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Intentar comprender la angustia de una de esas familias que, por la razón que sea se ve en la obligación de llamar a la Policía o al teléfono de la Fundación ANAR para denunciar la desaparición de una o un menor, es difícil.
También debe serlo imaginar en qué situación se encuentra un chico y una chavala que, con 12, 14 o 16 años toma la decisión de que ha de abandonar su casa. O qué puede que sintiera cuando sus progenitores decidieron echarla de casa porque la situación había llegado a un punto de no retorno.
Se trata de las dos casuísticas más habituales, según los responsables de ANAR, cuando alguien llama al 116000. La mayor parte de las y los menores que se ausentan de sus casas lo hacen de motu proprio o expulsados por sus progenitores.
Los motivos son variados, pero no por eso antagonistas. Tristeza, miedo, ideación o intento de suicidio, ansiedad u otros problemas psicológicos son, de entre los problemas relacionados con salud mental que reportan niñas, niños y adolescentes (NNA), los más nombrados. A esto se suman los relativos al maltrato psicológico y físico.
Cuando son los adultos quienes informan sobre los problemas de los menores desaparecidos, hay algunas divergencias. Aunque también señalan la violencia psicológica y la física, ponen la mirada en otras cuestiones como problemas de agresividad y adicciones entre este colectivo. Y, en gran medida, hablan de problemas en el colegio.
Ahora bien, cuando desde ANAR preguntan por el entorno familiar de estas chicas y chicos, las cosas cambian.
Cuando son las NNA quienes responden, hablan de violencia de género, de maltrato psicológico y maltrato físico. También señalan adicciones y agresividad en su entorno.
El mundo adulto vuelve a diferir en este caso. Señala problemas psicológicos, miedo, tristeza y ansiedad, aunque también casos de violencia de género y problemas jurídicos.
Susana Diaz es la responsable de los teléfonos de la Fundación ANAR. En la rueda de empresa desgloso algunos de los datos más significativos. De las más de 4.000 llamadas que atendieron, finalmente hicieron seguimiento a 1.171 casos de menores desaparecidos. Como explicó, lo más habitual es que se resuelvan en pocos días, 7 o 10, dijo, pero realmente, la Fundación no tienen como llevar la cuenta de cuantos se resuelven satisfactoriamente. Una vez que se da apoyo a las familias es poco habitual que estas llamen para dar información sobre la resolución del caso. “No nos pasa solo a nosotros”, explico, puesto que también a la policía, en determinadas situaciones no se la informa de la reaparición del menor en cuestión.
Los más desprotegidos
Como explicaban desde ANAR, las y los chicos, en su mayor parte, se fugan de casa por los problemas que sean. LA Fundación insiste en la necesidad de un trabajo de prevención de este tipo de situaciones y también de información y aclaración de cuestiones como que echar a un menor de casa, por conflictivo que sea, es delito y, además, puede suponer problemas posteriores mayores para esta persona.
Pero hay situaciones que para la Fundación quedan fuera de su radar. Aunque la inmensa mayoría de las llamadas que reciben tienen que ver con chicas y chicos que se han fugado, los datos del Ministerio del Interior sobre menores desaparecidos hablan de una realidad mucho más compleja. ,
De las cerca de 1.500 denuncias activas que el Centro Nacional de Personas Desaparecidas tiene desde 2024, algo más de la mitad se refieren a menores extranjeros. Para ANAR suponen, en relación a sus estadísticas de llamadas, el 0,6 %. Es por eso que hacen un llamado no solo a los chicos y chicas menores de edad sin adultos responsables en España a que llamen al 11600, también lo extienden a las ONG que trabajan con estos perfiles.
La mayor parte de estos jóvenes son varones y sus desapariciones se concentran en provincias que, o bien son frontera o bien reciben embarcaciones desde el norte de África o bien tienen centros de internamiento de menores.
Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Cádiz, Almería, Murcia. Baleares o Madrid son los territorios que mayor cantidad de niñas, niños y adolescentes extranjeros desaparecidos condensaron en 2024.
Los motivos que empujan a estos niños y niñas a desaparecer son muy diferentes. O bien huyen de los centros de internamiento de menores o están intentando llegar a otros lugares en donde tienen red de apoyo, familiar o no.
“Hacemos seguimiento desde hace años porque es bastante sangrante”, asegura Jennifer Zuppiroli, de Save the Children. “Vemos que muchos niños no ven cumplido su trayecto migratorio en el sistema de protección”. “El sistema de protección a la infancia no responde a las necesidades”, asegura.
Más oscura resulta la realidad de quienes estando en centros se ven envueltos en redes de trata, ya sea para trabajo o para explotación sexual. “No se cuenta con información que cruce desaparecidos con investigaciones penales en redes de de trata”, explica Zuppiroli.