Estaba en Nueva York, en febrero de 2018, cuando el presidente Donald Trump recibió a un grupo de afectados por tiroteos en centros educativos de su país. Este encuentro ocurrió después del del Instituto Parkland en Florida, en el que han muerto 17 personas en un ataque armado realizado por un joven de 19 años. Entre los presentes en la Casa Blanca, estaban seis estudiantes de dicho instituto. Y fue dirigiéndose a este colectivo, a su país y a los demás países del mundo, lo que él presentó como la solución: armar al profesorado, entrenarlo y darle un permiso especial para actuar de forma ofensiva frente a un tiroteo en ambiente escolar. También propuso enviar a las escuelas profesionales, como los marines, para resolver definitivamente la situación problemática.
En el momento del discurso yo estaba en la calle, entre los rascacielos de aquella megalópolis, mirando a las noticias proyectadas en uno de sus edificios. Y fue en esta circunstancia, que me salió el siguiente dialogo interno:
- Sr. presidente, su discurso de odio solamente construye peores mundos para su gente y para las demás personas del planeta. ¡No cuente con nosotras, las personas involucradas en la construcción de mundos en paz! No haremos caso a su abominable discurso. Usted me hace llorar de vergüenza. Vergüenza ajena, vergüenza propia, vergüenza de su discurso, vergüenza del mundo, vergüenza de la humanidad, vergüenza de los tiempos de poder autoritario en diferentes países, vergüenza de los desencantos políticos… ¡Vergüenza! Falta paz en su visión Sr. presidente. Paz… Sí ¡paz! Una palabra fuera de moda, ¿verdad? Sus soluciones radicales al problema de la violencia armada en las escuelas de su país llama a derramar sangre, literal y metafóricamente. Pensar en paz debería hacerme sentir vergüenza ¿verdad Sr. presidente? Vergüenza de mi ingenuidad, de mi puerilidad… ¡Pues sí, la siento, pero no por estas razones! La etimología de la palabra ingenuidad revela algo importante, ingenuo es aquel que no es esclavo, que lleva dentro de sí un linaje libre. En este sentido, este texto es ingenuo. Falta visión pacífica en su percepción del problema Sr. presidente, usted no ve con la mirada de quienes buscamos reconquistar una visión compartida de mundos mejores. Su quimera violenta refleja la crueldad de desvalorizar el papel del educador en la sociedad. Bien como da visibilidad al poco respeto que siente por las nuevas generaciones y por el papel de la escuela en sus vidas. ¿A quién prioriza su discurso Sr. presidente? A la comunidad educativa seguramente no lo es, a la mejora del mundo, tampoco. Usted me hace llorar de vergüenza. Vergüenza ajena, vergüenza propia, vergüenza de su discurso, vergüenza del mundo, vergüenza de la humanidad, vergüenza de los tiempos de poder autoritario en diferentes países, vergüenza de los desencantos… ¡vergüenza! ¿Armar a quienes educan a las nuevas generaciones? ¡Vergüenza!
Este discurso del presidente Trump me hizo recordar lo que el filósofo Adorno escribió en los años 50, sobre la personalidad autoritaria y la propuesta de la escala F (f de fascista), para detectar rasgos y características de personas con tendencias antidemocráticas. ¿Por qué será?
A la vez, esta circunstancia me hizo pensar que una micro-acción interesante para nuestro tsunami creativo, sería plantear la reflexión sobre la violencia en los ambientes educativos. Pero, buscando generar muchas y variadas ideas creativas para solucionar el problema. Ideas en la dirección opuesta al discurso de odio presentado por el presidente Trump, que solamente nos aleja más de la paz que pretendemos alcanzar entre todos. Podríamos inspirarnos en los rasgos de la escala F, como criterios evaluativos que nos ayuden a ver hacía donde no debemos buscar salidas creativas para la paz. Es decir, se trata de generar ideas antiautoritarias, porque construir la paz, implica superar la posibilidad de situaciones, ambientes y personas fascistas.
Ahí siguen las características para servir de guía negativa:
- Convencionalismo: presentar adhesión rígida y lealtad ciega a los valores y normas impuestas desde fuera.
- Etnocentrismo: tener como único concebible y aceptable el propio país, la propia cultura, el propio idioma, lo que es igual o parecido a uno mismo.
- Sumisión autoritaria: aceptar acríticamente las normas dictadas en situaciones autoritarias.
- Agresión autoritaria (destructividad/cinismo): manifestar tendencia a condenar, rechazar y castigar a los individuos y colectivos que considera “inferiores”.
- Oposición a tendencias subjetivas, críticas y creativas: Comunicar prejuicios, pensamientos rígidos, razonamientos simplistas (sin argumentos) y masificados (copypaste de clichés, de las palabras de orden de las redes sociales, de los medios de comunicación, del mercadeo, de las ideologías, etc.)
- Superstición estereotipada: Presentar disposición a creer que en el mundo suceden cosas siniestras y peligrosas, causadas por determinismos supersticiosos. Proponer pensamientos catastrofistas para alimental el miedo colectivo e individual.
- Preocupación exagerada con la promiscuidad: Demostrar repulsa hacia todas manifestaciones sexuales que supongan una desviación de la norma.
Alguna gente puede cuestionar la razón de proponer una guía negativa. Se trata de un ejercicio de mirada creativa y crítica, de pensar desde el contraejemplo. Por esto iniciamos el texto de la manera como lo empezamos…