Uni-Digna pide un alto el fuego inmediato y permanente, la liberación de todos los miles de rehenes y prisioneros palestinos secuestrados y encarcelados todos estos años así como de los israelíes secuestrados, el fin de las violaciones de Derechos Humanos y de crímenes de lesa humanidad, y sobre todo del actual genocidio que está perpetrando el régimen sionista sobre la población palestina, con el apoyo de la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN.
Uni-Digna exige garantizar de forma inmediata, mediante la interposición de una fuerza internacional, que el régimen israelí acepta (a) poner fin a la violencia de la ocupación, apartheid y colonización de Palestina que lleva realizando durante 75 años, pues la violencia no comienza el día 7 de octubre de 2023, (b) la restauración de todo lo destruido y la reparación de todo lo expoliado en estos años y (c) la creación de un Estado único laico y democrático en el territorio israelí y palestino. Comprometiéndose la comunidad internacional a establecer la prestación de asistencia psicológica y económica a la población palestina y la creación de un fondo especial de ayudas inmediatas y a largo plazo.
Uni-Digna reclama la apertura de unos nuevos “juicios de Núremberg” para sancionar las responsabilidades de dirigentes, funcionarios, militares y colaboradores del régimen sionista de Benjamín Netanyahu en los diferentes crímenes y abusos contra la humanidad cometidos durante la ocupación y apartheid palestino, y especialmente el genocidio y la “solución final” aplicada durante los últimos 5 meses con total impunidad y el silencio cómplice de la autodenominada “comunidad internacional”.
Uni-Digna denuncia el escandaloso silencio institucional de las Universidades del Estado español y su inacción ante la barbarie. De sus departamentos, consejos y claustros. De sus órganos institucionales y del gobierno de las universidades españolas (la CRUE) cuyas declaraciones, en un tono de indiferencia “equidistante”, solo han expresado de forma genérica rechazo a la “escalada bélica” en Oriente Próximo y su “solidaridad” con las comunidades universitarias y científicas de Israel y Palestina, cuando hasta la última pared de las universidades palestinas ha sido reducida a escombros en Gaza con el apoyo de armamento suministrado por la UE y EEUU y cerca de 100 profesores y profesoras universitarios han sido asesinados, muchos de ellos objeto de asesinatos dirigidos para acabar específicamente con sus vidas.
Uni-Digna muestra también su indignación ante el doble rasero que se utiliza con Ucrania y con Palestina. Mientras que la bandera ucraniana se ha alzado en las universidades y se ha colocado en las webs institucionales un símbolo de apoyo, se retira la palestina. Mientras el Ministerio de Universidades suspendió relaciones con organizaciones de Rusia apoyando fortalecer las relaciones académicas con Ucrania y la CRUE llamó igualmente a las universidades españolas para que suspendieran y congelaran todas sus relaciones institucionales con las universidades rusas y bloquearan colaboraciones futuras con los campus rusos, interrumpiendo los intercambios de profesorado y de estudiantes (dejando colgados a cientos de estudiantes erasmus) e incluso “instándoles” a marcharse a su país, algo a lo que se sumaron rápidamente la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) y la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme), nada de esto ha pasado con las universidades del régimen israelí, ni se ha apoyado desde Ministerio y CRUE a las universidades palestinas.
El silencio de las universidades públicas es más escandaloso aún, por estar financiadas con presupuestos públicos y sin los riesgos del “mecenazgo privado” de las universidades extranjeras (como las estadounidenses donde el lobby sionista persigue a las autoridades y órganos académicos que se pronuncien en favor si quiera de la paz). No olvidemos que las universidades españolas tienen autonomía (art. 27.10 de la Constitución) y son supuestos espacios de libertad de expresión y pensamiento crítico. Ambos figuran como elementos esenciales en la finalidad y el preámbulo de los estatutos de las universidades.
Al igual que figuran entre sus fines y valores esenciales el fomento de la solidaridad regional, nacional e internacional, así como la defensa de la paz, los derechos humanos y la convivencia. Pero buena parte de los académicos y las propias universidades reiteran, parece que solo ante el genocidio palestino, las manidas excusas de “no es competencia de este órgano”, “no hay que mezclar ciencia y política”, o en todo caso, “hay que condenar toda forma de violencia” como quien condena la fuerza gravitatoria. Esta forma de hacer política, que es “mirar para otro lado” y “mantener el silencio cómplice”, recorre el mundo de los órganos académicos de nuestras universidades y del Ministerio de Universidades, no así de la comunidad universitaria que, a pesar del miedo a expresarse que parece extenderse por temor a las consecuencias, se han manifestado sobre todo desde los estudiantes, el personal de administración y algún profesorado como honrosas excepciones.
El 15 de octubre de 2023, la Universidad palestina de Birzeit lanzaba al mundo una petición de solidaridad desesperada con el título de “No calléis ante el genocidio”. Durante los días siguientes y en respuesta a esa llamada, miles de miembros de la comunidad académica nos adheríamos a una “Declaración en apoyo al Pueblo Palestino desde las Universidades del Estado español”. Pero no basta con el apoyo de los miembros de la comunidad universitaria.
Ya nadie necesita más datos sobre las posiciones adoptadas por las autoridades europeas, estatales, autonómicas, municipales, académicas…, las docenas de resoluciones de NNUU que Israel ha ignorado mientras una parte de la “comunidad internacional” le aplaudía y financiaba. Hemos presenciado las decenas de miles de asesinados o los miles de millones de euros en armamento que alimentan ese negocio genocida, la sangre televisada, las niñas y niños troceados y las ruinas humeantes, para despejar las equidistancias cómplices y los debates hipócritas entre ocupación colonial y población sometida que han ayudado a sostener 75 años de lento genocidio, segregación y apartheid, secuestro y encarcelamiento arbitrario, tortura sistemática, cacerías a manos de colonos armados, robo y destrucción de cultivos, expolio de tierras y expulsiones masivas, demolición de casas, saqueo de agua, envenenamiento de pozos… en definitiva, de la limpieza étnica que emplea todas esas herramientas para consumar el proyecto colonial-sionista de asentamiento.
Por todo ello, Uni-Digna ha demandado a las autoridades académicas del Estado español representadas por la CRUE y el Ministerio de Universidades que cumplan de forma inmediata con el imperativo de cancelar todo vínculo de colaboración con las instituciones, organizaciones y empresas del Estado de Israel por tratarse de relaciones que vulneran los estatutos de las universidades y las cláusulas de los acuerdos europeos en materia de respeto a los Derechos Humanos.
Porque queremos seguir enseñando e investigando en instituciones que renuncien explícitamente a formar parte de la mayor de las miserias imaginables. Porque seguimos siendo capaces de distinguir entre ocupante y ocupado. Incluso conocemos, porque algunas de nosotras lo enseñan y otras lo estudian, qué dice el tan aclamado Derecho Internacional sobre el legítimo derecho de un pueblo ocupado a resistir. Porque no hablamos de un imperativo “moral”, “ético” o “político” (eso es obvio), sino LEGAL (eso no parece tan claro, aunque sí esté escrito). Porque en caso contrario no podremos seguir mirándonos a la cara sin reconocernos como cómplices de este genocidio palestino y de los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante décadas, hoy de nuevo ante nuestros ojos, en vivo y en directo.
El colectivo Uni-Digna apoya el manifiesto de la Red Interuniversitaria Española de Solidaridad con Palestina, que ya ha sido suscrito por 2.333 miembros de la comunidad universitaria del Estado español.