Comienza 2019 y, aunque los cursos académicos no coincidan con estas fechas, sí que nos sirven para proponer a lo largo del nuevo año acciones positivas, interesantes y urgentes que nos puedan asegurar que para la década de los 20 toda niña y niño, toda la población escolarizada, va a tener enseñanzas y aprendizajes menos sesgados, menos androcéntricos, más completos, más útiles y más acordes con los tiempos que vivimos.
La Coeducación “no es una moda”, como se dice de las políticas públicas de Igualdad emanadas de las propuestas feministas. Es una asignatura pendiente del sistema educativo que, hasta la fecha, nadie se ha atrevido a implantar de forma obligatoria, decidida e inspeccionada.
Todos los recursos que son necesarios para que se generalice, como la formación específica inicial y continua del profesorado, la innovación del lenguaje, la detección del sexismo, del androcentrismo y del machismo, la corrección consecuente del currículo, etc., todos estos recursos están guardados en el trastero de las buenas intenciones, a la espera de que se movilicen y lleguen a cualquier rincón, a cualquier aula de cualquier colegio o Instituto de todo el Estado español.
Movilizar recursos quiere decir considerar la Coeducación como urgente, prioritaria y necesaria, como imprescindible para una formación integral de las personas y personitas escolarizadas durante tantos años y de forma obligatoria y universal y aplicarse a fondo.
Pero, para ello, no basta con algunos programas esporádicos, talleres, conmemoraciones, cursos externos, proyectos de innovación, seminarios o grupos de trabajo, que siempre son minoritarios en cuanto a la implicación y asistencia del profesorado. Así está siendo ahora. Y, gracias a todas estas acciones, ya podemos contar con un buen número de buenas prácticas que pueden hacer camino en otras direcciones, que son el germen de lo que debería ser la Coeducación: obligatoria y universal para todas las chicas y chicos, vivieran donde vivieran y fueran al colegio o istituto que fueran, como un bien común irrenunciable y exigible, por tanto.
La Coeducación es un proceso de intervención intencionado, producto de la detección del sexismo como muestra de desigualdad y con el propósito de eliminarlo, llevando a cabo acciones compensatorias en todos los campos: en el currículo formal, eliminando el androcentrismo, en el currículo oculto, neutralizando la misoginia y oponiéndose de frente al machismo y en el currículo omitido introduciendo desde el principio hasta el final, en todos los cursos y niveles, algunos conocimientos, habilidades y destrezas hoy ausentes, como por ejemplo: la educación sexual, la comunicación igualitaria, las habilidades domésticas, cívicas y de cuidado, las relaciones horizontales entre chicas y chicos, los modelos no estereotipados, la orientación académica no sesgada por componentes y características de dos géneros , que continuan siendo dicotómicos (excluyentes el uno del otro) y jerárquicos (con un valor añadido para lo masculino y los hombres en su conjunto)
La Coeducación haría variar las relaciones de poder entre los sexos, cambiaría la fisonomía de patios, aulas y laboratorios, vestimentas, configuración de los proyectos de vida de las niñas y los niños. Y lo que es más importante: favorecería en extremo las actividades escolares y extraescolares mixtas, donde ellas y ellos se pudieran reconocer como personas singulares, libres e iguales.
¿No lograríamos con ello evitar que chicos y chicas se atiborren de pornografía como sustitución de la educación sexual, que sienten como necesaria? ¿No lograríamos que las chicas y los chicos se reconocieran en referentes mujeres no relacionadas con el cuerpo sexualizado y reproductivo? ¿No conseguiríamos que los intereses y deseos de chicas y chicos fueran más convergentes? ¿No se lograría tener muchos más talentos cultivados procedentes de inteligencias múltiples y creativas para compensar las dosis masivas de misoginia, sexismo y androcentrismo con que la gente pequeña y joven se alimenta a diario? ¿No se rompería en gran parte el imaginario colectivo de ser hechas para agradar y gustar o ser hechos para dominar, vencer y controlar? ¿No vacunaríamos contra la violencia de género en todas sus manifestaciones? ¿No se salvarían vidas de chicas y de chicos para el bienestar personal y la solidaridad de género? ¿No dejarían las chicas de estar tan expuestas al abuso y asalto sexual con resultado de violación? ¿No tendríamos muchos más chicos empáticos?
Vamos viendo qué beneficios traería la Coeducación, entendida como una pedagogía crítica y constructiva aplicada para cambiar las vidas de la mayoría, para bien, por supuesto, porque el sexismo trae consigo muchas injusticias inexplicables e intolerables y muchos sufrimientos y pérdidas de energía, tanto a ellos como a ellas.