No ver a los amigos, los abuelos, los compañeros, ir todo el día en pijama, vivir con las familias trabajando dentro de casa, conversar con una pantalla, moverse por la calle con mascarilla, y en definitiva, acostumbrarse a una nueva situación ha afectado seriamente la dimensión relacional y emocional de la población mundial. Más concretamente, a quien ha generado un gran trasiego en su proceso de crecimiento y socialización es a los niños.
Hablamos de personas, que están estableciendo su primer contacto con el mundo y que se encuentran en un momento vital donde es más necesaria que nunca la experimentación, el vínculo y el contacto físico con los otros, el juego y la exploración del mundo exterior. Una serie de necesidades de las que se han visto privados durante muchos meses, un hecho que les puede pasar factura si no reciben un buen acompañamiento por parte de los adultos.
Eva Martínez es terapeuta y profesora y también la creadora de la “Carpeta d’aprenentatges: Estimada escola, estimat infant”, una recopilación de actividades para facilitar la reflexión y la integración de emociones y aprendizajes vividos por los niños durante el confinamiento y en el contexto actual de pandemia. Nos explica que en sus terapias se encuentra con un montón de niños que, de golpe, no pueden dormir solos, o se pelean mucho más con los hermanos de lo que lo hacían antes, que presentan unos grados de ansiedad mucho más elevados o muestran una autoestima mucho más baja.
La situación ha hecho emerger o ha alimentado unos miedos que muchos niños ya habían superado, como el temor a estar en contacto con personas desconocidas, a estar solos, a tocar a otro. “La piel es una de las cosas que satisface más sus necesidades de juego, de vínculo… y actualmente está totalmente prohibida en las relaciones entre los niños”.
“Muchos niños sienten la sensación de peligro en sus relaciones y esto no es nada positivo para su desarrollo”. A este miedo con el que perciben la situación muchos niños se suma, en algunos casos, un sentimiento de culpabilidad. “Por ejemplo, saben que si van a ver a los abuelos, puede ser peligroso, no osan acercarse por miedo a que mueran, o se sienten mal si los abrazan”.
Justamente Eva nos explica que las relaciones entre abuelos y niños son muy importantes, tanto para los niños, como para los abuelos, que han sido uno de los colectivos que han vivido y han generado más sufrimiento, tanto por el peligro por su vida, como por la situación de soledad a la que se han tenido que enfrentar.
Ha habido personas que han muerto solas y esto ha generado un fuerte sentimiento de culpabilidad por parte de la familia. Muchas no los han podido acompañar este punto final de la vida y, por lo tanto, no se han podido despedir. Esto ha generado un sentimiento de culpabilidad por parte de las familias, y sobre todo por los niños: “El proceso de luto tiene que empezar con una buena despedida, y si esta no está, puede ser que el proceso quede enquistado”.
Hay una voluntad muy grande de cuidar y proteger a las personas mayores y los niños son conscientes de esta fragilidad y esta soledad, pero no les toca sentirse culpables. “Los niños tienen derecho a vivir como niños y se lo ponemos muy difícil si lo hacemos sentir culpables de poder contagiar a alguien”. Es por eso que el acompañamiento por parte de los padres y madres ante hechos que pueden resultar traumáticos es algo fundamental.
La familia próxima son las personas con quienes la mayoría de niños viven su día a día. De hecho, muchos han creado un vínculo especialmente próximo con sus familias que quizás hacía muchos años que no encontraban. Para muchos niños, las casas han sido un refugio, un espacio donde poderse sentir protegido por su familia.
Otro de los efectos que ha generado el hecho de pasar más tiempo con padres y madres, ha sido la afectación en el proceso de individuación de los niños, es decir, el transcurso que sigue un niño para desarrollarse como individuo lejos de la familia: “Hay un momento en que los niños necesitan afirmar que ellos son diferentes, son un individuo diferente de su núcleo familiar”. Un proceso que requiere tiempo para estar solos y estar con los otros, con los iguales, en sociedad, y un proceso que se ha visto dificultado ante la fusión familiar.
A corto plazo, la falta de tiempo y espacio para ellos solos, les puede generar síntomas de falta de autonomía y de sobreprotección por parte de las familias, fruto del miedo social que se ha generado. Es por eso que Eva Martínez insiste en la necesidad de generar confianza por parte de las familias y darles seguridad para volver a confiar en el mundo.
Aun así, no siempre quedarse en casa ha sido sinónimo de pasar más tiempo con la familia. Así lo cuenta Laura González, una de las organizadoras y guía de la exposición “Estimat diari”, una muestra itinerante que recorre varios barrios de Barcelona que recoge dibujos creados por niños donde representan las experiencias vividas a lo largo de la pandemia.
Nos cuenta que ha habido algunos niños que se han tenido que adaptar a un cambio de papeles dentro de la familia: hay quién se ha tenido que ocupar de hermanos pequeños u otros miembros de la familia, hay quien ha tenido que quedarse por primera vez solo en casa porque los padres tenían que salir a trabajar, y esto, para ellos, ha significado un salto madurativo importante.
Además, hay que tener en cuenta que algunos niños han tenido que hacer frente a dificultades relacionales dentro de la misma familia. Si había niños que sufrían dentro de su núcleo familiar, han visto su sufrimiento agraviado y el hecho de pasar más tiempo dentro de casa ha generado justamente lo contrario: un sentimiento de desprotección ante la imposibilidad de encontrar otro espacio donde huir.
Afrontar esta situación requiere un esfuerzo por parte de las familias, que no siempre es posible. De nuevo, serán las familias que pueden optar a un mayor bienestar, las que se podrán permitir este esfuerzo y acompañamiento: “Para las familias que cuentan con menos recursos, o que viven orientadas a la supervivencia será un reto mayúsculo, porque es inevitable que la gestión de las emociones quede relegada a segundo plano”.
En este contexto, el espacio que cobra una especial importancia en el desarrollo del niño son las escuelas, que están jugando un papel fundamental en esta readaptación a la normalidad relacional por parte de los niños. Hay una gran conciencia para entender las necesidades emocionales y relacionales de los niños y se están haciendo muchas formaciones al profesorado y solicitando asesoramiento para poderlos acompañar emocionalmente. Ir a la escuela les permite mantener las rutinas y una cotidianidad que les resulta necesaria.
Eva Martínez, además de trabajar como terapeuta y como profesora, es formadora en centros educativos y nos recuerda la importancia de la gestión emocional también desde las escuelas. Insisten en la necesidad de crear entornos de confianza para que una persona pueda expresar cualquier cosa que sienta: “El cuerpo puede sentir rabia, envidia, y se le tiene que dejar claro que cualquier sentimiento es válido. Si le dices que llorar no está bien, le costará expresar lo que siente. Lo tiene que poder expresar todo, aunque tenga ganas de hacer mucho mal a alguien”.
Eva Martínez insiste en la creación de escenarios de confianza, espacios donde el niño pueda exteriorizar sus miedos y frustraciones sin sentirse juzgado y que esto se complemente con un buen acompañamiento por parte del adulto, sea su entorno humano más próximo, como lo es la familia o los y las profesoras y terapeutas.
Ella confía firmemente en la capacidad de resiliencia de los niños, que considera que tienen una gran habilidad para recuperarse de las situaciones dolorosas o, incluso, traumáticas mucho más fácilmente que los adultos. Es cierto que los humanos, y sobre todo, los niños, en la etapa de crecimiento, necesitan el contacto físico y humano y percibir ternura. Probablemente, este temor social que se ha generado afectará en la dimensión relacional de los niños a corto plazo, pero de aquí a un tiempo se recuperará la situación de normalidad: “Los niños pueden salir adelante de esto si están bien acompañados”.