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¿Realmente cumplen con el programa educativo establecido? ¿Se realiza un correcto seguimiento para que cumplan con el currículo formativo? ¿Representan una oportunidad de aprendizaje y muestra de talento? O, simplemente, un propósito de mano de obra barata para cubrir aquellas tareas rutinarias y repetitivas como puede ser el archivo.
Demostrar la formación teórica adquirida mediante la práctica en un entorno real de trabajo es la última parte del sistema educativo. La FCT tiene este objetivo principal, así implica a los estudiantes a desarrollar las competencias adquiridas durante el ciclo formativo y conseguir una visión del proceso de una manera práctica y real. Conectar mediante este puente entre la teoría y la práctica adquiere la importancia de comunicación entre el mundo académico y profesional.
Sin embargo, pese a que el propósito es conseguir la práctica de los conocimientos, estos pasa a un segundo plano. Los estudiantes, en muchas ocasiones, se limitan a tareas repetitivas donde son encasillados durante el plazo de los tres meses de FCT, sin poder tener una visión global más amplia de la profesión en la que se están formando y aplicar los conocimientos adquiridos. El alumnado de administración suele reportar que su actividad se limita al archivo.
Desde el punto de vista de la empresa, más allá de la ventaja que puede suponer acoger alumnos en FCT para formar, potenciar y contribuir en el desarrollo de futuros profesionales y así analizar el talento.
Sin embargo, en algunos casos y sin intención de generalizar, la realidad es diferente. La ayuda temporal que garantiza el alumnado para aquellas tareas sencillas, pero a la vez costosas en tiempo, y que no revisten una vital importancia, hacen verlos como mano de obra barata.
La empresa que utiliza este recurso gratuito con el propósito anteriormente descrito va en contra del espíritu del programa educativo, desperdicia la oportunidad de savia nueva, ideas frescas y otras perspectivas, aparte de poder formar un futuro talento.
El equilibrio es fundamental para que las tres partes: centro educativo, empresa y estudiantes sean conscientes de que la única manera de garantizar el éxito de la FCT es garantizando el cumplimiento del currículo y programa educativo.
Para ello es importante fortalecer la supervisión y establecer las expectativas claras por el centro educativo en conjunto con la empresa. Así como la empresa fomenta la rotación de tareas, para que el estudiante tenga la visión global de lo que representa el puesto de trabajo. Si es de manera interdepartamental el estudiante adquirirá una perspectiva mayor que podrá aplicar a sus futuras formaciones u orientación laboral.
Como Responsable de RRHH, he tenido la oportunidad de ejercer de tutor durante las FCT. Para mí representa una oportunidad de introducir a los estudiantes en el mundo laboral. He tratado de garantizar que tuvieran una visión amplia de los diferentes departamentos de la empresa. De esta manera demuestran una mayor inquietud ya que descubren qué les resulta más interesante de la profesión, sus puntos fuertes y encuentran el área que más les llena. Por lo que la rotación de tareas dentro de su programa educativo garantiza su propio éxito, así como el descubrimiento y potenciación del talento del alumno.
Descubrir el talento de los alumnos es beneficioso ya que puede garantizar su continuidad en el proyecto empresarial en el presente o en el futuro.
Es innegable la poderosa herramienta que son las prácticas laborales. Sin embargo, si las empresas y los centros educativos no presentan un equilibrio y trabajo conjuntos no se garantiza la calidad, sino que se presentarán como un mero trámite sin valor para el estudiante ni la organización.
Este equilibrio determinará el impacto real de la FCT en el desarrollo personal y profesional de los estudiantes. La realidad de ajustar unas prácticas beneficiosas tanto para la empresa como laboralmente para el estudiante ajusta una competitividad mayor de talento al mercado laboral, pudiendo retener ese talento la misma organización.
