Parece que España esté tocando suelo, como explica Carlos Magro al teléfono. O techo, según se mire. Algo parecido dice Lucas Gortázar, que nos estamos acercando a un punto en el que romper la barrera del 13 % va a resultar más complejo que haber bajado 10, 20 o, incluso, 30 puntos en los últimos años.
La bajada del abandono temprano (AET) de los últimas décadas ha sido casi espectacular, pero se va ralentizando, con pequeños trompicones en el camino. Y los motivos, cada vez, parecen más dispersos, difusos y ajenos al sistema educativo.
Como es bien sabido, las diferencias entre las comunidades autónomas en cuanto a este indicador, son enormes. Tres y cuatro veces dependiendo del detalle al que uno quiera asomarse. La zona geográfica está muy marcada también, con una diagonal que cruza el país de noreste hasta sudoeste.
Como muestra el gráfico más arriba, el dato de chicas y chicos difiere sustancialmente. Ellas se sitúan más de cuatro puntos porcentuales por debajo de ellos, aunque al correr de los años, ambas líneas tienden a converger. Como también parece que tienden a aplanarse, de manera que rebasar la cifra del 13 % se está convirtiendo en un reto importante.
Eso sí, cuanto más se acerca uno a los datos, más detalles aparecen a la vista. Por ejemplo, aunque la bajada en el AET es generalizada, no lo es ni en todas las CCAA ni para ambos sexos.
Murcia (21,8), Baleares (21,1), Andalucía (20,6) y Castilla-La Mancha (20,4) encabezan la lista de comunidades autónomas con peores datos de AET entre los chicos, pero solo dos de ellas han empeorado con respecto a años anteriores.
Natalia Simón es profesora de Sociología en la Universidad de Castilla-La Mancha. Para ella, la situación que se vive hoy en la región se debe a que los chicos tienen mayor facilidad de acceso al trabajo. «Los hombres encuentran trabajo en mayor porcentaje que las mujeres», a lo que se suma, explica, que la situación socioeconómica de muchas familias se ha resentido desde la crisis de 2008 y la posterior pandemia por lo que «necesitan que entren ingresos y una de las vías posibles son los hijos». La investigadora opina que los chicos «es más probable que encuentren antes trabajo, de reponedores en supermercados y otros establecimientos, como repartidores, incluso en la construcción».
Frente a esta situación está la de las chicas, con más dificultades para conseguir empleos poco cualificados y con brechas salariales más importantes que salvan si permanecen en los estudios más tiempo que sus compañeros. «Se tiene muy interiorizado que para poder romper la brecha salarial y la tasa de desempleo, es importante estar formadas», comenta.
Al contrario de lo que ocurre con las chicas en Castilla-La Mancha está la situación que se lleva viviendo dos años seguidos en Baleares, Canarias y Murcia, tres comunidades en las que las tasas de abandono temprano entre ellas han empeorado mucho.
José Saturnino Martínez, sociólogo de formación y director General de la Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluación Educativa, no termina de comprender qué ha sucedido en su Comunidad. De hecho, cuenta al teléfono, ha solicitado los microdatos de la EPA al Instituto Nacional de Estadística y está en comunicación también con el Ministerio de Educación, FP y Deportes.
Baraja dos posibles hipótesis al hecho de que en 2021 el AET entre las jóvenes canarias estuviera en el 6 % y hoy sea de algo más de 12 %. Por un lado, que exista un importante error estadístico que pueda estar desvirtuando los resultados. Aclara que la muestra del INE no es óptima para medir el abandono, entre otras cosas porque está pensada y hecha desde la perspectiva laboral y no desde la educativa. El error estadístico en el que se mueve Canarias, según los datos del año pasado va desde un 9 a un 15, aunque el dato publicado fue del 12 %.
Más allá de eso, Martínez muestra su extrañeza ante este repunte del abandono entre las chicas, y desarrolla una segunda hipótesis que tiene que ver con el trabajo doméstico. Según este experto, podría haber pasado que en los dos últimos años muchas mujeres se hubieran incorporado al mercado laboral pero con unos salarios bajos. Esto haría imposible externalizar el trabajo doméstico que, posiblemente, habría pasado a las jóvenes que estaban estudiando y han dejado de hacerlo.
Carlos Magro, experto en educación no se aventura a hacer una hipótesis. «Creo que no tenemos suficiente información para buscar siquiera intuiciones, es muy complejo». Según su experiencia, las fluctuaciones en los datos son bastante comunes a lo largo de la serie histórica y es esta, precisamente, a la que hay que atender con mayor interés. «El dato (de AET que construye el INE) no es fino y por eso hay que mirar con longitud de 10 años para comprender la tendencia».
Para Magro hay que tener prudencia porque en el caso del índice de abandono temprano hay una gran cantidad de factores que confluyen: «Tiene que ver con formación de la sociedad, capital cultura, oportunidades en el sistema educativo, con las posibilidades de cursar estudios de FP», con la propia existencia del título de ESO (su no obtención cierra cualquier puerta) o con la propia construcción del índice por parte del INE, que pregunta a las personas encuestadas si en la última semana han participado en un curso de cualquier case.
Lucas Gortázar, economista y director de educación en EsadeEcPol también apunta a que la construcción del dato de abandono es más o menos problemático, sobre todo, en autonomías pequeñas, como Murcia, Canarias o Baleares. «La muestra es grande, pero si te restringes a un grupo de edad, de una comunidad autónoma puede que te queden unos pocos cientos de observaciones».
Además de esto, apunta a que el mercado laboral también ha podido expulsar a jóvenes de los estudios en los últimos años con el boom que ha tenido la creación de empleo. Además, cree que la formación profesional de calidad todavía tiene recorrido para mejorar su oferta, sobre todo en los ciclos medios. Con una oferta adecuada capaz de absorber una demanda siempre creciente, podrían mejorarse las cifras.
Gortázar, además, opina que hay un «abandono estructural» que hace algunos años cifraba en el 10 % pero que, hoy día cree que ha podido reducirse hasta el 7, 8 o 9 %. Este abandono «tiene que ver con repetición, con desenganche, con currículos, con un modelo de atención a la diversidad muy poco definido, con una enseñanza muy dirigista» e, incluso, el asunto del título de ESO («quien no titula se queda sin nada»).
Magro es de la misma opinión. A partir de ahora habrá que tomar algunas medidas más drásticas si se quiere romper con ese «suelo» al que parece que ha llegado el abandono escolar temprano.