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Según datos de Save the Children, prácticamente un 10% de adolescentes han vivido algún episodio de acoso o ciberacoso. O lo que es lo mismo, una media de 2 o 3 por cada clase de 25 estudiantes. Con la llegada de las nuevas tecnologías se multiplican las oportunidades de agredir a distancia y de forma imperceptible.
Sea en el patio, en el aula o por WhatsApp, el acoso siempre remite a una situación de abuso de poder. Tiene que ver con una transgresión de los límites del respeto de alguien dominante (que no fuerte) sobre alguien dominado (que no necesariamente débil). A menudo se utiliza la jerga de acosadores y víctimas, pero ante determinadas carencias emocionales, no está claro hasta qué punto hay víctimas en ambos lados, aunque tengan necesidades y consecuencias diferentes.
Hablamos por tanto de una dinámica de relación, un lenguaje y actitudes determinadas más allá del acto esporádico o puntual. Por eso es imprescindible visibilizar y prevenir el acoso antes de que se instale como rutina. Porque es un síntoma de alguna otra cosa que forja autoestimas minadas y desajustes no resueltos. Ante todo hay que tomar consciencia de las múltiples formas –visibles e invisibles, sutiles o evidentes– que puede tomar el acoso. Para denunciarlo hace falta reconocerlo, y luego es necesario vencer la sensación de vacío y soledad que generan los abusos. En la comunidad educativa existe una gran preocupación por el acoso y por la falta de herramientas para educar en la prevención.
Esta encrucijada llevó a Xiula a crear un trap contra el bullying. El grupo de animación infantil barcelonés cuenta con educadores que ven el acoso en su día a día y con músicos que creen en las melodías como herramientas de transformación social. Rikki González, uno de los componentes nos cuenta de dónde surgió la idea: “Como educadores veíamos que era un tema necesario, cada día aparecen nuevos casos y hay una demanda social para hablar alto y claro. En los centros donde trabajamos vemos a diario casos de niños y niñas afectados”.
La pieza permite visibilizar, sentir y describir qué es el acoso desde el punto de vista de la persona agredida, recorren las sensaciones y emociones de desasosiego a la vez que cantan la incomprensión del entorno y lo que le dirían a la persona que les está generando sufrimiento. Un canto al respeto y de ahí su título RISPECT, jugando con la pronuncia inglesa.
Escogieron el trap, una fusión entre el rap, el hip hop y los ritmos urbanos, por varios motivos: el primero por la trayectoria experimental del grupo creando canciones pedagógicas de estilos muy diversos y escapando de las melodías infantiles tradicionales. El segundo porque es un género “que veíamos que los chavales escuchan muchísimo…”. Pero también para darle un vuelco: “… siempre con letras oscuras, sobre violencia, sexismo o consumismo exagerado. Decidimos darle una vuelta, nos pasamos semanas escuchando trap… es realmente potente, muy directo, te hace mover por dentro y por fuera”.
Nos cuentan que lo genial no es crear la canción y sus miles de visualizaciones, sino que hay docentes que realmente la están usando en clase, trabajan con los alumnos la letra, debaten el sentido e, incluso, han recibido mensajes de agradecimiento de jóvenes que han sufrido este tipo de maltrato diciendo que se sentían muy reflejados.
Este track sigue la estela de otras iniciativas musicales como el rap de Khari, que se volvió viral por ser una canción escrita para explicarle a su propia hija cómo reaccionar ante los insultos. Otro éxito reciente es el del grupo Mediaset y sus 12 causas, aliándose con el rapero Langui para buscar valientes que se enfrentaran al bullying.
La música es un canal directo a la emoción al alcance de todos y es importante trasladar el mensaje de que prevenir el acoso está en cada pequeño acto del día a día, aunque sintamos que no nos afecta directamente. Hay que dejar de pensar en términos de acosadores y acosados, porque un entorno de testigos mudos les convierte en cómplices necesarios. La reflexión y el acompañamiento deben ser la tónica antes y después de la agresión, a poder ser hasta que los implicados comprendan y gestionen la situación. Cualquier protocolo de prevención debe contar con alertas de detección para docentes y adultos pero también con herramientas para la intervención por parte de los iguales: son los que están en la primera línea del conflicto y en ellos reside el poder de reforzar dinámicas abusivas o dejarlas en evidencia. Los raps y los traps están servidos, pueden ser herramientas o simplemente un punto de partida común para el debate. Lo importante es que sirvan como excusa para no darle más cancha al acoso.