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La situación de la escuela pública en España es muy desigual. En algunos territorios supone la mayor parte de la escolarización del alumnado, mientras que en ciertas comunidades como País Vasco o Madrid está empezando a ser residual, con solo la mitad del peso específico en las enseñanzas obligatorias.
La batalla cultural de los últimos años, especialmente tras la pandemia de 2020, así como la caída demográfica están sirviendo de acicate a muchos gobiernos autonómicos en España para apuntalar la red concertada mientras la red pública lleva años infrafinanciada. Esta política privatizadora no solo se debe al auge de gobiernos conservadores, sino también a la ausencia de una normativa estatal que apueste decididamente por la escuela pública.
«La escuela pública es un elemento básico de una democracia sana, es un elemento fundamental de un país avanzado», asevera Daniel Turienzo, maestro de infantil y Educafakes. 50 mentiras y medias verdades sobre la educación española y una de las personas promotoras del «Manifiesto por una Escuela Pública como pilar de la democracia«.
Cynthia Martínez, docente en la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora de la cátedra UNESCO de Justicia Social, recuerda que tras la publicación de un artículo firmado por ella y Pedro González de Molina, profesor de Geografía e Historia y el tercero de los promotores del manifiesto, Daniel Turienzo les propuso trabajar en la elaboración del manifiesto con el que pasar de la divulgación a la acción.
El texto defiende la escuela pública como herramienta básica para la cohesión social, la confianza en las instituciones, el acceso a una información veraz o la creación de una ciudadanía comprometida con los asuntos públicos y por la convivencia política. Objetivos estos para los que es necesario, apuntan los autores, cuidar la institución que desde hace años soportan múltiples tensiones.
Entre las personas firmantes hay docentes de todas las etapas educativas, desde infantil hasta la universidad, investigadores, activistas por el derecho a la educación, representantes de familias, personalidades del tercer sector, etc. Personas que disienten sobre muchos aspectos educativos pero que han decidido dar un paso al frente y revindicar un elemento que consideran básico para el progreso de cualquier nación: una enseñanza pública de calidad.
«Estamos en momento de impass, de inacción», explica Martínez. El hecho de que algunas administraciones públicas no hagan nada ya es una forma de actuación, y señala el hecho de que las escuelas no se hayan recuperado en muchos sentidos de la crisis de 2008 o el que no se esté enfrentando qué va a suponer para la educación «la caída demográfica evidente». «Si no hacemos nada, expone, le haremos mal a la escuela pública».
“La caída demográfica presenta una ventana de oportunidad para revertir la anomalía española que supone la escuela concertada y reforzar la escuela pública como escuela de todos” apunta Turienzo.
Los tres autores defienden en el texto del manifiesto que los cierres de aulas provocados por la demografía empiecen a caer del lado de la concertada y no de la escuela pública, como se ha hecho hasta ahora; la igualdad de oportunidades en el acceso a centros sostenidos con fondos públicos (persecución de cuotas o irregularidades en los procesos de matriculación); facilitar la conversión de centros concertados en públicos o privados; disminución de la segregación escolar; inversión pública para la adecuación y mantenimiento de los centros públicos; estabilización de las plantillas y mejora de sus condiciones; disminución de ratios alumno profeso o la garantía de políticas integrales (servicios sociales, políticas de infancia, salud, alimentación, etc.).
«Estamos en un momento de batalla cultural», explica González de Molina. Para este docente, con la salida de Isabel Celála del Ministerio y la llega de Pilar Alegría ha habido un parón en las políticas, una suerte de «dejación de funciones» que ha supuesto que se prestaran oídos a discursos de ciertos thinktanks y oenegés que, incluso, han abogado por el aumento de la cuantía de los conciertos para frenar ciertas desigualdades.
En este sentido Turienzo también destaca el hecho de que, por ejemplo, un partido progresista, en un vídeo electoral, ensalzara el paso de la candidata por un centro concertado cuando estaba en edad escolar. «Hace 20 años sería impensable, porque supone renunciar a la escuela pública como el lugar común», resume. Para este docente es necesario recuperar la escuela pública como horizonte , especialmente desde una postura progresista. Y recuerda que es una política viable y posibilista con el ejemplo de Portugal, donde se redujo a menos de la mitad el número de centros privados que recibían fondos públicos con el visto bueno la mayor parte de la ciudadanía. Si puedo garantizar la escolarización con los centros públicos, tengo la obligación moral de eliminar la externalización en empresas privadas de este derecho».
«Parece que se nos está olvidando», recuerda Cynthia Martínez, y de ahí el manifiesto «que hay que defender (la educación pública) como uno de los cimientos de la casa, que sin ellos no avanzamos».
Os dejamos en este enlace el texto íntegro del Manifiesto, así como el formulario de adhesiones por si queréis firmar y compartir: «Manifiesto por una Escuela Pública como pilar de la democracia«.