Las artísticas viven en un extraño limbo desde hace décadas. Entre lo profesional y lo académico, entre la FP, la secundaria y la universidad. Con importantes diferencias de trato entre lo público y lo privado. Y así van a seguir, al menos, los próximos meses.
El adelanto electoral ha hecho decaer el último proyecto legislativo que tenía entre manos el Ministerio. Era su última promesa, como siempre, según creen las fuentes consultadas. Las enseñanzas artísticas siempre se quedan para el final y, precisamente por eso, siempre se quedan fuera, legislatura tras legislatura.
El proyecto de Ley traía algunas cosas buenas y dejaba otras muchas fuera, a la espera de una ley mejor.
Entre las mejoras, según los expertos, el hecho de clarificar la situación del profesorado dedicado a ellas y que ya no se dividían entre profesionales y catedráticas en una suerte de los de arriba y los de abajo, en el que los primeros solo podían impartir en las enseñanzas profesionales y los segundos solo en las superiores.
El texto, ahora congelado, dividía la cuestión entre los tipos de enseñanza y, de esta forma, un docente con cátedra podría dar clase en las enseñanzas profesionales y viceversa.
Más allá de este punto, las ventajas ya no eran tanto. Un texto que se centraba exclusivamente en el desarrollo de las enseñanzas superiores, que no metía mano a la integración de este tipo de enseñanzas en las universitarias, que las dejaba, de nuevo, bajo la mirada de la inspección educativa de las enseñanzas medias y que, además, mantenía los agravios que se seguirán dando entre los sectores público y privado.
De nuevo, las artísticas tendrán que esperar para que se reconozcan, como ha pasado con muchas otras actividades, dentro del Catálogo Nacional de Cualificaciones. «Hasta se ha reconocido a los maestros falleros», explica una persona conocedora de la situación de estas enseñanzas. Al contrario de lo que ocurre con las enseñanzas de FP, estas llevan años fomentando la cualificación de personas trabajadoras por medio de la experiencia profesional. Con las artísticas esto seguirá ocurriendo. Una o un intérprete sin una titulación no tendrá manera de acreditar sus cualificaciones profesionales.
«Es una malísima noticia», asegura Marisa Vico, responsable de pública en la FeSP-UGT. Ha sido una de las personas al frente de las negociaciones de la ley de artísticas y la noticia del adelanto electoral, entre otras cosas, la llevó a pensar en que, nuevamente, las artísticas se quedarían a un paso de tener un mayor reconocimiento y pudieran dar, al menos, algunos pasos en su desarrollo.
No pierde la esperanza en que, salga quien salga vencedor el 23 de julio, el texto legal pueda retomarse, aunque teme que haya que empezar de cero con algunas de las negociaciones. Recuerda lo mucho que ha costado convencer a algunos sectores de la necesidad de esta ley y lamenta que, con el consenso de una gran parte del profesorado y los centros, así como de los grupos parlamentarios, las cosas puedan torcerse más adelante.
En cualquier caso, espero que cuando se retome, aunque haya cambios, se mantengan cuestiones importantes como la creación de los nuevos cuerpos docentes que responderían, por ejemplo, a mejoras salariales para quienes trabajando en centros superiores estén cobrando como docentes de secundaria.
A diferencia de las posturas mantenidas desde CCOO, sindicato en el que han defendido la necesidad de integrar las Artísticas Superiores en la universidad, Vico asegura que esto sería un error y que está bien que las artísticas tengan una más importante y mayor autonomía, pero no dentro de la universidad. En ese mundo a medio camino con lo profesional.
Eso sí, en algo en lo que sí están de acuerdo ambas centrales sindicales, es en la necesidad de desarrollar ese marco de cualificaciones profesionales que permita a las y los trabajadores del sector sin una titulación oficial, conseguir el reconocimiento académico a través de su experiencia laboral.
En cualquiera de los casos, habrá que esperar a conocer el resultado de las elecciones y, sea cual sea este, retomar las negociaciones para que la Ley de Enseñanzas Artísticas sea una realidad lo antes posible. Una realidad que el sector lleva esperando décadas.