Víctor Cuevas ha conseguido hacer lo que todo profesional de la educación debe soñar: plantarse en el Ministerio y contarle a la ministra, Isabel Celaá, sus propuestas para mejorar el sector. Cuevas es orientador en el Centro de Educación Para Adultos (CEPA) Hermanos Correa, en Valdemoro (Madrid), pero acudió al Ministerio en calidad de miembro de la sección española de Teachers for Future (Profes por el futuro) junto a sus compañeras Miriam Leirós, impulsora del movimiento en España, e Isabel Rey. Esta agrupación de docentes contra el cambio climático, involucrada en las convocatorias de huelga Fridays for future, lamenta que se perdiera la educación ambiental en la escuela tras la LOGSE en favor de “otras cosas más pragmáticas”, y le pidieron a Celaá que la recupere de manera transversal a lo largo de todo el ciclo educativo. También cree que los pequeños gestos cuentan y alaba que los jóvenes se involucren en la lucha contra el cambio climático.
¿Cómo fue en el Ministerio?
Le llevamos a la ministra un programa educativo para abordar el cambio climático. El programa se llama 28.000 por el clima, que es el número de centros no universitarios que hay y nuestro objetivo es que llegue a todos.
También nos hemos reunido con el Ministerio de Transición Ecológica. A la ministra Celaá le pedimos que la educación ambiental recupere el peso que tenía antes de la LOGSE y que se perdió, de manera que sea un contenido transversal del currículo. No pensamos que una asignatura específica sea válida para abordar el tema. Acaba de terminar la cumbre en Nueva York y ya estamos viendo en las noticias que la situación puede ser irreversible en los océanos. Los docentes tenemos que ser responsables con los alumnos que van a vivir aquí. Necesitamos naturalizar el currículum y que los alumnos sepan habitar un planeta con un estado distinto al que habitamos ahora. Queremos abarcar todas las etapas, que se hagan actividades concretas en todas, que exista un plan de sostenibilidad con un coordinador, igual que hay un plan de convivencia. Queremos implementar programas de residuos cero en los recreos. No programas de reciclaje, sino de no generar residuos. También queremos recuperar el contacto con la naturaleza más cercana, comprenderla para aprender a cuidarla. Estamos hablando igualmente de un programa llamado Camino Seguro. Queremos que el Ministerio lo lleve a los ayuntamientos para que los alumnos vayan andando o en bicicleta al colegio. Es un programa europeo, pero en España vamos muy retrasados respecto a Europa.
Somos conscientes de que el Ministerio no tiene competencias, pero puede convocar a las comunidades autónomas para ver cómo se implementa el plan de sostenibilidad en los centros. La ministra también nos aseguró que comparten esta preocupación por el currículum ambiental y que incorporarían los contenidos ecosociales en los decretos cuando hagan los currículos.
¿Qué pueden aportar los colegios e institutos a este movimiento por el clima?
Queremos apoyar la huelga simbólica en los centros el próximo viernes haciendo parones o vistiendo de verde para reivindicar ante la sociedad que la emergencia climática está aquí y no podemos permanecer impasibles. Esta parte de apoyo también es muy importante para nosotros. ¿Cómo hacemos con los alumnos de diez años que empiezan a tener esta preocupación? Tenemos que apoyarlos. Estamos promoviendo también que los centros educativos hagan una declaración de emergencia climática con el objetivo de que tomemos medidas, no solo desde el punto de vista educativo sino también de gestión de los centros. Gestionemos de manera eficiente: el gasto de papel, de plástico, de materiales de un solo uso. Es una forma también de involucrar a las familias, a la comunidad cercana, y vamos haciendo un papel de difusión de una educación ambiental hacia fuera del centro.
En el caso de Residuos cero, no generar residuos, el éxito es brutal allí donde se está realizando. Los niños están volviendo a casa a concienciar a sus familias. Pero nos damos cuenta de que reciclar no es suficiente, hay que reducir. Todo esto hay que llevarlo a la práctica en los residuos que generamos, en el agua que gastamos o las luces que encendemos. Estamos concienciados ante un problema que es global y tenemos que dar una respuesta desde cada centro con una mirada global. Cientos de ellos se están uniendo a esta iniciativa de semana por el clima, se están apuntando a Residuos cero, en definitiva a poner en el centro de los colegios la agenda climática. Igual que hay otros problemas sociales a los que no somos ajenos, como la diversidad o la violencia machista, este también es un problema de calado, nos estamos jugando el futuro de nuestros hijos, hijas.
¿Le habéis hecho al Ministerio propuestas concretas o de un currículum?
Hemos hecho este año unas propuestas concretas llamadas 28.000 por el clima, con actividades todos los meses, pero no hemos hecho un currículum de educación ambiental. Hay colectivos que están en ello, por ejemplo, la Fuhem tiene muy avanzada una propuesta de currículo ecosocial. Nosotros no hemos llegado ahí, lo que hacemos más es aportar prácticas más que el desarrollo curricular. Pero en la propuesta de actividades para todo el curso sí que proponemos cosas. En el blog El Guiño Verde, de profesores, se pueden ver experiencias de educación ambiental. Por ejemplo, hemos hecho un hotel de insectos o cómo se trabaja una compostera. Hacemos más cosas desde la práctica. Tenemos otra actividad con un documental, Before the flood, que estamos poniendo en los centros educativos para alumnos a partir de 5º o 6º de Primaria, para verlo y después reflexionar. Para los más pequeños hay que hacer cosas más vivenciales. Estos documentales se pueden ver en casa, sí. Pero en la escuela está mediado, propones una reflexión y una acción posterior.
Un alumno de diez años, ¿entiende la complejidad del cambio climático?
Lo entiende. Están impactados por las imágenes de los osos polares famélicos, de los océanos llenos de plástico o por las imágenes de las inundaciones. En cuanto les das cuatro claves empiezan a interpretar. Empiezan enseguida a decir: “Aquí está habiendo un problema”. Les pedimos que le pregunten a sus abuelos cómo era la temperatura antes, cuándo nevaba en el pueblo o cómo son los veranos en Madrid y cómo eran. El concepto global abstracto es más difícil de entender, pero con diez años van construyendo una imagen mucho más amplia de un fenómeno global y algo más abstracto. Si hablamos de cambio climático alguien lo puede confundir con que haga más calor o que llueva, pero hablamos de otras cosas.
¿Cree que este movimiento va a tener recorrido o teméis que pueda ser una moda que se desinfle?
Creo que va a ir más porque responde a una necesidad social. Estamos ante un problema global y social. Greta Thunberg [la adolescente sueca que se ha convertido en el rostro de las protestas por el cambio climático] es un símbolo, pero hay muchos intereses para que se hable de Greta y no de lo que está ocurriendo. Creo que no es una moda, una moda es hablar de otras cosas. Cuando hablamos de una circunstancias que está afectando a nivel planetario no puede ser una moda. Nuestro reto es ser capaces de cambiar la sostenibilidad de la escuela desde la escuela y cambiar los contenidos relacionados con la sostenibilidad ambiental a nuestra práctica diaria. Una moda es estudiar robótica. ¿Por qué hay que estudiar robótica? ¿Vamos a ser todos programadores? Nosotros no hablamos de una asignatura, hablamos de cuestiones globales. Desde la escuela vamos a ayudar a que los políticos tomen medidas que no han tomado. Hablamos de lo mencionado: gestionar mejor los centros educativos, reducir residuos, que el vehículo privado no sea el elemento principal para llevar a los niños. Esto no es el punto de llegada, es el punto de partida. Lo que puede ser una moda es que haya discursos que se acerquen más o menos a las ideas climáticas. Lo que no es ninguna moda es que necesitamos que todas las personas entiendan que así no llegamos a ningún lado y tenemos que hacer algo.
¿Cuánta parte de responsabilidad tenemos los individuos en esto? En ciertos sectores hay escepticismo con la utilidad de estos movimientos porque la mayor parte de la contaminación la producen organizaciones como las grandes empresas o los ejércitos y no los individuos.
Nosotros decimos que cada decisión personal cuenta. Una merienda con un papel de plata menos hace mucho por el planeta. Si se hace en 28.000 centros… Si conseguimos que los ayuntamientos empiecen a creerse que a las escuelas se va andando… Cada gesto cuenta, y con nuestros gestos demandamos propuestas políticas. Aunque haya una huelga simbólica este viernes no se trata de la huelga en sí, pedimos medidas efectivas contra el cambio climático. Nosotros no podemos legislar sobre combustibles fósiles, claro, pero estamos llamando la atención sobre un problema. Como cada detalle cuenta, empezamos nosotros y, además, exigimos a los políticos y hacemos un llamamiento social para que haya cambios. La huelga mundial del viernes 27 la hacemos más de 300 organizaciones, no somos solo los profesores. Hace falta una respuesta individual y colectiva. Tengo la sensación de que en no mucho tiempo las empresas y cualquier organización van a tener que plantearse un plan de sostenibilidad, cómo reducir y cómo tener un menor impacto en el planeta.
Has mencionado que la educación ambiental desapareció del currículum tras la LOGSE. ¿Qué pasó?
La educación ambiental era uno de los ejes de la LOGSE. Era transversal y se desarrollaba, en teoría, diseminado por las distintas áreas. Tras la LOGSE se perdió. En los últimos años, también por la visión tan neoliberal de las leyes educativas, se ha buscado algo más pragmático. Vamos a los estándares de aprendizaje y lo que no se puede medir no existe. La educación ambiental tiene un componente de valores muy importante: de compromiso, de cuidado, de conocimiento… cosas que no son evaluables. Si haces una plantación de árboles con tus alumnos no se evalúa. Estas cosas no medibles no interesaban. La educación ambiental debe estar en todos los ámbitos de la sociedad, pero en la escuela los docentes debemos asumirlo. También le decimos a la ministra que para hacer educación ambiental necesitamos formarnos. El papel lo aguanta todo y si mañana sale una ley que dice que la educación ambiental es un eje básico del currículum, estaremos igual si no nos hemos formado. No pretendemos una asignatura específica, sino que en todas las etapas lo ambiental está presente, igual que no hay dudas de que todo el mundo tenga que saber inglés. Un alumno puede estar toda la vida en el sistema educativo sin tener ni idea del impacto sobre los recursos del planeta, de reciclar, etc. Y en un país sin recursos tan importante es saber inglés como tener nociones ambientales.
¿Os da miedo que si entra un gobierno con otras sensibilidades e intereses se caigan este interés del Ministerio?
Si de las urnas en noviembre sale un Gobierno que no tiene en la agenda el cambio climático nos da igual. Vamos a ir a hablar con ellos y decirles lo mismo que al Gobierno en funciones: esto no es un tema de moda y nos afecta a todos. Nosotros seguiremos reivindicando y haciendo cosas en la escuela. Si no tenemos el apoyo del Ministerio no va a ser nuestro problema. Será el Ministerio el que responda ante la sociedad del tipo de escuela que tenemos y de ciudadanos que estamos formando. Es imposible que en el SXXI, cuando anteayer se dijo en la cumbre de Nueva York que estamos en una situación crítica, el partido que sea diga que esto no está en la agenda. No es porque lo diga Teachers, lo dicen los científicos. Hay que actuar. Y nuestra manera de actuar es desde la educación. Lo dice la ONU: la educación es clave, para cambiar hábitos tenemos que educar.
Greta Thunberg ha recibido ciertas críticas, quizá no tanto ella personalmente como el hecho de que una adolescente de 16 años esté siendo el rostro visible de esta protesta. ¿Qué opinión te merece la situación? ¿Es adecuado que lo sea?
Que sea una adolescente la que pone cara y lidera un movimiento global indica que otras organizaciones y los políticos no están actuando correctamente. Que vengan adolescentes y nos digan a los mayores que les estamos negando el futuro nos tiene que hacer pensar. Si yo soy negacionista del cambio climático puedo buscar aristas y criticar que haya venido en un barco que ha pagado no sé quién. Son argumentos tangenciales para negar el problema mayor y no abordarlo. La realidad es que el cambio climático no es actual. Al Gore lo reivindicó de otra manera y el efecto fue ninguno. Los menores son conscientes de que esto va mal. Nos dicen que les robamos el futuro y que también tienen derecho a ello. Me parece vergonzoso que haya gente que hable de forma despectiva de Greta por ser Asperger o criticando que no esté yendo a clase. Estamos matando al mensajero, pero el problema está ahí. Y respetamos y apoyamos que alguien de fuera del estatus, una chica adolescente de Suecia, sea consciente de la problemática mundial y haga que la gente quiera moverse. Nos quejamos de que la juventud no se mueva, pues aquí están. Me gusta que alguien joven esté llevando la bandera del movimiento. Nosotros solo estamos recogiendo el guante.