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Recientemente se ha publicado un informe, del grupo de estudio sobre segregación escolar del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), titulado “Segregación escolar, un problema de justicia social sin resolver: análisis y propuestas”.
En sus 84 páginas de análisis y propuestas plantean que “tenemos suficientes evidencias para afirmar que el sistema educativo español es uno de los más segregados del mundo” (pg. 3) y que “la segregación escolar es uno de los principales problemas de nuestro sistema educativo” (pg. 11).
E n este sentido, recogen el estudio realizado en Cataluña por Xavier Martínez-Celorrio (2019) sobre desigualdad y segregación escolar, que concluye que la segregación escolar socioeconómica influye a la hora de escoger pareja y matrimonio y, a su vez, produce “un cierre de clase social” a través de los matrimonios, lo que aumenta la desigualdad.
Es más, explican que el sistema educativo desempeña un papel crucial en la formación de las desigualdades primarias. Citando a Piketty (2019), muestran que, a largo plazo, el acceso a la cualificación y a la difusión del conocimiento es, fundamentalmente, lo que reduce las desigualdades, tanto en el interior del país como a escala internacional. Por eso, afirman, “la escuela es el objetivo preferente de la ofensiva neoconservadora” (pg. 14).
De ahí la importancia de este informe de cara a “hacer una propuesta de medidas para combatir la segregación escolar”, como anuncian en su Introducción.
Porque, como en el informe se demuestra de una forma contundente, “las políticas de la derecha y la extrema derecha, que favorecen la segregación escolar, van en contra de la democracia al segregar y dividir aún más a la población por clase social u origen nacional, en contra de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de la doctrina de la igualdad de oportunidades establecida por la ONU, la UE y nuestra legislación educativa, y suponen un duro golpe contra los derechos de las niñas y los niños, establecidas por la Declaración de los Derechos Humanos. Como hemos mencionado anteriormente, la segregación escolar es un proceso que se viene dando en nuestro país desde hace tiempo y es una estrategia de la derecha, aunque algunas comunidades gobernadas por el PSOE dieron pasos en esta dirección con el fomento de la concertada– para dar más oportunidades a quien más tiene, a la vez que se estratifica más la sociedad, se fomentan las desigualdades y se produce un cierre oligárquico de esta sociedad. Dicho de otra manera, es una estrategia clasista, con cierto toque de racismo de baja intensidad y de aporofobia, que instaura un régimen de desigualdad de oportunidades que repercute en una desigualdad a posteriori, cuando los educandos se enfrentan al mercado laboral, y que beneficia a quienes poseen el capital social, económico y/o cultural para poder ocupar los mejores puestos de trabajo y aprovechar las oportunidades. La segregación escolar va en contra de la equidad, ya que favorece que el origen social determine en gran medida las posibilidades educativas aspiracionales, de inserción laboral y, por ende, de futuro del alumnado”. (16-17)
Pero este informe es claramente “insuficiente”. Porque no cuestiona la raíz de la segregación escolar y de, como explican, el principal problema de nuestro sistema educativo, de esa estrategia clasista, racista, aporafóbica que denuncian: la existencia y el mantenimiento de los centros educativos privados financiados con dinero público, los conciertos educativos.
Todas las medidas que plantean se enmarcan en el supuesto de su existencia. Dan por sentado que van a seguir existiendo unos conciertos educativos que instauró el PSOE de Felipe González (argumentando la imposibilidad en los años 80 de que la escuela pública garantizara el derecho a la educación de toda la población). Algo que ahora no sucede. Sino al contrario: la reducción de población joven ha convertido a la escuela concertada en una clara competidora de la escuela pública, detrayendo un ingente erario público destinado, como reconocen, a “dar más oportunidades a quien más tiene, a la vez que se estratifica más la sociedad, se fomentan las desigualdades y se produce un cierre oligárquico de esta sociedad” (pg. 16).
Si, como dicen, como conclusión, “luchar contra la segregación escolar es luchar contra el disolvente de las sociedades, contra el debilitamiento de la cohesión social y la degradación de la democracia” (pg. 79), flaco favor hacemos como sindicato dando por supuesto el mantenimiento de los conciertos educativos y planteando medidas que se asientan sobre este supuesto que convertimos en inamovible. Inamovible en el punto de partida, en el análisis, en las propuestas y en el horizonte hacia el que queremos avanzar. Estamos asumiendo el marco ideológico de la derecha y la ultraderecha. Estamos “comprando” su narrativa. Estamos cerrando el horizonte de esperanza de una escuela transformadora y emancipadora. Lo que hacemos es poner “parches” que solo minimizan, disfrazan, ocultan y normalizan el mayor factor de segregación institucionalizada de este país: los conciertos educativos.
Como afiliado y delegado sindical de CCOO pido, exijo, que nuestro sindicato, que un sindicato de clase y sociopolítico, como se estable en sus estatutos, explicite clara e irrevocablemente que el primer y esencial objetivo y finalidad de su programa sea la supresión del mayor factor de segregación educativa y social institucionalizado de este país: la supresión de los conciertos educativos (como ya se ha hecho en Portugal o en algunas comunidades autónomas de este Estado). Desde la defensa de los derechos de las y los trabajadores de esas empresas/negocios, pero sin medias tintas ni subterfugios.
No podemos seguir justificando ni amparando esta barbarie de los conciertos educativos que no solo segregan educativa y socialmente, sino que están nutriendo ideológicamente las filas de la extrema derecha. Porque en los años 80 el gobierno del PSOE estableció que podrían tener ideología propia (“ideario”) y el 63% están en manos de una jerarquía católica integrista como es la española y el resto en manos de empresas ideológicamente afines, en su mayor parte, a la derecha y, a veces, a la extrema derecha. De ahí que a nadie extrañe que uno de cada cuatro jóvenes españoles asegure que votarán a la ultraderecha.
Es tiempo de ir a las raíces de los problemas. Dejar el posibilismo y el “malmenorismo” de los cálculos políticos a corto plazo. No podemos plantear “parches” ni medidas “pragmáticas”, que den por supuesto que no es posible acabar con este factor de segregación, los conciertos educativos, porque la iglesia, la derecha y las empresas tienen el poder y controlan los medios. Un problema o se aborda de raíz o no se hace más que “blanquearlo”, justificarlo y mantenerlo.
Lucio Anneo Séneca, en el siglo IV antes de nuestra era, afirmaba: “no nos atrevemos a hacer muchas cosas porque aseguramos que son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”. Mendizábal y Madoz expropiaron y nacionalizaron los bienes de la iglesia y las órdenes religiosas en el siglo XIX, a pesar del poder de la iglesia en esa época y de que la propia iglesia lo excomulgara.
Tenemos que atrevernos a ir a las raíces, tenemos que ser, en este sentido, “radicales”. Porque nos jugamos el futuro de nuestros hijos e hijas, y el de la sociedad en su conjunto. Nos estamos jugando la democracia, la igualdad de oportunidades y la justicia social.