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Me gustaría hacer un breve acercamiento a algunas de las claves de interpretación de lo sucedido en la Comunidad de Madrid, que son similares a las de otros lugares de España, porque se ha logrado trasladar a ellos las políticas dominantes del nacionalismo madrileño. Se ha analizado desde diversos ámbitos por qué la derecha tiene tanta incidencia en Madrid. Se reconoce que en la izquierda, la gran derrotada, es necesaria la autocrítica para poder enmendar muchos de los errores cometidos, sabiendo que no se tienen todas las claves de interpretación de lo sucedido.
Se ha dado, de forma generalizada, un ocultamiento en los medios de comunicación, mayoritariamente aceptado, de las propuestas progresistas que apuestan por el avance de los derechos humanos, de la democracia participativa, de la justicia social, de la dignidad humana y de la escuela pública, como garante del derecho a la educación en los espacios de proximidad, que es donde se viven y experimentan estas propuestas emancipadoras o las que suponen un retroceso en las conquistas democráticas que creíamos inamovibles. De todos modos, en Madrid es una derrota permanente de la izquierda, en una tras otra elección, desde hace muchos años.
Hay quien ha preferido el fracaso de toda la izquierda mirando sus egos y manteniendo la desunión frente a la posibilidad de unirse y ganar la esperanza de mucha gente en el avance hacia una sociedad más humanizada. La mirada puesta en el poder ha hecho difícil la reflexión, el análisis crítico y las propuestas creativas sobre este fracaso acumulado durante tanto tiempo. Es un fracaso poco analizado y reflexionado. Se ha preferido el fracaso del concebido como diferente en el campo de la izquierda al éxito de todos.
Podemos preguntarnos qué papel ha jugado en todo esto la escuela de titularidad pública y la existencia de la red privada de escuelas, concertadas o no, en el aumento del voto conservador y de extrema derecha. Una educación acrítica, al servicio del poder en la “escuela del capitalismo”, es una de las causas principales de la existencia de una ciudadanía engañada capaz de votar a favor de quien le manipula y le mantiene en la sumisión más degradante. ¿Qué hizo la escuela con ellos en los muchos años que la habitaron? Una de las consecuencias para la escuela es que se le van a imponer políticas educativas para poder seguir haciendo crecer una educación al servicio del rendimiento y los resultados que preparen para la docilidad extrema y el individualismo más feroz. Luisa, profesora de Secundaria, me escribía: “Sobre las elecciones… Uno de los problemas, entre tantos, es el de la falta de una educación crítica desde los primeros años… Se imparte formación, sin educación, y se consigue que de los institutos y de las facultades salgan personas formadas y técnicamente bien preparadas, pero con la conciencia ético-crítica castrada… Y así va el mundo… El batacazo ha sido impresionante… Y ahora toca seguir, seguir y seguir…”.
La escuela está cumpliendo fielmente el papel que el poder sistémico le tiene asignado: reproducir de forma constante la situación de dominio sobre el pueblo y la producción de la sumisión voluntaria de una parte importante de la población, como se ha mostrado en estas elecciones. Todo esto requiere un profundo análisis de qué lugar ocupa la conciencia política o la despolitización planificada del profesorado. Sabemos que la educación es política y que no hay neutralidad posible. Por eso considero fundamental trabajar la politización consciente del profesorado en la dirección de producir una metamorfosis radical, para poner en acción un paradigma educativo que active una ciudadanía crítica comprometida con la democracia participativa, con la justica social y la defensa de los derechos humanos.
Ahora, brevemente, expongo algunas de las consecuencias en el ámbito educativo de la victoria por mayoría absoluta del Partido Popular, tanto en la Comunidad como en la capital.
Los efectos son la continuidad y profundización de las políticas educativas conservadoras, neoliberales y reaccionarias. Entienden que ahora tienen más fuerza, justificación y las manos libres para seguir implantando y ampliando dichas políticas. Algunas de ellas se han comenzado a plasmar en los días siguientes con la subida del precio del comedor escolar en los centros públicos en un 12,7%, el aumento de 20 a 22 la ratio en Infantil, la negación de la prometida reducción de la misma en Secundaria, o el que en Madrid capital más de 10.000 niños y niñas (un 95% de las solicitudes) se hayan quedado sin plaza en las escuelas infantiles públicas, que irán sin más remedio a centros privados.
Van a seguir aumentando las políticas privatizadoras, dando más recursos a los centros privados y disminuyendo el dinero destinado a mejorar la calidad de enseñanza en los centros públicos. Es seguir avanzando con la aniquilación de la escuela de titularidad pública. El negocio del mercado de la educación aumentará y, con él, el clasismo y la reproducción que el capitalismo ha asignado a la escuela que tenemos, que es la suya. Del mismo modo, seguirá aumentando la segregación escolar y la residencial.
Siguen sin construir centros públicos en los nuevos barrios y donde se construyen se hacen a destiempo y por fases, de modo que hay centros que llegan a ser completos después de ocho años desde su inicio. Todos conocemos casos muy cercanos y habituales en los últimos años.
Se seguirá implantando y ampliando el programa del bilingüismo sin ser evaluado después de casi veinte años de su inicio, a pesar de la opinión tan negativa del profesorado y de los efectos tan segregadores para el alumnado más débil.
La oposición a la Lomloe se ha plasmado en la Ley Maestra (Ley 1/2022, de 10 de febrero, Maestra de Libertad de Elección Educativa de la Comunidad de Madrid), que es una forma de “legislar contra la ley” nos dice José Luis Pazos. Lo positivo de la Lomloe queda bloqueado con las políticas de la administración educativa de esta comunidad autónoma. Lo que se plasma en esa ley contradice, entre otras cosas, las blandas propuestas de la Lomloe, con el apoyo descarado a los centros privados concertados en nombre de la libertad de elección.
Se cerrarán aulas en la escuela pública en lugar de disminuir las ratios y se seguirán abriendo en los centros privados.
Se insistirá con más fuerza desde la derecha en la necesaria neutralidad del profesorado ante los problemas de la sociedad, porque tocarlos es adoctrinar y hay que mantener una equidistancia entre opresores y oprimidos. Se aumentará hasta límites insospechados el control de actividades de diverso contenido (educación afectivo sexual, feminismo, ecología, memoria histórica, etc) dirigidas al alumnado sobre quién las organiza, quién las imparte y quién puede participar en ellas. Se seguirá desprestigiando y descalificando al profesorado de la escuela pública y se aumentará el control sobre él, consolidando el autoritarismo de los equipos directivos y de la inspección, productora del miedo que inmoviliza y desmotiva a una parte muy importante del profesorado.
Madrid no quiere saber nada de la educación como un derecho, sino como una mercancía que se compra y se vende en el mercado de la educación
Es muy probable que las condiciones de trabajo del profesorado de la escuela pública se endurezcan por las ratios, la burocracia, los horarios, la soledad, el estrés, la exigencia de rendimiento académico o la falta de profesorado de apoyo.
Se asentarán la competitividad y el individualismo, y cada vez se insistirá más en que “tú eres el responsable de tu fracaso” y en la engañosa cultura del esfuerzo, al margen de cualquier contexto en el que se viva.
Se seguirá haciendo creer a las familias que participar en la educación de sus hijos es tener el engañoso poder de elegir el centro educativo que quieren para ellos, cuestión constatada como una absoluta mentira. A la vez se limitará cada vez más la participación activa de los miembros de los centros educativos.
Se fortalecerá de forma planificada el pensamiento individualista y la actuación del “sálvese quien pueda” de la gente, como se ve claramente en los momentos de la escolarización.
Se seguirá desarrollando la concepción de los centros educativos como empresas que han de competir entre sí implantando con más fuerza si cabe la filosofía de la Nueva Gestión empresarial.
Seguirán arruinando económicamente a las universidades públicas (seis) y potenciando la creación y el negocio de las universidades privadas (13).
En definitiva, Madrid no quiere saber nada de la educación como un derecho, sino como una mercancía que se compra y se vende en el mercado de la educación. Seguirá siendo la comunidad que menos invierta en educación, porque muy probablemente seguirá disminuyendo su presupuesto educativo para la escuela Pública.
Pero no todo es negativo, aunque lo parezca y no veamos una salida cercana a esta situación. Hay mucho trabajo de familias y docentes que quieren seguir luchando y caminando en otra dirección que se construye día a día con la certeza de que tenemos que seguir denunciando estas políticas. Vamos a insistir en cambiar lo que podemos cambiar.
Considero que es necesario que quienes trabajamos por otro modelo de escuela pública dejemos de poner el acento en el deterioro de la escuela de titularidad pública que el poder conservador produce de forma consciente. Se trata de poner en el primer plano las potencialidades de la escuela pública y la superioridad (ética y de valores) que contiene frente a la escuela privada. Defender y hacer posible que sea la mejor escuela y la de más calidad es una tarea que hemos descuidado con frecuencia poniendo la mirada en quien quiere que miremos a otro lado. Sabemos que somos capaces de poner este objetivo en el centro de la lucha cultural y política, en un momento de pesimismo y deterioro del compromiso político y ético con la escuela pública. Las narrativas de una educación transformadora y de la comunicación de experiencias renovadoras de las prácticas pedagógicas están en nuestras manos. Difundámoslas haciendo valer su poder emancipador.
Surgen nuevos desafíos, que hemos de afrontar con serenidad, para quienes queremos y trabajamos para que la educación sea un derecho cumplido en todas las personas. Ante esta situación siempre nos preguntamos qué podemos hacer para contener esta ola conservadora y neofascista que se extiende en nuestra sociedad y en nuestro sistema educativo. Me parece muy importante que nos cuidemos, que nos miremos a los ojos, poder hablar sin miedo y compartir. Sin duda, crear redes de solidaridad para dialogar, debatir, proponer y hacer nos llevará un tiempo mucho más fructífero y gratificante que el que dedicamos a las pantallas.
Este tuit de Rosa Linares del día siguiente de las elecciones creo que resume el sentimiento de muchos docentes comprometidos con la escuela pública: “Para los docentes progresistas –que entendemos la escuela pública como institución emancipadora, salvaguarda de derechos humanos y justicia social– entrar mañana a un aula se nos hace muy duro.” Es verdad que es un ataque demoledor, pero seguiremos trabajando cada día por la mejor educación pública.
1 comentario
Pues sí, así es,solo que incluso la exhibición de las conquistas y buen hacer de la escuela pública se convierte también en un mercado competitivo que le resta sentido. Me quedo con el día a día a pie de aula intentando transmitir conocimiento,el gran perdedor de esta trama. Gracias por ayudarme a abrir mi conciencia,el individualismo atroz del profesorado es un arma de destrucción masiva. Vienen tiempos difíciles en los que solo se podrá salir victorioso si hay comunidad real. Ánimo.