Reseña

Sinopsis

Parece ser que todo el mundo entiende de educación y se atreve a emitir los juicios más complicados que se dan en cuanto a organización, docentes, política educativa… Es muy frecuente encontrarte con gente que lo tienen muy claro y saltan con improperios impertinentes en este tipo de conversaciones sobre la educación, sin conocer el entramado complejo que hay siempre en cualquier acto educativo. A esto podemos unir el eco que se hacen sectores sociales y medios de comunicación, lo que conduce a conclusiones rápidas, simples y falaces, en lugar de a una discusión fundamentada y constructiva.

Rogero y Turienzo revisan críticamente buena parte de lo que nos han contado sobre la educación española y no se sostiene desde las investigaciones y la argumentación rigurosa, cuestionando la veracidad de varios mitos, falsedades o prejuicios sobre el sistema educativo español —educafakes—.

El libro se compone de seis bloques que abordan el modo en que evaluamos la educación española, las opiniones habituales sobre la igualdad de oportunidades, la relación entre el esfuerzo y las trayectorias académicas y laborales, el modo en que nuestro sistema educativo distribuye y selecciona al alumnado, la espinosa relación entre educación y política, el funcionamiento y alcance de las políticas educativas en nuestro país, y ciertas premisas sobre la financiación del sistema educativo.

Autores

Jesús Rogero (España, 1977). Profesor titular en el Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid. Sus trabajos han analizado las desigualdades en educación, la segregación escolar, los efectos de la COVID-19 sobre el sistema educativo y las políticas de cuidado a la primera infancia y a las personas mayores. Ha liderado varios proyectos de investigación en estas áreas y cuenta con múltiples publicaciones académicas nacionales e internacionales. Es miembro de movimientos sociales por el derecho a la educación y le interesa especialmente la conexión entre la investigación y las políticas públicas.

Daniel Turienzo (España, 1987). Maestro, ha trabajado en varias Comunidades Autónomas y ahora lo hace en la red educativa en el exterior (Tánger), como adscrito a la Consejería de Educación de la Embajada de España en Marruecos. Ha impartido docencia en diferentes universidades españolas y actualmente es profesor del Máster de Políticas y Gobernanza de Sistemas Educativos de la Universidad Camilo José Cela. Su tesis doctoral recibió el primer accésit del Instituto Nacional de Administraciones Públicas. Es autor y coautor de libros, capítulos, informes sociales y artículos en revistas científicas. Además, colabora habitualmente con medios como El País, El Diario de la Educación, Agenda Pública o The Conversation. Sus ámbitos de interés giran en torno a la justicia social y las políticas públicas.

Creo que los autores han sido muy valientes al acometer estos temas educativos, se atreven a escribir sobre el sentir de una serie de personas (generalmente no entendidas en educación) que enjuician públicamente la educación en cualquiera de sus aspectos, sin temor a nada ni a nadie que le vaya a contradecir, de esto se valen y suelen hacer daño público en la población menos crítica y entendida.

Comienzan su narrativa diciendo que este libro es fruto de un largo proceso de trabajo de dos personas a las que une la pasión por investigar y reflexionar sobre la política y la sociología de la educación. Solo de esta forma se entiende el gran trabajo que nos presentan, personas preocupadas por la educación pública que intentan hacer reflexionar sobre la misma y que creen en ella, de otra forma no hubiera sido posible.

Comentan los autores que este texto nace con la pretensión de promover una reflexión fundamentada y crítica sobre el sistema educativo, abordando buena parte de lo que se cuenta y no se sostiene con lo obtenido en las investigaciones y las argumentaciones más sólidas.

“Partimos de la convicción de que la educación es política. Las decisiones sobre qué cosas debemos aprender y cuáles no, con quién nos educamos, si puede haber símbolos religiosos en las paredes de las aulas o qué se come en un colegio son decisiones políticas basadas en la concepción de persona y de sociedad que se pretende construir”.

Los argumentos que defienden los autores, según ellos nos relatan, es de una educación de calidad, laica, inclusiva, democrática, justa, que no excluya a nadie, en la que cada persona desarrolle al máximo su personalidad y sus potencialidades para tener una vida digna y participar de forma democrática, dialogante, activa y crítica en la sociedad.

El libro se estructura en seis bloques de educafakes (bulos, mentiras, medias verdades) referidos a: esfuerzo y talento; recursos y financiación de la educación; separación del alumnado y segregación; ideología y libertad en la educación; y, por último política educativa. Los autores reconocen que han hecho un gran esfuerzo de recopilación y agrupamiento porque tenían muchas más cuestiones en las que no han querido ahondar por no hacer la obra muy pesada. Esperemos que todo eso que han guardado lo saquen a la luz en un segundo tomo, en beneficio de la calidad y de la concienciación de las personas interesadas en que la educación sea cada día de mejor calidad.

Me gusta cómo se contemplan los contextos y no solo se le da valor a los conocimientos adquiridos o evaluados por pruebas externas. En educación influye mucho todo lo que la rodea, no solo basta con que el niño o la niña se esfuerce, hace falta que tenga detrás una familia que los apoye, una sociedad y unos docentes que los entiendan, una administración que los dote de los recursos necesarios, una inspección que oriente y no solo fiscalice…

El libro es claro, está bien estructurado y bien fundamentado, su lectura es amena y puede ayudar a explicar nuestras opiniones ante tanta insensatez que no tiene pelos en la lengua. Está dirigido al público en general. Yo diría que es de obligada lectura para educadores, personas de la política y docentes, comprometidos en hacer una educación de calidad en la que se respete la justicia social y se pongan todas las premisas para formar una ciudadanía crítica.