Un año es poco tiempo para medir los logros alcanzados o no por una ley educativa. Máxime cuando en un porcentaje altísimo no ha entrado en vigor, al menos, en las aulas de la manera que se espera. Lo más importante, tal vez, la reforma curricular, no empezará a caminar hasta septiembre de este año, cuando de verdad lleguen los nuevos currículos a los centros.
Pero, en cualquier caso, un año es un buen momento para hacer balance de un proceso, el de la puesta en marcha de esta ley, que ha tenido algunas peculiaridades importantes. Primera, una pandemia global. La segunda, tal vez, la cantidad de momentos en los que se ha podido participar de una forma más o menos directa, en los debates sobre lo que la propia ley pretende: un acercamiento a las competencias clave y a las metodologías más activas.
Tal vez, el primer punto a favor de la Lomloe es que llegó para sustituir la Lomce, una ley del PP, producto de una mayoría absoluta y sobre la que recaía el compromiso parlamentario de derogarla a la mayor brevedad posible. Una brevedad que para algunos no fue tanta como hubieran querido pero que, en cualquier caso, llegó finalmente.
El texto trajo muchas novedades y algunas más que llegaron con la tramitación parlamentaria. Más allá de quitar peso a la asignatura de religión o devolver los ciclos a la educación primaria; más allá de intentar evitar los conciertos a centros que segregan o eliminar la demanda social como una guía en la planificación de la escolarización; más allá de la supuesta eliminación de los centros de educación especial y de la apuesta, algo tibia, por la inclusión mandatatada por la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad. Más allá de todo esto, si algo supone la Lomloe en el sistema educativo español es un cambio sustancial en el contenido y las metodologías educativas.
Competencias clave
El debate sigue en la mesa, a pesar de que haya quien no quiera reconocerlo o crea que no es excesivamente importante. Existe un grupo importante de docentes, principalmente de secundaria, que no ven con buenos ojos los cambios que la Lomloe traerá consigo en relación al currículo. Estamos a la espera de que se aprueben y publiquen los decretos de mínimos que darán paso a las comunidades autónomas para que hagan su parte de cara a septiembre de este año, cuando entrarán en las aulas.
Desde 2006, las dos leyes previas de educación han intentado introducir las competencias clave en el currículo. Para Fernando Trujillo, la LOE lo hizo de una forma abrupta, lo que supuso que no consiguiera los objetivos que se había propuesto. Y aunque la Lomce contó con el trabajo interno del grupo de innovación Atlántida, cuya labor en relación a las competencias viene de antiguo, lo que acabó siendo fue una enorme colección de listados de estándares de evaluación que volvieron prácticamente imposible la labor docente.
Parece que la Lomloe ha hecho los deberes en este sentido. No solo ha contado co «gurús» de las competencias, como César Coll, o con los miembros del grupo Atlántida, sino que una parte importante del trabajo de desarrollo de curricular lo han realizado docentes en activo (o casi) que pasaron buena parte de 2021 elaborando los decretos de mínimos. Es, seguramente, la primera ocasión en la que tantos profesionales de aula trabajan en la redacción de los contenidos, de los criterios de evaluación, de los objetivos de las materias, las competencias y las etapas.
A pesar de ella, no es algo que guste a todo el profesorado. Juan Quílez es docente de Física y Química en la Comunidad Valenciana. Junto a cientos de sus compañeros se ha posicionado en contra de la organización por ámbitos que se ha puesto en marcha en este territorio tras la cuarentena de 2020 para el primer curso de la ESO y que puede extenderse a 2º (una posibilidad que contempla la Lomloe y también la Lomce anterior).
Asegura este docente que «un debate sereno y pausado, con la participación de amplios sectores del profesorado (no solo del que resulta afín) podría haber tenido en cuenta la experiencia desarrollada, así como lo que emana de la investigación educativa». Cree este docente que se ha utilizado «un lenguaje florido», con «términos que suenan muym bien (aprender a aprender, aprendizaje competencial, enseñanza democrática, etc.)» pero que esconden, asegura, «una tremenda carga ideológica, asociados, además, a ideas educativas zombi».
Alejandro Tiana, secretario de Estado de Educación y FP es un auténtico histórico en activo. Ya vivió en su momento, la puesta en marcha de la Logse, aunque no lo hiciera en primera línea de decisión. Sí fue uno de los pilares fundamentales en el consenso que trajo de la mano la LOE. Gracias a sus habilidades negociadoras consiguió concitar el beneplácito de la patronal de la concertada, Escuelas Católicas. Ahora le ha tocado intentar repetir esa hazaña, aunque la oposición política, así como el bloque de la concertada se lo han puesto entre difícil e imposible.
Para él, el debate entre contenidos y competencias es estéril e inexistente. Las competencias no son sin los contenidos. Una idea que se ha lanzado insistentemente desde el Ministerio desde el principio el proceso pero que no ha calado entre los sectores críticos.
También Fernando Trujillo opina que el debate no existe en este sentido. Prácticamente prefiere pasar sin tocarlo. Asegura que este año ha sido, a pesar de las apariencias, bastante tranquilio. «No ha sido la debacle que se anunciaba», porque, asegura, las polémicas tenían poco recorrido y porque «técnicamente la ley no es mala».
Quílez no tiene problema con el «podado» de un currículo que prácticamente todo el mundo comparte que es excesivamente extenso. «Los programas curriculares están sobrecargados, por lo que convendría realizar un esfuerzo reflexivo de reducirlos para centrarse en lo esencial». A pesar de esto, sí critica que el currículo se centre en las competencias «que se plantean, dice, no de forma asociada a los contenidos, sino de forma independiente».
Una de las críticas más importantes que hace a la ley es la posibilidad de organizar las materias por ámbitos en la educación secundaria. Esta práctica se ha impuesto en la Comunidad Valenciana en el primer curso y es opcional en el 2º. Estaba previsto que la Conselleria de Vicent Marzá realizara una evaluación del impacto de esta organización el pasado curso, pero todavía no se conocen sus resultados. Para el docente «las distintas disciplinas poseen unos principios tanto ontológicos como epistemológicos que normalmente hacen inviable en la práctica (salvo en algunos casos particulares) el objetivo de fusionar varias asignaturas en un ámbito».
Estatuto Docente
Una de los puntos importantes que “escondía” la ley era la tramitación de un Estatuto Docente. La histórica demanda de los sindicatos para organizar y crear una carrera docente desde la formación inicial hasta la jubilación y que lleva parado desde el año 2007 cuando se renunció por última vez a ponerlo en marcha, volvió con la Lomloe.
El mandato de la ley era que en el plazo de un año desde la aprobación de la ley el Ministerio haría una propuesta documento para sindicatos y comunidades autónomas. Todavía no está terminado, aunque fuentes del Ministerio aseguran que es inminente el envío de la propuesta a los diferentes agentes para poder comenzar las negociaciones.
Aunque insisten en no buscar escusas, el hecho de que haya habido que gestionar una pandemia en el sistema educativo, así como las propuestas españolas para los fondos de recuperación europeos ha dificultado el cumplimiento a rajatabla de todos los plazos previstos.
En cuaquier caso, hasta donde pueden hablar desde el Departamento que dirige Pilar Alegría, la propuesta que se lanzará no será de una única norma que recoja todos los cambios, sobre todo, porque estos afectarán a muchos textos legislativos. Entre otras cuestiones, habrá que modificar cierta normativa que afecte a los estudios universitarios por lo que habrá que negociarse con Universidades y con las facultades de Educación, por ejemplo.
Profesorado Técnico de FP
Otro de los puntos «oscuros» de la ley es el de la integración del profesorado técnico de FP en el grupo A1, como las y los docentes de secundaria. Desde hace años, este profesorado ha de contar con estudios universitarios para poder ejercer en la FP. Y desde entonces vienen reclamando que se les integre con sus compañeros dado que tienen los mismos méritos de formación y realizan una labor análoga.
La Lomloe venía a cumplir con esta exigencia, pero un año después todavía no se ha hecho nada al respecto. Así lo ve José Ramón Merino, de Stes. Para él, «no es que estemos en un proceso complejo, es que no se ha iniciado ningún proceso», afirma, para incluir en el grupo A1 a este colectivo. «No tenían que haber esperado un año, lo deseable es que lo hubiera hecho al mes siguiente, a los dos meses». Se podría haber hecho un camino análogo al que está siguiendo el cambio del Real Decreto de acceso, ejemplifica. «Es un proceso largo porque tiene que pasar trámites durante tres o cuatro meses; pero sabemos que el proceso está iniciado; pero con este profesorado no se ha iniciado ningún proceso». «Estamos muy disgustados, enfadados».
Tanto que este mismo día se ha producido una concentración a las puertas del Ministerio de Educación con representantes de diferentes sindicatos y de la Asociación de Profesorado de Enseñanza Secundaria y FP. Según un comunicado de esta última, el PTFP lleva 31 años «discriminado perteneciendo a un cuerpo diferente y a grupo profesional inferior, pese a estar en igualdad de titulación y mérito que el resto de docentes de secundaria» desde la aprobación de la Logse.
Desde el Ministerio siempre han asegurado que el proceso para poder integrar a este profesorado es más o menos complicado y laborioso, hay que cumplir con todas las garantías jurídicas posibles. Comenta Merino que el Ministerio les informó en abril del compromiso de negociar sobre este profesorado. «Nunca se produjo esa negociación ni nos dieron nada», asegura. El pasado 21 de diciembre se produjo la última reunión con los sindicatos. Merino afirma que les dijeron: «Textual, con carácter inminente os vamos a citar para presentaros ya cómo se va a hacer el paso al cuerpo de secundaria; hace un mes. No sabemos qué entiende el Ministerio por carácter inminente».