resolver los problemas y retos que se nos presenten… ¡Con tiempo, flexibilidad y rigor!
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