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Uno de cada once niños y niñas en el mundo necesitan asistencia humanitaria vital, según datos de Save the Children. Entre tanto, los recortes y bloqueos a la ayuda internacional son cada vez más grandes, incluyendo el inminente cierre de programas financiados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta situación está poniendo en peligro la vida de millones de infantes en todo el planeta que dependen de estas ayudas para sobrellevar las condiciones precarias en las que viven, bien sea por guerras, hambre, pobreza, cambio climático, enfermedad, entre otros.
La reducción drástica de fondos ha obligado a múltiples organizaciones humanitarias a suspender programas esenciales de alimentación, salud y educación, dejando a la infancia en una situación de extrema vulnerabilidad.
Según datos recientes, casi doscientos programas de organizaciones como Save the Children han sido afectados, al tener que cancelarlos total o parcialmente. Y no es solo la reducción de los apoyos, las nuevas políticas impiden el acceso a suministros médicos, alimentos y material educativo ya existentes, que llevan semanas retenidos en las fronteras y en los almacenes.
Más de 40 países de África, Asia, América Latina, Europa y Oriente Medio se han visto afectados, con más de 17 millones de artículos de ayuda atascados en almacenes, camiones y con proveedores. Eso supone más de 14,5 millones de dólares de ayuda que no se pueden entregar. Se están reteniendo más de 2 millones de kilos de alimentos para niños, niñas y familias, incluso en zonas donde se han declarado condiciones de hambruna.
Lo mismo ocurre con más de 300.000 kits y suministros de higiene, agua y saneamiento, lo que afecta a campos de refugiados con brotes peligrosos de enfermedades como el cólera. No se están pudiendo entregar más de 150.000 kits de material escolar, como libros de texto, y los centros de juegos han tenido que cerrar, interrumpiendo el aprendizaje de los niños y las niñas, y negándoles un espacio seguro vital. No se han podido entregar 13 millones de kits médicos urgentes para recién nacidos y sus madres, enfrentándolos a riesgo de infección, dolor y desnutrición.
Una crisis humanitaria agravada
El impacto de la retirada de fondos de USAID es especialmente alarmante en países que dependen en gran medida de la cooperación internacional para garantizar la seguridad alimentaria y el acceso a la salud. La escasez de recursos está resultando en el cierre de centros de salud y nutrición que atendían a miles de niños y niñas con desnutrición aguda.
La situación en Gaza es particularmente preocupante. Allí, más de 1,1 millones de niños y niñas enfrentan una inseguridad alimentaria extrema. La falta de fondos ha impedido la entrega de tratamientos esenciales, lo que ha supuesto el cierre de centros de atención maternoinfantil y la interrupción de programas de alimentación para menores en riesgo de inanición.
En Somalia, otro país directamente afectado por estos recortes, aproximadamente 4,4 millones de personas se enfrentan a una crisis alimentaria severa. Save the Children se ha visto obligada a cerrar allí más de 120 centros de salud y nutrición, dejando sin atención a más de 250.000 personas, la mayoría de ellas niños y niñas.
Por la misma línea, en Afganistán las clínicas médicas apoyadas por ONG internacionales han sido la única fuente de atención sanitaria para comunidades enteras. Sin embargo, la falta de financiamiento ha llevado al cierre de numerosos centros, con el riesgo de que muchos más dejen de operar en las próximas semanas.
La posición de las organizaciones
Ante este panorama desolador, fluctuante e incierto, varias ONG han optado por no emitir declaraciones sobre el tema. Estas concentran sus esfuerzos en continuar su labor para seguir abordando y solventando de alguna manera los problemas humanitarios que más aquejan a las comunidades internacionales que se encuentran en riesgo.
Una de estas organizaciones es Unicef que, sin dar información sobre el número de niñas, niños y adolescentes que atienden afectados por el recorte de USAID, avisaba hace unos días de que “los recortes de financiación anunciados y previstos limitarán la capacidad de UNICEF para llegar a millones de niñas y niños en situación de extrema necesidad”.
Sin embargo, el mensaje de los organismos que han alzado la voz es claro: los recortes en la ayuda internacional humanitaria están teniendo consecuencias devastadoras, especialmente en la infancia, y deben ser reconsiderados de manera urgente.
Llamado a la acción
Save the Children ha instado a los líderes mundiales a priorizar la financiación de la ayuda humanitaria y a proteger a los niños y niñas más vulnerables. Así mismo, insta a la sociedad civil a continuar donando y apoyando el derecho a la supervivencia, la protección, el desarrollo y la participación de la infancia. Para la organización, invertir en los infantes hoy es la clave para garantizar un futuro más estable y seguro para las próximas generaciones.
Del mismo modo, Unicef, a través de un comunicado emitido en nombre de Catherine Russell, su directora ejecutiva, “implora a todos los donantes que continúen financiando programas de ayuda críticos para las niñas y los niños del mundo”.
Fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, agua limpia y saneamiento, ciudades y comunidades sostenibles, son algunos de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030, firmada en el Pacto Mundial de la ONU, que se están viendo seriamente transgredidos con el recorte de la ayuda internacional humanitaria. Se espera que los firmantes del pacto se pronuncien al respecto y activen protocolos de actuación que traigan soluciones efectivas.
Si bien es cierto que el cierre de USAID y la reducción de fondos para la cooperación han puesto en jaque la capacidad de respuesta humanitaria en todo el mundo, esta puede ser la oportunidad para que la comunidad internacional enfrente con altura el reto de redefinir su compromiso con los más vulnerables, ya que millones de niños y niñas sufren las consecuencias de estas decisiones. El futuro de la infancia está en juego.