1.- La Consejería de Educación del Gobierno de la Comunidad Madrid ha suprimido el examen de septiembre. Profesorado, familias y estudiantes han denunciado la situación caótica que se está viviendo en muchos institutos sobrepasados por una medida impuesta con la más absoluta falta de rigor. Por la precipitación, la falta de análisis y por la ausencia de una agenda compartida en sus objetivos, contenidos, tiempos y recursos con la comunidad educativa y los sindicatos más representativos del sector.
La Federación Regional de Enseñanza de CCOO presentó, en su día, un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid contra la orden en la que se suprimía la convocatoria de septiembre. Argumentaba, y la situación actual le ha dado la razón, que un cambio en este sentido correspondía hacerlo desde las órdenes que regulan la evaluación; que los centros educativos madrileños no disponían de medios suficientes para lograr recuperar alumnado en 15 días, y que la recuperación en junio no tiene sentido como medida aislada, sino en el marco de una evaluación continua apoyada en una planificación de refuerzos, desdobles, distintos apoyos, etc. Para CCOO de Madrid, ni las plantillas ni los recursos materiales existentes hacían viable esta propuesta.
La supresión del examen de septiembre, como otras medidas que enturbian el buen funcionamiento del sistema educativo, tiene dos fundamentos. Por una parte, la mayoría de los problemas que se plantean en el subsistema escolar, con repercusiones en los subsistemas familiar y sociocultural, tienen su origen en unas normas generales de aplicación a todos y todas por igual, que no tienen en cuenta las realidades sociales, culturales y de aprendizaje de cada persona. Por otra, no hay evidencias empíricas generalizables desde datos comparativos que permitan extraer conclusiones sobre la eficacia de la recuperación en septiembre, pero debiera haberlas. Algunas comunidades autónomas ya han experimentado las pruebas en junio y han vuelto a implantar las de septiembre, y otras las mantienen en la actualidad. Esos datos debieran estar a disposición de todas las comunidades de forma transparente y haber sido objeto de análisis por las administraciones educativas, sirviendo de base a sus decisiones. Las administraciones neoliberales se comportan como un martillo para el cual todas las personas y las circunstancias son clavos.
2.- El Gobierno regional de Madrid convoca desde hace años una entrega de premios a la excelencia académica. Un canto al elitismo más conservador de la política educativa del PP madrileño, que centra toda su preocupación en exaltar al alumnado que académicamente obtiene mejores notas olvidándose del resto, como los más creativos o los que, a pesar de los contextos hostiles y desfavorecidos, son capaces de sacar adelante sus estudios, entre tantos otros y otras.
Algunos medios de información han recogido las palabras que el estudiante premiado, Francisco Tomás y Valiente, nieto del catedrático de Derecho Constitucional del mismo nombre asesinado por ETA, dirigió a las autoridades autonómicas alertando públicamente de que se estaba confundiendo excelencia con elitismo, y que esta turbia idea de la excelencia no puede situarse por encima de la equidad y del derecho a la educación para todas y todos los estudiantes: “No solo son excelentes aquellos que obtienen óptimos resultados, sino muy especialmente quienes consiguen progresar desde circunstancias menos ventajosas, en ocasiones con problemas familiares, aprietos económicos o dificultades de aprendizaje”.
Este elitismo encaja a la perfección en ese ideal de ‘economía de casino’ en el cual el pobre es pobre porque se lo merece. Y que hace de la competitividad más feroz entre los jóvenes el fundamento de una sociedad insolidaria y hostil con los demás. Un modelo social que tiene como correlato un modelo educativo que abandona a su suerte a las personas con más problemas sociales, económicos y culturales.
3.- Según un estudio de la OCDE, la Comunidad de Madrid es la segunda región de Europa, después de Hungría, con más segregación en la enseñanza secundaria en función del origen socioeconómico del alumnado. Produciendo un sorprendente agrupamiento en función de su estatus económico y social. Una investigación reciente elaborada desde la Universidad Autónoma de Madrid refuerza esta tesis y aporta tres variables para entender la descohesión social que fomenta el sistema educativo madrileño, fruto de las políticas educativas del Gobierno regional: a) la libre elección de centros; b) los centros bilingües, y c) la promoción y el fortalecimiento de la enseñanza privada apoyada desde la Administración educativa.
Las partes integran un mismo todo:
- No sólo tendrían que desaparecer los exámenes de septiembre, sino esta forma de evaluar al alumnado, con toda la trama de exámenes y pruebas externas que están convirtiendo la educación en un campo de instrucción y de tiro donde la competición, inmersa en una espiral de actividades y refuerzos extraescolares (para las familias que se los pueden permitir) se convierte en la única garantía de supervivencia social. Una sociedad movida por la insolidaridad, el individualismo, y el desprecio “al otro”.
- De ahí, que la educación en valores debiera ser la gran preocupación del sistema educativo. La verdadera excelencia es la excelencia ética y moral. Ya es una prioridad educar a personas excelentes: solidarias, capaces de cooperar y fraternizar con los demás, sin estar todo el día mirando por el retrovisor para saber por dónde viene el supuesto competidor y enemigo.
- No obstante y por seguir ahondando en un modelo elitista que abandona a su suerte a cientos de miles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, el presidente del gobierno regional de la Comunidad de Madrid, ya tiene en cartera la inversión de 6,7 millones de euros en becas de excelencia, destinadas a 3.215 alumnos para el próximo curso haciendo caso omiso del pilar que debería vertebrar nuestro sistema educativo: la equidad educativa.