Diplomada en Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones en la Universida Politécnica de Madrid. En 2009 tiene su primera experiencia profesional en cine como meritoria de sonido junto a Sergio Bürmann y Oscar Segovia. Son tres semanas en el largometraje Pudor, dirigido por David y Tristán Ulloa. Durante los siguientes años, realiza numerosos trabajos como meritoria y auxiliar de sonido en largometrajes como Los girasoles ciegos, El mal ajeno, Promoción Fantasma o Celda 211. Son estos años en los cuales aprende el oficio y también el respeto y el amor por la profesión, con la suerte de trabajar junto a grandes técnicos de sonido y directores de este país. Los últimos años trabaja de microfonista en series de televisión y largometrajes como El ministerio del tiempo, El niño, El bar, Kiki, el amor se hace, El secreto de Marrowbone, Dolor y Gloria, entre otras. En 2014 tiene la oportunidad de hacer su primera película como técnico de sonido, El tiempo de los monstruos, de Félix Sabroso. Y tras esta bonita experiencia, continúa su carrera realizando el sonido directo de Tarde para la ira, La llamada, Perdiendo el este,la segunda temporada de Paquita Salas y, actualmente, Si yo fuera rico. Desde hace tres años, compagina el trabajo de rodaje con la docencia impartiendo clases de Sonido Directo en la ECAM.
¿A qué te querías dedicar de joven?
Pues todavía soy muy joven, pero de pequeña quería ser médico.
¿Cuándo te diste cuenta de tu verdadera vocación?
Te diría que bastante tarde. Yo estudié telecomunicaciones. Me encantaba estudiar, me encantaba la física y fui dirigiéndome de una manera muy natural hacia el sonido y la acústica.
Hice la primera película de meritoria con Sergio Bürmann y Oscar Segovia casi por una casualidad. Y poco a poco, con cada rodaje, me di cuenta de que mi ya amor por el cine, se había convertido en pasión por rodar.
De joven, ¿qué proyectos te motivaron para aventurarte a trabajar en el cine?
No hay ninguno en especial, pero siempre he sido una amante del cine. Fue mi padre el que me inculcó esta pasión. Posteriormente mi hermano, que es actor y director, desde pequeño me involucró en todos sus proyectos.
¿Alguna vez pensaste en tirar la toalla? Si es así, ¿qué te hizo seguir adelante?
Claro que lo he pensado, muchas veces. Este oficio es muy duro y exigente. Es una elección de vida que en muchas ocasiones supone un problema de conciliación con tu vida personal. Pero a la vez, al menos en mi caso, es un tipo de trabajo y de vida que se te mete dentro. Creo que ya no sabría vivir de otra manera, y además disfruto con lo que hago.
¿Cuál ha sido el mayor reto profesional al que te has enfrentado?
Cada proyecto es un reto. No hay proyecto fácil. Es verdad que de inicio, por guión o localización, una película puede parecer más complicada que otra. Sin embargo, luego depende de muchos factores que la secuencia más fácil se pueda convertir en una tortura.
Así de primeras se me ocurre Celda 211 porque la acústica de la cárcel era muy mala y trabajamos mucho para mejorarla. También La llamada porque era un reto el realizar parte del musical en directo. A pesar de todo, aprendí y disfruté mucho con las dos.
¿Por qué crees que hay menos mujeres sonidistas?
Pues la verdad es que no lo sé. Antes pensaba que tenía que ver con el hecho de que las pértigas y los micrófonos eran pesados, pero desde hace años el material se ha aligerado considerablemente. Imagino que es una cuestión de tradición, y que poco a poco se irá normalizando. Es un trabajo que pueden desarrollar de igual manera hombres y mujeres. Actualmente doy clases en la ECAM y el porcentaje de mujeres que quieren hacer sonido es mínimo.
¿Crees que tu carrera habría sido más sencilla si fueses hombre?
No. Rotundamente, no.
¿Cómo crees que se podría mejorar la situación de las mujeres en el sector?
Me alegra que me hagas esa pregunta. Para empezar, desde la educación. Hay ciertos puestos de trabajo que tradicionalmente han desarrollado los hombres y que sin ningún problema pueden desarrollar las mujeres. Lo que realmente abre una brecha entre un trabajador y una trabajadora del sector, es el embarazo y la lactancia. Desde el sector no se facilita ni se incentiva de ninguna manera la maternidad ni la conciliación familiar, lo que supone que en muchos casos algunas compañeras no se planteen tener hijos o tengan que frenar sus carreras durante, al menos, un año de vida.
¿Cómo explicarías tu trabajo a un estudiante de secundaria interesado por el cine?
Básicamente nos dedicamos a grabar lo más limpio posible el sonido directo de una película, especialmente los diálogos. Grabamos además todos los ambientes posibles para apoyar la película. De alguna manera nuestro trabajo es intentar conseguir la mejor materia prima posible para que nuestros compañeros de postproducción puedan trabajar con mayor libertad y sencillez. De ahí para adelante, hay muchos matices del trabajo de los que podríamos discutir horas.
Es una labor complicada porque no estamos nada educados para darle importancia al sonido en los rodajes y en la vida en general, nos cuesta mucho pararnos a escuchar y ser conscientes del silencio o del ruido en cualquier sitio. Ni siquiera lo estamos en muchas ocasiones para utilizarlo de una manera interesante a la hora de contar las películas.
¿Y qué le aconsejarías si quisiese ser sonidista como tú?
Le daría mucho ánimo y grandes dosis de paciencia para no acabar con una úlcera de estómago (risas). En definitiva que le ponga pasión, ganas, esfuerzo y mucho cariño a todo lo que haga. Vamos, lo que le aconsejaría a cualquiera para cualquier otra disciplina.
Por último, ¿qué material le recomendarías a un padre o a un profesor que quiere enseñar cine (libros, películas, exposiciones…)?
El arte del montaje, una conversación entre Walter Murch y Michael Ondaatje. El padrino, Apocalypsis Now, Un profeta, La caza, Los Santos Inocentes, Café de Floré, Dirty Dancing, E.T. el extraterrestre, La Isla mínima, Tarde para la ira, Gravity, Almodóvar en su totalidad, Amanece que no es poco, Flores de otro mundo, Los lunes al sol, Mar adentro. Que quieres que te diga… Hay que verlo todo. Hay que aprender de todo y escoger de cada cosa lo que más te guste y lo que menos. Está todo inventado y, a la vez, todo por inventar.