Han sido nueve largos meses en los que han pasado muchas cosas en el ámbito educativo. Terminamos el curso anterior con un cambio de Gobierno y la llegada de un nuevo equipo al Ministerio de Educación, liderado por Isabel Celaá, con Alejandro Tiana de mano derecha en la Secretaría de Estado de Educación. Este curso lo hemos cerrado con, prácticamente, los mismos mimbres. Nos vamos sin tener gobierno todavía y sin saber si el equipo cambiará o no para el mes de septiembre. Ni siquiera si habrá que volver a las urnas en los próximos meses.
Durante este tiempo se han intentado con mayor o menor éxito, cambios en la situación del profesorado tras años de crisis y recortes en la educación. Queda la sensación de que hay mucho más por delante. Empezando por el prometido cambio de ley educativa.
Nueve meses en los que, además, la extrema derecha ha llegado a la política institucional. Hablábamos meses atrás de las políticas de países como Estados Unidos o Brasil, sin tener en cuenta la influencia que VOX habría de tener en tantos asuntos. Ahí quedan algunas de sus ideas sobre el sistema educativo, así como otras cuestiones que también impactarán (o eso pretenden) en la vida escolar de miles de chicas y chicos LGTB.
Meses en los que hemos visto cómo la educación inclusiva ha tenido que seguir peleando, caso a caso, en los tribunales el reconocimiento que debería tener desde 2008 cuando España firmó la Convensión de Derechos de las Personas con Discapacidad. El espaldarazo dado por el Tribunal Supremo ha supuesto un goteo de sentencias que condenan a las administraciones autonómicas a no hacer dejación de funciones y, con los apoyos necesarios y razonables, abrir las puertas de los centros ordinarios a todas las personas. Hasta hace unas semanas que conocíamos un nuevo fallo del Supremo que defendía la libertad de una familia a elegir el centro en el que matricular a su hijo.
Quedan grandes incógnitas y problemas en el aire todavía: recursos materiales en la escuela ordinaria, formación inicial y permanente en temas relacionados con la inclusión, el futuro de los centros de educación especial, que las adaptaciones significativas no supongan que una alumna no pueda seguir por la vía educativa que eligió porque el sistema no tiene previsto darle un título de la ESO…
El próximo curso promete que sigamos hablando de estos temas. También de otros que, a pesar de que llevan tiempo sobre la mesa, están cada vez siendo más difíciles de soslayar. Pensamos en esto que se ha dado en llamar el adoctrinamiento. Señalamientos y acusaciones que ponen (o intentan) poner en tela de juicio el trabajo cotidiano de decenas de miles de docentes en sus aulas. Su intento por formar a personas críticas e informadas que puedan tomar sus propias decisiones más allá de las creencias sociales o familiares. Cuando se pone en duda el derecho de estar en sociedad de determinados colectivos y se afirma que es que los y las maestras y profesoras están adoctrinando en las aulas, cualquiera diría que hay un déficit democrático importante. Los derechos humanos no son opinables. La escuela, como institución pública, del Estado, ha de permanecer claramente posicionada por el cumplimiento de estos derechos. También por su enseñanza.
De una forma u otra, el próximo otoño habrá nuevo gobierno, nuevo Ministerio de Educación. Si continúa gobernando Pedro Sánchez, nos tocará esperar a ver si, con los apoyos con los que cuente, hace o no frente a una reforma de la LOMCE, ya sea con el texto que presentó en su momento o, como creen algunos, con uno que vaya un poco más allá en algunas cuestiones.
Y habrá que ver cómo el sector de la escuela concertada responde a todo esto. No solo a un cambio legislativo de mayor o menor calado. También a lo que suceda precisamente con unos conciertos educativos que no dejan de recibir tantas críticas como defensas.
Durante el próximo curso insistiremos en publicar entrevisas y reportajes sobre personas y proyectos que nos parecen interesantes, al menos, para que la reflexión sobre la educación siga mirando hacia adelante en la construcción de un sistema educativo plenamente inclusivo, bien dotado y formado, que pueda dar respuesta no solo a las exigencias de un mercado de trabajo cada vez más liberalizado o a las de organizaciones supranacionales y privadas (como la OCDE), si no a retos de carácter social. Qué tipo de sociedad queremos y cómo haremos para que sea posible. Esta es, creemos, una de las preguntas clave que pocas veces se pone, seriamente, sobre la mesa.
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Nuestra apuesta sigue siendo esta. Hacer el mejor contenido periodístico posible. Facilitar a maestras y maestros, a familias, de la información necesaria para que puedan tomar decisiones informadas. En este sentido, también seguiremos con la apuesta de la Revista XQ, en la que cada semana intentamos recoger la actualidad informativa para que adolescentes de entre 12 y 16 años puedan hacer su primer acercamiento a la sociedad de la información.
Una ciudadanía informada y crítica es una ciudadanía democrática que defiende sus derechos de otros intereses. Dar apoyo para que esto sea posible, así como para que se defienda el derecho a la educación y a quienes, todos los días, hacéis posible que se cumpla, es nuestro objetivo prioritario.
Esperamos que tengáis un buen descanso en las próximas semanas para que podamos afrontar el siguiente curso de la mejor manera posible.