En la comunidad educativa valenciana, las secuelas de la DANA han puesto en evidencia la urgencia de una respuesta coordinada y humana por parte de las autoridades. Mientras se sigue trabajando en la limpieza y recuperación de las infraestructuras afectadas, madres, padres y organizaciones sociales exigen medidas inmediatas que devuelvan a niñas y niños un espacio seguro para socializar y un lugar donde retomar la escolarización. «La emergencia es hoy, y debemos actuar», señala Rodrigo Hernández, director de Save the Children en Valencia.
«Lo prioritario es que puedan salir de casa»
Raquel Sánchez, parte de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres (FAMPA) de Valencia, se muestra clara y directa: «Ahora mismo lo prioritario es que niñas y niños puedan salir de casa. Llevan días encerrados y las posibilidades de salir a la calle en las zonas afectadas, de manera segura, son nulas.» Ante esta situación, ella y otras familias consideran que más allá de la escolarización, sería esencial habilitar espacios limpios y protegidos donde los niños puedan recuperar algo de normalidad y esparcimiento.
Rodrigo Hernández, de Save the Children, subraya la importancia de que la Administración considere a los menores como una prioridad en la emergencia. «Habilitar espacios seguros donde puedan jugar y estar con sus amigos es fundamental. Necesitan poder salir, hablar y, sobre todo, recuperar un poco de su infancia». La idea, explica Hernández, no es solo volver a las aulas, sino crear áreas de protección emocional para los más vulnerables.
Falta de planificación y desconexión de la administración
En este dar espacios para niñas y niños, la Consellería envió una circular el pasado domingo a las y los directores de escuela. La idea es que las familias puedan llevar a sus hijos e hijas a cualquier centro educativo de la provincia de Valencia mientras las labores de limpieza se desarrollan.
Según cuenta Isabel Moreno, presidenta de la asociación de directores de colegios públicos valenciana, la idea parte de la organización que dirige. Ya la semana pasada, en una reunión extraordinaria se pone sobre la mesa esta posibilidad y, junto con unas cuantas ideas más, se envía a la Educación y a Inspección educativa.
Sin embargo, la respuesta ha sido criticada por su desconexión con la realidad de las familias y porque el documento publicado adolece de una gran falta de información práctica que hasta el martes no se ha ido solventando.
Rubén Pacheco, presidente de FAMPA Valencia, considera que esta circular fue, como mucho, «un intento de solucionar algo desde los despachos, sin considerar la situación en las zonas afectadas». La instrucción deja en manos de las familias la decisión de escoger el centro, pero no ofrece un apoyo claro ni información adicional sobre cuestiones que hoy por hoy son básicas como el transporte, el comedor o las extraescolares
«Tenemos muchas familias sin medios de transporte, ¿cómo van a llegar las criaturas a los supuestos centros de acogida?», plantea Pacheco, quien también insiste en que el traslado debe incluir transporte y becas de comedor. «¿Quién va a costear estos desplazamientos? Todo ello en una zona que tiene enormes restricciones para la movilidad a estas alturas».
Patricia Vicente es directora de uno de esos colegios que están acogiendo niños. Su centro está en Paterna. Varias dlocalidades vecinas están muy afectadas por la DANA, algunas de las trabajadoras han perdido coches y han sufrido destrozos en sus viviendas. Por suerte, cuenta, no han han contado con víctimas mortales en su comunidad.
El domingo recibió la circular. El lunes lo pasó junto a otros compañeros, haciendo labores de limpieza como voluntarios en la “zona cero” como la llama -“parece todo la guerra, una trinchera”-. El martes pudo abrir las puertas de su colegio -450 niños y niñas, 50 docentes- sabiendo que recibiría a cuatro niños que están viviendo en el pueblo de manera temporal. A ellos se sumaron dos más, en total, seis.
Cuenta que la Consellería, andando las horas y los días ha ido aclarando algunas cuestiones. Educación se hará cargo del coste del comedor escolar, por ejemplo. También les han pedido información sobre espacios disponibles para, seguramente, una posible reubicación de niñas y niños a partir de la próxima semana.
Obstáculos en la comunicación
Uno de los grandes problemas ha sido la falta de comunicación efectiva con las familias afectadas. La mayoría de ellas han pasado días sin acceso a electricidad, agua potable o red telefónica, lo que les ha dificultado tanto recibir la circular de Educación como contestar los formularios enviados para continuar la escolarización.
Pilar Orenes, directora de Educo, resalta este punto: «Hay familias que están incomunicadas, con una cobertura telefónica limitada y sin los recursos básicos en casa. No basta con enviar un formulario; se requiere un esfuerzo activo para comunicar de manera efectiva las opciones disponibles y el proceso a seguir.»
Rodrigo Hernández enfatiza que es responsabilidad de la administración «garantizar que la información llegue a las familias de forma proactiva», en lugar de asumir que el sistema funcionará como si las circunstancias fueran normales.
Sobrecarga en los centros educativos de acogida: «Los vamos a acoger, pero necesitamos apoyo»
Los centros educativos en zonas no afectadas han empezado a recibir a estudiantes desplazados, aunque no existen cifras sobre en qué medida está ocurriendo. Sobre todo, porque la Consellería no está centralizando esa información.
Los solegios se enfrentan a cierta saturación y falta de recursos. «Los centros educativos siempre acogen, pero es importante conocer la situación de los centros de acogida y tomar medidas sobre la reubicación» señala Isabel Moreno, presidenta de la Asociación de directoras y directores de colegios públicos.
Moreno explica que algunos ya tienen aulas de primaria con 35 estudiantes después de que varias familias afectadas trasladaran a sus hijos a estos centros. Además, muchos no cuentan con el personal necesario para manejar la afluencia de nuevos estudiantes en aulas ya saturadas. Hay que recordar que igual que las familias y el alumnado lo tiene complicado para movilizarse, así están mucho personal docente, entre el que se ha visto afectado por la DANA (pérdida de personas cercanas, de viviendas o vehículos) y que no puede ir a trabajar.
Mientras algunas familias y estudiantes buscan alternativas, muchos docentes con centros cerrados por daños en sus instalaciones están disponibles y dispuestos a colaborar en centros de acogida, pero carecen de un marco administrativo para hacerlo. Moreno señala que la Administración educativa podría estar movilizando a estos docentes hacia los centros que necesitan personal adicional, pero no se ha establecido un sistema para facilitar este proceso.
Rubén Pacheco también sugiere la posibilidad de apostar por la codocencia como una medida excepcional en las aulas más saturadas. «Si trabajamos juntos en lugar de imponer una sobrecarga a los centros receptores, podemos mejorar la respuesta educativa para los niños desplazados y afectados,» propone.
El colegio, espacio seguro
En una situación de crisis, el colegio representa mucho más que un espacio de aprendizaje: es un refugio y un lugar de estabilidad emocional. Las organizaciones como Save the Children y Educo insisten en la necesidad de que los centros educativos vuelvan a funcionar no solo para el aprendizaje, sino para ofrecer un espacio de normalidad y seguridad. «El colegio es el eje vertebrador de la comunidad educativa, clave para cuidar tanto a los niños como a sus familias,» asegura Hernández, de Save the Children.
Orenes coincide: «La infancia necesita entornos seguros que ofrezcan una rutina y una conexión emocional. Estos espacios son fundamentales para la salud mental de los menores en un momento tan complicado».
Frente a la falta de organización por parte de la administración, las familias y asociaciones de padres, junto con diversas ONG, han tomado la iniciativa. A través de formularios y recogida de información entre los centros educativos, están identificando necesidades básicas como material escolar, mobiliario y otros recursos.
Isabel Moreno resume la situación: «Nos hemos coordinado entre las organizaciones y estamos recogiendo información para suplir las carencias, pero no podemos hacerlo todo». Este esfuerzo refleja la solidaridad y el compromiso de la comunidad educativa, aunque también evidencia la falta de una respuesta integral por parte de las autoridades.
En una situación de emergencia, el sistema educativo debe responder con flexibilidad, rapidez y empatía. Las familias y la comunidad educativa piden que la administración se comprometa y asuma el liderazgo de la situación para asegurar el bienestar de los menores. «La situación está siendo muy dura, pero los niños y sus familias no pueden esperar más», concluye Rodrigo Hernández desde Save the Children.